Lev Kopelev
Un 'Don Quiiote' en la defensa de los derechos humanos de la paz
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Lev Kopelev, escritor y, disidente sovi¨¦tico, fue privado en 1981 de su nacionalidad, despu¨¦s de un largo tira y afloja con el r¨¦gimen de Mosc¨². Desde entonces tiene fijada su residencia en la Rep¨²blica Federal de Alemania. Persona de una humanidad desbordante, no ha cesado la lucha por la paz y los derechos humanos que inici¨® al lado de su gran amigo Andrel Sajarov. El autor de Cons¨¦rvese a perpetuidad es tambi¨¦n un personaje literario en la novela de Aleksandr Solyenitsin El primer c¨ªrculo, en la que Rub¨ªn vive su propia historia.
A sus 72 a?os, Kopelev ha logrado hacer realidad uno de sus sue?os: visitar Espa?a. En 1936, cuando era un joven militante comunista Kopelev quiso venir a Espa?a a luchar junto a los republicanos en nuestra guerra civil. "Hab¨ªamos sufrido mucho en nuestro pa¨ªs y todo lo que ocurr¨ªa aqu¨ª representaba la posibilidad de llevar a cabo nuestros ideales, la lucha contra el fascismo...", recuerda emocionado. Lleg¨® incluso a estudiar castellano, hoy olvidado despu¨¦s de casi 50 a?os. No obstante, el recuerdo de ciudades nunca vista como C¨®rdoba, Sevilla o Granada perdura a¨²n, junto a un extenso conocimiento de nuestra literatura. Enumera de memoria los nombres de los principales autores cl¨¢sicos y lamenta que no exista aqu¨ª el mismo inter¨¦s por la lengua y la literatura sovi¨¦ticas.Aquel idealismo que le llev¨® a formar parte del Ej¨¦rcito Rojo, donde alcanz¨® el grado de comandante, pronto se vio defraudado por las crueldades de algunos oficiales, y sus cr¨ªticas le costaron 10 a?os de internamiento. Rehabilita do plenamente en 1956, particip¨® con Sajarov en el comit¨¦ de defensa de los derechos del hombre y nuevamente se hizo hostil para el r¨¦gimen. Finalmente se vio obligado a exillarse junto a Raissa, su mujer. Atr¨¢s quedaron tres hija -otra est¨¢ casada y vive en Nueva York-, un hogar y muchos amigos. Entre ellos, Sajarov.
Kopelev, que es un hombre grande y con aspecto bonach¨®n, frunce el ce?o y adoptaun tono d voz en¨¦rgico para hablar del disidente sovi¨¦tico. "Es un s¨ªmbolo No es como la mayor¨ªa de noso tros, un escritor o un profesor, ¨¦l pertenec¨ªa a las m¨¢s altas esf¨¦ras" Insiste en lo injustificado de la detenci¨®n de un hombre cuyo ¨²nico delito es haber luchado contrala violencia, la demagogia y la explotaci¨®n del pueblo, y cierra los pu ?os con rabia como queriendo da m¨¢s fuerza a lo que dice. No es ne cesario. Sus ojos dejan traslucir una convicci¨®n contagiosa.
La misma convicci¨®n que se desprende de sus palabras cuando habla del sindicato polaco Solidaridad, interrogado por el significado de una chapa prendida en la solapa de su chaqueta con la palabra Solidarnosc en letras rojas. La experiencia polaca es para este hombre, optimista por naturaleza, un motivo de esperanza. La paz es posible, despu¨¦s de todo, porque en el mundo actual no hay elecci¨®n: o la paz, o ser¨¢ el final".
Raissa, la compa?era inseparable, que ha permanecido a su lado durante toda la entrevista, subrayando sus palabras con asentimientos de cabeza y matizando en algunas ocasiones, interviene para contar una an¨¦cdota que Kopelev ha pasado por alto. En 1963, tras su rehabilitaci¨®n, Kopelev fue comparado en un art¨ªculo de la Prensa sovi¨¦tica con Don Quijote, como s¨ªmbolo de una actitud ante la vida. Veinte a?os m¨¢s tarde, cuarido ya estaba en el exilio, la misriria Prensa sovi¨¦tica le atacaba con un art¨ªculo titulado Judas, bajo la m¨¢scara de Don Quijote. El mito espa?ol por antonomasia, que ¨¦l tanto admir¨® cuando ley¨® la obra en su juventud.., adquir¨ªa as¨ª un significado premonitorio en su vida y, Finalmente, ha podido venir a su encuentro.
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