El Soro enciende la traca final
ValenciaEl ¨²ltimo toro, al salir, se encontr¨® a porta gayola con El Soro. Encontrarse con El Soro a porta gayola debe ser todo un acontecimiento, y el toro lo celebr¨® embisti¨¦ndole como deben hacer los de su especie cuando son de la escuela pastue?a. Con tan fausto motivo, el torero le dio dos largas cambiadas de rodillas, y ¨¦sos fueron los chispazos que encendieron la traca final de la feria.
De aqu¨ª en adelante, todo transcurri¨® con una gran alegr¨ªa y un inmenso ruido. Aprovechando que el toro, adem¨¢s de pastue?o, era una mona, el tercio de varas fue de tr¨¢mite, y el de banderillas, un acontecimiento. La banda La Primitiva, de Liria, una magn¨ªfica banda que nos hab¨ªa amenizado la tarde con la brillante interpretaci¨®n de su variado repertorio, atac¨® el pasodoble Valencia y lo core¨® la plaza. El Soro, crecido en su af¨¢n de triunfo, prendi¨® tres pares espectaculares, comprometidos y aut¨¦nticos, que ocasionaron un verdadero alboroto.
Plaza de Valencia, 19 de marzo
S¨¦ptima y ¨²ltima corrida fallera. Cuatro toros de Jandilla, escasos de trap¨ªo, aborregados. Primero, sobrero del marqu¨¦s de Domecq, con cuajo y sentido. Tercero, de Montalvo, terciado y descastado. Luis Francisco Espl¨¢. Pinchazo hondo bajo atravesado y descabello (ovaci¨®n y salida al tercio). Pinchazo y estocada corta (palmas). V¨ªctor Mendes. Pinchazo y estocada (ovaci¨®n y salida al tercio). Estocada corta tendida y dos descabellos (vuelta). El Soro. Bajonazo (bronca). Estocada (dos orejas y salida a hombros).
Su faena de muleta recorri¨® toda la gama, desde los fuegos de artificio hasta la masclet¨¢. De acuerdo, no era Pepelu¨ª reaparecido, pero tampoco lo ser¨¢ nunca, pues Soret milita en otra escuela, nada trianera, porque es mediterr¨¢nea e hiperb¨®lica. Soret asume el arte del casal fallero y su toreo se produce farruc¨®n, fantasioso, colorista, desmedido de cuando la ocasi¨®n es propicia para el alarde de valor o de temple.
Esa ocasi¨®n la tuvo m¨¢s propicia que nunca durante la lidia del pastue?o sexto toro y a¨²n m¨¢s en el ¨²ltimo tercio. La d¨®cil e inacabable embestida le permit¨ªa dar cuantos pases se le ocurrieran: abierto el comp¨¢s o juntas las zapatillas, al natural o en redondo, de pie o de rodillas, en circular, por delante o por detr¨¢s. En plena melopea de toreo arroj¨® los trastos, se descar¨® delante de los cuernecitos y, montada despu¨¦s la espada, se fue detr¨¢s de ella para cobrar un estoconazo.
Un borrico
Exhaustos los m¨²sicos de La Primitiva, pues no hab¨ªan parado de tocar, enronquecido el p¨²blico, la traca final petardeaba a todos los vientos de Valencia. En hombros, por la puerta grande, sacaron a El Soro y lo llevaron en triunfo por la calle, y el gent¨ªo, que ya a esas horas tomaba posiciones para la nit del foc, camino de la plaza del Pa¨ªs Valenci¨¢ en riada, pudo unirse a la algarab¨ªa, lamentando no haber estado en la plaza para verlo.Lo que no sab¨ªa ese gent¨ªo es que lo anterior al triunfo de El Soro, exceptuada la lidia del primer toro, no hab¨ªa merecido la pena. El torero valenciano machete¨® con asco a la especie de borrico que sali¨® en tercer lugar lo que le vali¨® la severa reprimenda de sus mismos partidarios. Todo lo que llevaba el hierro Jandilla tambi¨¦n estaba aborricado, y su presencia iba desde lo discutible hasta lo francamente indecoroso. Varios de ellos se ca¨ªan desfallecidos. Al quinto, por si fuera poco, el picador lo raj¨® el lomo y quer¨ªa morirse V¨ªctor Mendes, que instrument¨® las mejores chicuelinas de la feria, no pudo hacer m¨¢s que faenas porfionas para extraer la gota de embestida que pudieran tener aquellos descastados ejemplares.
Otro tanto Espl¨¢ en el cuarto, que, por cierto, le lesion¨® un dedo. Espl¨¢ estuvo valiente ayer, sobre todo en el primero, un toro hondo "der marqu¨¦", que desarroll¨® sentido y que por el pit¨®n derecho rebanaba hachazos con la indudable pretensi¨®n de pegar cornadas en la ingle. El torero alicantino no le dio el gusto, aunque arriesg¨® mucho y agot¨® las posibilidades de sacarle faena.
La ciencia deber¨ªa decir si ese toro tra¨ªa de la dehesa el peligro o lo resabiaron los matadores- banderilleros con sus carreras y recortes. Los tres se cedieron los palos en la primera parte de la corrida y el ¨²nico tercio brillante de verdad que lograron fue el de ese primer toro, donde juguetearon con el animal. De ah¨ª en adelante, sus intervenciones en banderillas resultaron mon¨®tonas. F¨¢cil Mendes, arrojado El Soro, con enorme torer¨ªa y conocimiento de Ias querencias Espl¨¢. De todas formas, m¨¢s era el ruido que las nueces. El ruido y las nueces, a una, llegaron, ya de anochecida, con la traca final de El Soro.
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