De profesi¨®n, 'sustituta sexual'
Patricia Pearlman, una de las 50 terapeutas del sexo que existen en EE UU, cuenta su experiencia tras cuatro a?os de experimentaci¨®n
"Consejera de sexualidad humana". As¨ª se define Patricia Pearlinan, una de las 50 sustitutas del sexo, que trabajan en Estados Unidos, cuando tiene que rellenar su declaraci¨®n de la renta. ?Y qu¨¦ es una sustituta del sexo? La definici¨®n es dif¨ªcil. Se trata de una compa?era temporal que trabaja con personas impotentes, fr¨ªgidas, carentes de deseo o que sufren alg¨²n problema que les impide gozar del sexo. Patricia Pearlman es s¨®lo alguien que desea que la vida sea m¨¢s placentera para los dem¨¢s. Es la vecina del piso de al lado, es una madre y una persona capaz, todo en uno. Es una trabajadora m¨¢s en una nueva profesi¨®n. Patricia cont¨® su experiencia a The New York Times.
SCOTT COHENPatricia Pearlman advierte cierto embarazo en sus interlocutores cuando alg¨²n inadvertido quiere saber su profesi¨®n. "Trabajo en sexualidad humana", contesta ella. "Algunas veces la gente se siente inc¨®moda con esa respuesta y lo deja ah¨ª, pero si alguien se siente interesado pregunta qu¨¦ es exactamente lo que hago, y entonces le digo que soy una sustituta del sexo". La duda surge inmediatamente: ?que diferencia hay entre una sustituta y una prostituta? Patricia tiene preparada su respuesta: "Una prostituta sirve para la satisfacci¨®n inmediata. Una sustituta del sexo busca resultados a largo plazo. Trabajo, en coordinaci¨®n con un terapeuta, en disfunciones sexuales. Tambi¨¦n trabajo con incapacitados f¨ªsicos; en este ¨²ltimo aspecto es una cuesti¨®n de concienciaci¨®n sexual y experimentaci¨®n". El terapeuta, explica ella, no les acompa?a en el trabajo de campo. "Cuando trabajo con incapacitados f¨ªsicos solamente estarnos el cliente y yo. En la mayor¨ªa de los casos porque no hay disfunci¨®n sexual. Las disfunciones simples son la eyaculaci¨®n precoz, la eyaculaci¨®n tard¨ªa, la impotencia y la falta de deseo o la incapacidad de gozar del placer".
Patricia tambi¨¦n tuvo su periodo de aprendizaje. "Segu¨ª un curso de terapia en Nueva York con otra sustituta. Adem¨¢s, realic¨¦ un curso de formaci¨®n intensiva en San Francisco con la doctora Barbara Reed, que es sustituta y terapeuta". Patricia explica en qu¨¦ consiste esa formaci¨®n: "Consiste en el enfoque de las sensaciones, en la atenci¨®n a las sensaciones sin contacto genital. Dar y recibir placer en varias partes del cuerpo fuera de la regi¨®n genital".
Tres hijos comprensivos
Su profesi¨®n es compatible con la vida familiar. Patricia tiene tres hijos "ya mayorcitos". Por eso no cree que su trabajo, sobre todo con los impedidos f¨ªsicos, tenga nada que ver con un instinto maternal incumplido. "En absoluto. Hay muchas sustitutas que son madres. Es casi una norma, aunque hay algunas que no lo son". Sus hijos, seg¨²n ella, "son muy comprensivos" con su trabajo", y eso que es casi una novata en su nuevo oficio. "S¨®lo llevo cuatro a?os. Mis hijos ya eran entonces lo suficientemente mayores como para comprender en qu¨¦ consiste exactamente mi trabajo y no avergonzarse por ello".
Patricia Pearlman se ded¨ªcaba anteriormente a dirigir una oficina. Pero descubri¨® que ser sustituta del sexo era su aut¨¦ntica vocaci¨®n. "S¨ª, eso es exactamente de lo que se trata, de una vocaci¨®n. O¨ª hablar de un hombre disminuido f¨ªsico que buscaba una sustituta para trabajar con ¨¦l. Desconoc¨ªa sus posibilidades. Cuando trabajo con disminuidos f¨ªsicos lo hago con las posibilidades, no con las imposibilidades. A?os despu¨¦s el hombre encontr¨® una sustituta, pero le era imposible viajar -estaba atado a su silla de ruedas-. ?l quer¨ªa ser pareja de alguien, tener una esposa o un arreglo de cohabitaci¨®n".
All¨ª empez¨® todo: "Cuando me enter¨¦ coment¨¦ con un par de amigos, una sustituta y un terapeuta, que me parec¨ªa un hombre admirable y que era una pena que nadie pudiera trabajar con ¨¦l. Me preguntaron si yo lo pod¨ªa hacer, porque siempre me sent¨ª muy satisfecha con mi sexualidad. Acept¨¦ y me dieron la preparaci¨®n adecuada para trabajar con ¨¦l. Cuando logr¨® alcanzar su meta nos echamos a llorar. Comprend¨ª que realmente me gustaba compartir. ?l sigui¨® hablando de la necesidad que hab¨ªa de algo as¨ª, de que no hab¨ªa sustitutas cerca que pudieran trasladarse a donde ¨¦l viv¨ªa. Entonces me di cuenta de que ¨¦sta era m¨ª vocaci¨®n".
Salario por sesiones
El concepto de estar bien o mal pagado es siempre relativo, aunque Patricia admite que no se dedica a ello 'por dinero". Una sustituta del sexo cobra no por horas "sino por sesiones, normalmente de 90 minutos a dos horas, y las tarifas van de 100 d¨®lares a 150 d¨®lares (de 17.000 a 25.000 pesetas). Puede parecer mucho, perocuando se tiene que viajar bastante no se pueden atender demasiados clientes al d¨ªa".
Curiosamente, es el mismo importe que en Nueva York cobran las call-girls. Pero Patricia advierte claramente las diferencias. "Una call-girl cobra eso y m¨¢s por una hora, pero es insensible a los problemas del cliente. El cliente no tiene oportunidad de corresponder y sentirse a gusto en un ambiente relajado. Con las prostitutas y call-girls es cuesti¨®n de no toques esto, no toques aquello, date prisa, corre".
Pero tampoco hay que olvidar los aspectos sexy en este tipo de relaciones de sustituta con paciente. Por ejemplo, reconoce Patricia, "no es infrecuente que los clientes pidan que lleve ropa interior negra o de otro color o estilo determinado. Aceptarlo o no depende de lo que se?ale el terapeuta y de lo que pretende con el cliente y si cree que en determinado momento puede ser beneficioso".
Profesi¨®n tan especial exige unos m¨¦todos de trabajo tambi¨¦n especiales. A la pregunta de si trabaja desnuda, Patric¨ªa Pearlman responde: con puntualizaciones: "Depende. Al principio de la primera sesi¨®n estamos los dos vestidos con ropa de calle, pero despu¨¦s trabajamos desnudos".
M¨¦todos de trabajo
Claro que los pasos no son siempre los mismos, pero suelen responder a un esquema bastante aproximado en todos los casos. "Despu¨¦s de leer el historial, para conocerlos y hacer que se sientan c¨®modos, los invito a un ba?o de espuma. siempre tengo preparado un ba?o de espuma. Hago que se desnuden, sin estar yo presente, y que se metan en el ba?o; despu¨¦s yo empiezo a ba?arlos y a proporcionarles toques sensuales, buscando los puntos sensibles de todo el cuerpo, excepto los genitales".
Patricia, mientras tanto, tampoco est¨¢ vestida. "Estoy desnuda todo el tiempo. Les digo que es porque no quiero mojarme y no se sorprenden al verme desnuda; despu¨¦s seguimos hablando y trabajando desnudos. Llegamos a estar c¨®modos y ellos empiezan a desear volver, y ya m¨¢s relajados se quitan la corbata, la camisa".
Por supuesto que no todos los clientes son iguales ni los tratamientos son siempre los mismos. Se trata de una labor personalizda. "Como ejemplo puedo se?alar que no siempre me desnudo delante de ellos. A veces es por etapas, dependiendo de cu¨¢l es la parte sobre la que estamos trabajando. Hay momentos en que me desnudo delante de ellos y ellos se desnudan, y hay otras veces en que nos desnudamos mutuamente. Hay tambi¨¦n veces que iniciamos la terapia acostados vestidos y nos desnudamos mutuamente".
Este proceso es muy similar cuando Patricia tiene que trasladarse a la casa del cliente, cuando se trata de impedidos f¨ªsicos. La posible ausencia de ba?o se soluciona r¨¢pidamente: "Una ducha es igual de placentera". Se trata, en cualquier caso, de que "se concentren en su propio cuerpo, en experimentar placer. Por eso no me meto nunca en el ba?o, porque entonces ellos se concentrar¨ªan en m¨ª".
Placer y peligro
Patricia reconoce que su trabajo le proporciona placer, pero tambi¨¦n tiene sus peligros. En cuanto al aspecto gratificante, tiene una doble vertiente, "psicol¨®gica y, por qu¨¦ no, tambi¨¦n sexual. Busco el placer y hago que lo busque el cliente". Y no hay que dejar de lado el afecto mutuo que surge en las relaciones, y aunque ocurre "raramente", seg¨²n Patricia, en algunos casos se ha producido el enamoramiento del cliente. Para ella es algo distinto. "Yo no me enamoro personalmente de ning¨²n cliente, aunque los amo a todos cuando estoy trabajando con ellos. Si noto que se est¨¢ produciendo alg¨²n tipo de acercamiento lo rechazo. Trato de ver al cliente de la misma forma que el profesor ve al alumno".
Los problemas que acarrea ser una sustituta del sexo no son sencillos de resolver. El primero de ellos, es de orden social, y se trata, afirma Patricia, del rechazo social, "de que no se nos acepte p¨²blicamente". El segundo, "las posibles enfermedades de transmisi¨®n sexual". Ya hay, por supuesto, que tomar medidas anticonceptivas, "aunque el coito comprende una parte m¨ªnima parte del programa". Patricia se ha hecho un ligado de trompas y adem¨¢s, si cree que se puede llegar al coito utiliza un diafragma.
Patricia, finalmente, destaca uno de los casos con lo que ha tenido que trabajar en mayor n¨²mero de ocasiones de lo que se puede creer: muchos de sus clientes son v¨ªrgenes. "Se llama virginidad adulta; se da en hombres de 30 y 40 a?os. No es tan rara como puede parecer. Algunas de las razones son de inseguridad y por la creencia de que todo el mundo tiene que tener conocimientos sexuales para ser sexualmente expresivo, que es algo que ha de ser natural, pero que reprimimos o no tenemos la oportunidad de explorar sin prejuicios nuestra sexualidad".
Patricia Pearlman responde intencionadamente a la pregunta de si alg¨²n cliente ha perdido la virginidad con ella. "No han perdido la virginidad; han encontrado la consciencia sexual". Todo un resumen de su labor.
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