Gu¨ªa comercial para descarriados
La C¨¢mara de Comercio madrile?a recupera la publicidad musical de los a?os treinta a los cincuenta
No hace muchos a?os, en un festival de jazz de Vitoria, se me vinieron las l¨¢grimas a los ojos cuando Ella Fitzgerald inici¨® la estrofa principal de Blue moon despu¨¦s de una introducci¨®n que yo no reconoc¨ª. Ahora he vuelto a experimentar esa sensaci¨®n al escuchar, tras otro pre¨¢mbulo que tampoco recordaba, el arranque del pasodoble anunciador de los Almacenes Ruiz, de Hortaleza, 19.En las p¨¢ginas de EL PA?S hemos podido leer recientemente c¨®mo unos homosexuales cult¨ªsimos e intelectual¨ªsimos lo pasaban fatal para explicar su devoci¨®n por Sara Montiel y Juanita Reina. En la misma situaci¨®n nos encontramos los que vamos por la vida de cr¨ªticos severos de la m¨²sica cuando tenemos que reconocer que con la ovejita lucera viv¨ªamos mejor. Pero en fin, as¨ª son las cosas. Y lo que tambi¨¦n es cierto es que aquel c¨¢lido mensaje radiof¨®nico del que s¨®lo empez¨¢bamos a sospechar que era hortera y del que ni por asomo sab¨ªamos que era kitsch ten¨ªa un elemento catalizador que le daba sentido: los anuncios, la gu¨ªa comercial.
Con ese nombre, Gu¨ªa comercial, y el subt¨ªtulo Nostalgia de la publicidad musical de los a?os 30, 40 y 50, la C¨¢mara de Comercio e Industria de Madrid ha editado un ¨¢lbum doble, de excelente presentaci¨®n y con una reconstrucci¨®n sonora bastante buena dentro de lo que cabe. Contiene el ¨¢lbum una nuestra de aquellos maravillosos anuncios de la radio. La selecci¨®n est¨¢ bien hecha, aunque siempre se puede decir eso de que son todos los que est¨¢n, pero no est¨¢n todos los que son. Uno echa particularmente de menos el de flan Potax, el del negrito del ?frica tropical y el de quien sabe lo que se guisa toma siempre sepa Prisa". Son lagunas lamentables, pero vistas del lado bueno permiten augurar la edici¨®n de un segundo volumen.
Hasta que hecho tan venturoso se produzca consol¨¦monos con lo que ahora se nos ofrece: si lloras por la p¨¦rdida del sol, las l¨¢grimas te impedir¨¢n ver las estrellas. Y estrellas son los anuncios de esta antolog¨ªa: estrellas brillantes y de muy provechosa ense?anza para el hombre de nuestro tiempo. Cualquier freudiano morir¨¢ de gozo con la polca del flan. chino El Mandar¨ªn y todos se han de pasmar ante el chotis del somier Numancia, que se inicia con esta darwiniana afirmaci¨®n: "La lucha por la existencia / es algo que da pavor".
El miedo al holocausto nuclear quedar¨¢ sin duda mitigado por el conocimiento de que en otras ¨¦pocas se padeci¨® la amenaza de enemigo a¨²n m¨¢s formidable y expeditivo: el DDT Chas, invocado por sus contempor¨¢neos con la siguiente f¨®rmula reverencial: "T¨² como el gas-la muerte das-en un instante". Encontrar¨¢ el oyente maravillosos ensamblajes de letra y m¨²sica, de fondo y forma, en el meritorio anuncio de los Almacenes Ruiz, en el de guantes Mario Herrero o en el chotis de El Pekan y la Dalia, denominado Las pieles de don Cirilo, y en el que se impar ten lecciones de casticismo que deber¨ªan seguir nuestros ediles de hoy, tan preocupados por el asunto.
Junto a los discos, el ¨¢lbum acompa?a un copioso libreto con muchas ilustraciones, escritos de Adri¨¢n Piera, Vizca¨ªno Casas y Jos¨¦ Ram¨®n S¨¢nchez Guzm¨¢n y tambi¨¦n, por supuesto, las letras de las canciones, as¨ª como datos sobre sus autores e int¨¦rpretes. En la documentaci¨®n hay alg¨²n peque?o fallo: por ejemplo, en los anuncios de hojas de afeitar Palmera (los de F¨ªgaro, el fantasma barbudo y el sult¨¢n que viv¨ªa en un suntuoso ed¨¦n) figura junto al nombre del venerado maestro Pag¨¢n -a quien la posteridad no perdonar¨¢ que haya hecho himnos al Atl¨¦tico de Madrid- el de Ram¨ªrez, ?ngel. La coma sobra, por que ?ngel es apellido: se trata en realidad de Antonio Ram¨ªrez ?ngel, buen compositor y profesional de la radiodifusi¨®n espa?ola.
Inter¨¦s documental
Tambi¨¦n se puede hacer alguna objeci¨®n al abigarrado dibujo de Ceesepe que ilustra la cubierta del ¨¢lbum y libreto: en la semblanza de la audiencia f¨¢miliar ha puesto al padre fumando en pipa, acaso para que se distiriga mejor. Entiendo que el s¨ªmbolo de autoridad, o lo que sea, est¨¢ fuera de lugar: m¨¢s que emblema de quienes amaban la radio, la pipa era emblema de quienes la odiaban.Pero, en fin, ¨¦stos son p¨¢lidos pecadillos al lado de la intensa voluptuosidad que los descarriados practicantes del pecado de la nostalgia sentir¨¢n al degustar estos discos. Aunque, por desgracia, esos descarriados no pueden ser muchos: la C¨¢mara de Comercio ni es una compa?¨ªa discogr¨¢fica ni puede hacer competencia a las compa?¨ªas discogr¨¢ficas. Por consiguiente, ha hecho una edici¨®n muy peque?a en cuya inspiraci¨®n no hay, ¨¢nimo de lucro, sino un inter¨¦s entre documental y arqueol¨®gico. Y eso, aunque comprensible, es una pena, porque me hubiera gustado acabar diciendo que el ¨¢lbum se encuentra en los mejores establecimientos del ramo, y lo pagas sin sentir, porque suelen dar all¨ª una gran facilidad.
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