10 orquestas j¨®venes de siete pa¨ªses, en el Festival Internacional de Murcia
J¨®venes m¨²sicos de un total de 10 orquestas de siete pa¨ªses han invadido desde el lunes la capital murciana y los pueblos de la regi¨®n para intervenir en el Festival Internacional de Orquestas. El empe?o, nacido hace tres a?os al calor de la universidad y de la pasi¨®n del profesor Enrique Gonz¨¢lez Semitiel y un estupendo equipo, ha encontrado el apoyo total del Gobierno aut¨®nomo, las municipalidades, los organismos musicales y juveniles del Estado y una serie de entidades regionales, p¨²blicas y privadas.
El festival cuenta, sobre todo, con la adhesi¨®n del pueblo, como se advierte de modo muy especial en las actuaciones al aire libre que se celebran cada ma?ana en la plaza de la Cruz. No menos calor envuelve los conciertos en 15 ciudades y pueblos murcianos. Abri¨® los ciclos de la iglesia de San Esteban la Orquesta de J¨®venes de Murcia, que dirige el valenciano Jaime Belda. Desde 1982 a hoy esta agrupaci¨®n ha avanzado no por pasos, sino a zancadas. La calidad de su Corelli y su Haendel fue excelente por el cuidado detalle de la ejecuci¨®n t¨¦cnica puesta al servicio de una vitalidad expresiva de gran comunicaci¨®n. En la suite en si menor, de Juan Sebasti¨¢n Bach, el flautista Jos¨¦ Miguel Pe?arroya (Liria, 1962) luci¨® una densidad, potencia y un fiato verdaderamente admirables. Los j¨®venes fueron muy aplaudidos.
Siguiendo una tradici¨®n centenaria, la escuela espa?ola de cuerda permanece ligada a la de B¨¦lgica. En el conservatorio de la capital belga ense?a el violinista tinerfe?o Agust¨ªn Le¨®n Ara, muchos de cuyos disc¨ªpulos tocan en el conjunto de cuerda del Real Conservatorio de Bruselas, que dirige el profesor liejense Erich Feldbusch.
En el concierto dado en la iglesia de la Asunci¨®n, de Moratalla, el grupo Belga, formado por 15 instrumentistas entre los que figuran el violinista Miguel Correa y el viola Vicente Ortiz, ambos de Valencia, gozamos de una interpretaci¨®n puntual y pl¨¢stica de las evocadoras Noches de Madrid, de Bocherini, as¨ª como de las Danzas aldeanas, de Gretry, perfectamente entendidas desde su naturaleza teatral. El flautista Gerard Noach toc¨® de manera preciosa la parte solista del concierto de Haydn, equilibrado por el movimiento incesante y el juego entre lo mel¨®dico y lo polif¨®nico caracter¨ªstico del gran cl¨¢sico vien¨¦s.
Casi totalmente formada por instrumentistas femeninos, la Orquesta del Liceo Musical de Cracovia, que dirige Janusz Ambros, cre¨® una textura transparente de la que se benefician tanto sus versiones de Vivaldi y los cl¨¢sicos de su pa¨ªs como los contempor¨¢neos de la escuela polaca: Janiewiez, Baird y Gorecki. Si el concepto para el barroco dista del m¨¢s a¨¦reo y cantar¨ªn de las orquestas italianas, espa?olas, y belgas, asombra la flexibilidad de estos m¨²sicos que en algunos casos no han rebasado la infancia.
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