Los recelos hacia el 'amigo americano'
Una serie encadenada de incidentes diplom¨¢ticos ha hecho pensar en una crisis entre Espa?a y EE UU
Un teletipo de la agencia espa?ola Efe desde Los Angeles pon¨ªa esta semana la guinda sobre lo que aparentaba ser la m¨¢s llamativa crisis hispano-norteamericana: el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, hab¨ªa decidido cambiar las fechas de su visita a Madrid despu¨¦s de optar por pronunciar un discurso ante la sede del Parlamento Europeo, en Estrasburgo, el pr¨®ximo 8 de mayo, el mismo d¨ªa en el que estaba prevista su llegada a Madrid.
Era ¨¦sta la primera noticia que en Espa?a se ten¨ªa del cambio de pla nes de Reagan. El asunto, aislado, quiz¨¢ no hubiera tenido mayor im portancia que la de una simple incorrecci¨®n: tambi¨¦n los viajes del Rey de Espa?a han sufrido alteraciones en sus calendarios, aunque siempre se ha hecho constar con tiempo por la v¨ªa diplom¨¢tica ordinaria, antes de que la noticia saltara a los peri¨®dicos, seg¨²n se recordaba esta misma semana en la Presidencia del Gobierno y el Ministerio espa?ol de Asuntos Exteriores.El aplazamiento del viaje de Reagan era lluvia sobre mojado: el jueves 14 de febrero se conoc¨ªa en Madrid que dos esp¨ªas estadounidenses hab¨ªan sido detenidos tratando de fotografiar los sistemas de comunicaciones del palacio de la Moncloa el pasado 28 de enero. El asunto se hac¨ªa oficiosamente p¨²blico al d¨ªa siguiente de que The New York Times diera a conocer unos planes del Pent¨¢gono, hechos en 1975, en los que se contemplaba la posibilidad de que Espa?a -junto con siete pa¨ªses m¨¢s- albergaran cargas nucleares anti-submarinas en caso de emergencia.
La acumulaci¨®n de hechos hac¨ªa creer que se estaba produciendo la crisis m¨¢s importante en la historia reciente de las relaciones hispano-estadounidenses; es decir, desde la firma de los primeros convenios de 1953. Sin embargo, tanto los diplom¨¢ticos espa?oles como los norteamericanos coincid¨ªan en que las relaciones marchaban bien, aunque los recelos fuesen evidentes.
Un alto cargo del Ministerio espa?ol de Defensa recordaba c¨®mo los medios de Prensa estadounidenses hab¨ªan calificado de "j¨®venes nacionalistas" a los socialistas espa?oles cuando ¨¦stos estaban a punto de tomarel poder, en el oto?o de 1982, y conclu¨ªa: "Pues lo mismo ten¨ªan raz¨®n".
Para entenderse con los "j¨®venes nacionalistas" hab¨ªa llegado a Madrid, en septiembre de 1983, Thomas O. Enders. El entonces nuevo embajador de Estados Unidos en Madrid tra¨ªa tras s¨ª una relativa fama de duro, adquirida, entre otros puestos, cuando era el n¨²mero dos en la Embajada norteamericana en Camboya, durante las misiones secretas de bombardeo que recuerda la pel¨ªcula Los gritos del silencio.
Lo relativo de su fama de duro ven¨ªa de su cese, en mayo de 1983, como subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos. Este cese se hab¨ªa atribuido a su posici¨®n liberal sobre Centroam¨¦rica, oponi¨¦ndose al boicoteo de las importaciones de az¨²car nicarag¨¹ense y defendiendo las necesidades de democratizar y buscar una salida negociada a la crisis de El Salvador.
El tema centroamericano ser¨ªa uno de los que crear¨ªan algunos roces -muy leves- entre Enders y la diplomacia espa?ola cuando, el pasado a?o, insisti¨® en que el Gobierno de Madrid enviara observadores a las elecciones de El Salvador. Las cuestiones centro americanas han ocupado buena parte de la acci¨®n diplom¨¢tica de Enders en Madrid, sin avances aparentes en el entendimiento, aunque, eso s¨ª, agarrando cada vez mayor fama de blando en Washington, seg¨²n se comentaba en medios diplom¨¢ticos de Madrid.
Los socialistas espa?oles se hab¨ªan autocalificado de "fieles aliados" de la OTAN nada m¨¢s llegar al poder, y lo segu¨ªan siendo en sus relaciones con Estados Unidos. Washington ha tenido informaci¨®n puntual, a alto nivel, de muchos de los pasos diplom¨¢ticos de Espa?a: con semanas de antelaci¨®n, el secretario de Estado norteamericano, George Shultz, conoci¨® en Bruselas, de labios de Fernando Mor¨¢n, que Felipe Gonz¨¢lez iba a recibir al l¨ªder libio Gaddafi, en un encuentro que, el pasado oto?o, a¨²n se pensaba celebrar en secreto, antes de que la aparatosa presencia en Palma de Mallorca de los escoltas del l¨ªder ¨¢rabe sirviera de anuncio, pintoresco y oficioso, de su llegada.
Otro de los temas que Enders ha representado ante las autoridades espa?olas ha sido el de la necesidad de firmar el Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear (TNP) de 1968. Los socialistas -que se hab¨ªan mostrado abiertos al estudio de la firma del TNP en sus programas electorales- fueron alej¨¢ndose cada vez m¨¢s de las posiciones que, al respecto, mantienen EE UU, la URSS y algunos peque?os pa¨ªses europeos.
Al fondo, la OTAN
M¨¢s dif¨ªcil era lo de la OTAN, sobre la cual los socialistas se empe?aban en celebrar un referendum. Una vez que, el pasado mes de septiembre, Felipe Gonz¨¢lez anunciara sus deseos de permanecer en la Alianza Atl¨¢ntica -aunque no en su estructura militar- se advert¨ªa, en el mismo dec¨¢lago, que "es necesario proceder a un ajuste en la direcci¨®n de una progresiva menor presencia de fuerzas [estadounidenses] en nuestro territorio y de instalaciones de apoyo, de acuerdo con nuestros intereses nacionales". A partir de entonces, comenzaba a manejarse ya, abiertamente, el argumento de que la colaboraci¨®n con la Alianza hac¨ªa m¨¢s f¨¢cil la disminuci¨®n o redistribuci¨®n de los efectivos estadounidenses en Espa?a.
En Washington se halagaba el pragmatismo del antes "joven nacionalista" Felipe Gonz¨¢lez. Todo esto no parec¨ªa pesar sobre quien envi¨® el pasado 28 de enero a los diplom¨¢ticos estadounidenses Denis MacMahan y Jhonny Massey a fotografiar las antenas del palacio de la Moncloa, haci¨¦ndolos entrar, sin grandes precauciones, en el picudo y redondo edificio del proyectado Museo de Reconstrucci¨®n y Restauraciones Art¨ªsticas, lo que les llev¨® a ser detenidos "de forma recambolesca", como "si quisiesen ser capturados", seg¨²n afirm¨® una fuente de la seguridad espa?ola.
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