Fuerza
Los b¨¢rbaros est¨¢n a nuestras puertas. Nuestra civilizaci¨®n, la ¨²nica digna de tal nombre, se encuentra amenazada. Minoritario en poblaci¨®n, Occidente ya no es m¨¢s que un islote en medio de la tormenta, asaltado por muchedumbres innumerables que sienten celos de ¨¦l al tiempo que le odian. ( ... ) Inquieta por esta marea que crece, pero adormecida en su propia comodidad deseando protegerla y aumentarla, una Europa despreocupada hace cada vez menos ni?os y no podr¨ªa oponerse al invasor m¨¢s que gracias a defensores lisiados, poco dispuestos a arriesgar sus preciosas vidas por el bien de la comunidad y la salvaguarda de los valores...Am¨¦rica Central se ha convertido en la quinta frontera de Europa, y hay que defenderla valientemente. ( ... ) Pero los europeos no tienen car¨¢cter de combatientes sin piedad, y no est¨¢n dispuestos a defender, con las armas en la mano, la civilizaci¨®n en la jungla o en las monta?as del istmo americano. No es ¨¦sa su vocaci¨®n. Para esta tarea sobran campesinos felices de vestir un uniforme que les asegure el pan cotidiano. Y es que la misi¨®n de nuestros modernos cruzados es muy distinta. Mediante la Prensa, suplican al Congreso estadounidense que vote los cr¨¦ditos solicitados por el presidente Reagan para combatir a la dictadura sandinista, para impedir que toda Centroam¨¦rica se convierta en una ¨²nica entidad marxista-leninista. ( ... )
La l¨®gica de este razonamiento es impecable, salvo en un peque?o matiz. Occidente ya ha empleado la fuerza. Y sin reparos. Desde las guerras de descolonizaci¨®n, m¨¢s tarde en Vietnam y, durante decenios, ofreciendo armamento a los reg¨ªmenes m¨¢s represivos. Pero esta actitud fracas¨® en todas partes. ?Por qu¨¦? En lugar de preguntarse sobre los supuestos peligros de un tercermundismo que nadie sabe definir exactamente, hay que interrogarnos sobre las razones por las que la civilizaci¨®n que algunos pretenden defender registra retrocesos tan dram¨¢ticos. (...)
abril
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