Un libro sobre la rebeli¨®n de las madres bate r¨¦cords de ventas en Francia
Con 150.000 ejemplares vendidos en tres semanas, Yo, tu madre, de Christiane Cofiange, ha desbancado a -todos los ¨¦xitos de ventas, provocando un verdadero v¨¦rtigo en los libreros. Mil ejemplares al d¨ªa viajan hasta la Francia profunda, expuestos en el quiosco del lugar, comprados en los taciturnos pueblos campesinos. Es la rebeli¨®n sesentayochesca de las madres, que sueltan todo lo que tienen que decir "?Uf!".". Collange revela en su popular libro que las tres cuartas partes de los j¨®venes franceses, entre los 18 y los 25 a?os de edad, se independizan en familia, en casa de pap¨¢ y mam¨¢.
La pir¨¢mide familiar cambia respecto al pasado. Ahora, siempre seg¨²n Collange, "prefieren tener que v¨¦rselas con los padres en vez de con los patronos o con los rivales". Se refugian en la familia, convertida en una especie de balsa de la Medusa. La madre es la primera v¨ªctima. Me encuentro a Christiane Collange en su oficina, s¨®lida como una estatuilla maya, con el cabello muy corto, casi abrazada a su Apple Mac Intosh. Ha dedicado el libro a MAC, como ella llama a su computadora personal, y a sus cuatro hijos varones que desde hace 30 a?os le han planteado "muchos problemas". En cambio, MAC, el ordenador le "ha ayudado magn¨ªficamente" a escribir un libro "claro, di¨¢fano".
Le pregunto c¨®mo, explica su vertiginoso ¨¦xito y si se trata de un fen¨®meno estrictamente franc¨¦s. "En absoluto", responde.
Como prueba de que se trata de un fen¨®meno universal explica c¨®mo los soci¨®logos han comenzado a interesarse por sus investigaciones. La han invitado a una conferencia en la Sorbona, con cient¨ªficos franceses y norteamericanos. Ellos estudian casos dram¨¢ticos, pero no los que se definen como normales, que en realidad son la esencia (le las grandes evoluciones. Se refiere a la Asociaci¨®n Amor Duro, en Estados Unidos, que agrupa a los padres cansados de que les ri?an los hijos.
En otros pa¨ªses
"Una redactora del peri¨®dico Daily Mail", sigue diciendo, "y luego una sueca y una alemana vinieron a decirme: '?Sabe usted?, ?es exactamente igual en nuestros pa¨ªses! En el Quebec franc¨¦s se han vendido m¨¢s de 10.000 ejemplares, en vez de los 100 habituales'. ?C¨®mo explicar esto? Hemos eliminado el tab¨² sexual, el tab¨² matrimonial, y ahora queda el tab¨² de la relaci¨®n madre-hijos". La periodista capta mi pensamiento furtivo, huidizo, y pregunta: "?Y en Italia, la madre italiana?" "Bien, gracias... es m¨¢s v¨ªctima que matriarca. Quiz¨¢ su libro le ayude", le contesto. Pero centr¨¦monos en usted, prosigo. "De golpe, usted pone cabeza abajo toneladas de psicoan¨¢lisis, las tragedias griegas, los mitos antiguos. ?La hija castradora de la madre"
"Quiz¨¢ sea el ¨²ltimo tab¨²", responde. "En el feminismo, la hemos tomado con los hombres. Pero me pregunto si no es peor con los hijos. Es un inomento terrible cuando vuestro hijo os hace responsables de los propios fracasos. Y la madre acepta. Est¨¢ dispuesta a culparse a s¨ª misma. Hay madres confusas, humilladas, como una que me dijo: 'La culpa es m¨ªa, si no los he educado bien; yo estaba siempre en casa, pero no ten¨ªa cultura ni les llevaba el eco de los acontecimientos del mundo'. Y hay otra, que se golpea el pecho, pero por las razones contrarias: 'El peso de mi personalidad los ha aplastado, mi carrera, mi ¨¦xito los ha hecho indecisos'. Una se culpabiliza porque se ha divorciado, otra porque no se ha divorciado, otra m¨¢s porque permaneci¨® demasiado metida en la relaci¨®n con el marido, y esta otra porque fue abandonada por ¨¦ste.... Bueno, ya est¨¢ bien, concluyo irritada. No quiero que se trate a la madre como culpable ni como a una criada d¨®cil y silenciosa". Para no herir demasiado su modestia recurro a cierto humor ir¨®nico, y le digo que para m¨ª, su libro es el primer tratado de sociolog¨ªa que analiza el aplastamiento culpable de toda madre ante los hijos, aunque le pregunto por qu¨¦, seg¨²n ella, hasta ahora las madres no se hab¨ªan rebelado?
El mito del matrimonio
"Durante siglos" contesta, "se ha venido creyendo en el principio de que nada es m¨¢s maravilloso para nosotras que tener hijos. Como ocurr¨ªa en el mito del matrimonio: ninguna mujer se atrev¨ªa a contar c¨®mo era el infierno que viv¨ªa en pareja. Nos call¨¢bamos por miedo a quedarnos solas. Mi madre era una mujer discreta, pudibunda. Piense que vino a darme su primer consejo matrimonial cuando estaba prob¨¢ndome el vestido de novia, en mi cuarto. 'Tengo que darte un consejo, uno solo'. 'Ahora no es el momento', repliqu¨¦ yo. Pero mi madre, testarudamente, me hizo su gran y ¨²nica revelaci¨®n: 'Aunque no te guste, no lo digas nunca'. Y lo mismo respecto a los hijos: aunque no te guste...". Christine Collange ha establecido un dec¨¢logo de lo que no funciona con los hijos, y su conclusi¨®n ha sido, dirigida as¨ª a los lectores: "Si esto que digo no le ocurre a su familia, entonces tire el libro o d¨¦selo a otras personas". Le pregunto qu¨¦ ha pasado despu¨¦s.
"Pues que con gran asombro he comprobado que lo lee todo el mundo", contesta. "A veces me escriben incluso los hijos: 'Usted es dura', me dicen, 'pero hemos empezado a mirar a nuestra madre con otros ojos'. En provincias, las mujeres me abrazan. Es exactamente as¨ª, parece como si usted hubiese vivido en mi casa. Pero usted tiene la valent¨ªa de explicarlo. Son mujeres de todas las clases sociales".
Todas las tempestades
De todos modos le recuerdo que ella es una mujer rica, con una gran fortuna, la de la familia Servan-Schreiber, a la que pertenece, y que estamos aqu¨ª, en la avenida Hoche, un barrio elegante, en la sede de una de sus publicaciones peri¨®dicas, L'Expansion, y ante su MAC, que cuesta seis millones de liras. As¨ª que mucha gente no dejar¨¢ de preguntarse qu¨¦ vida ha tenido la persona que escribe un libro as¨ª. "Yo he vivido todas las tempestades, llena de maridos y de divorcios), responde. "He tra¨ªdo al mundo a cuatro hijos varones. Yo tambi¨¦n he tenido mis momentos de depresi¨®n y de v¨¦rtigo. Pero nunca duran demasiado. Y la iron¨ªa es la base del ¨¦xito para una mujer. Hay que rechazar la imagen femenina de moda, fabricada por el psicoanalista o por el escritor, y sentirse exactamente la que se es".
Para Christiane, la parte m¨¢s original del libro, es la que analiza las repercusiones de una libertad sexual plena mientras los hijos siguen viviendo en la casa paterna...
La autora de Yo, tu madre, cree que la revoluci¨®n sexual es la novedad de nuestro tiempo, y que, sin embargo, nadie explora cu¨¢les son sus consecuencias en el seno de la c¨¦lula familiar. En este contexto, la familia se basaba antes en el tab¨² sexual, y los padres eran sus guardianes. La disciplina de la familia consist¨ªa en la negaci¨®n del sexo bajo el techo familiar. Si la hija era virgen, permanec¨ªa con la familia. O bien se la empujaba fuera de casa en busca de marido. El hijo, por su lado, para poder tener su propia vida sexual, se ve¨ªa obligado a marcharse. Ahora, conquistada ya la libertad er¨®tica plena, aunque sigan viviendo con la familia, esto hace que surja una nueva sociolog¨ªa de las relaciones. Se quedan incrustados en casa, perezosos, par¨¢sitos. No echan hijos al mundo, tambi¨¦n porque desean seguir siendo tratados como ni?os eternos. Permanecen en estado filial tanto m¨¢s en cuanto que se niegan a convertirse en padres y madres. Una regresi¨®n infantil caracteriza a este fen¨®meno.
Los platos sucios
"Quiz¨¢ no sea elegante", a?ade, "pero yo hablo de los platos sucios en el fregadero. Parece poco, pero, aun as¨ª, en todas las familias el desorden entra de esta manera. Cuando salen, ni siquiera se despiden, dejan la cama sin hacer, apenas se lavan, no se limpian los zapatos ni siquiera una vez a la semana, no os preguntan qu¨¦ tal va el trabajo, no os ofrecen ni siquiera una aspirina contra el dolor de cabeza. ?Y esto, cuando no se drogan! Cambia la relaci¨®n entre padres e hijos, en el malestar social. Claro, no es que me olvide del paro, que arrasa en Occidente. ?Cu¨¢ntos hijos se quedan porque no encuentran casa o no tienen trabajo! Pero el problema es m¨¢s amplio...". Le digo que cita en el frontispicio de su libro una frase de la psicoanalista Fran?oise Dolto: 'Son los padres quienes quieren a los hijos, y no los hijos quienes quieren a los padres'. Opino que es una frase cruel. "Claro, ya me lo han echado en cara. ?Pero no cree usted que la frase forma parte de las verdades calladas?", replica Christiane Collange.
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