La profec¨ªa
Salvo el previsible rasgarse las vestiduras de la derecha atlantista, me ha sorprendido el relativo silencio coral con el que fue acogido un programa televisivo hist¨®rico, el que La Clave dedic¨® al tema de la OTAN. Esta vez La Clave tuvo la pel¨ªcula que el debate merec¨ªa y era una pel¨ªcula ind¨ªgena, especialmente encargada a Egea.Le pidieron objetividad y aport¨® un alegato contra la muerte y contra los fil¨®sofos del asesinato. Es lo m¨¢s que se puede hacer por esa vieja dama indigna llamada Objetividad.
Pintoresco el coro de actitudes. ?Por qu¨¦ estaba tan cejijunto y patriarcoatl¨¢ntico ?ngel Vi?as? Dudo de que la participaci¨®n en un programa televisivo, en cualquiera, le fuerce a uno a ir por la vida de mayordomo de ideolog¨ªa oficialista. Y adem¨¢s volver a insistir en las razones de Estado empieza a sonar a cantinela disuasoria que esconde las no razones del gobierno. Vino a pescar votos en r¨ªo revuelto el se?or Javier Rup¨¦rez, inicialmente gracioso y distante y finalmente excesivamente guapo para mi gusto.
Se recrea don Javier en la pose y aunque la naturaleza le ha concedido una bella madurez, exagera en los mohines y en las sonrisas lentas, as¨ª como en los controles de la gravidez o ingravidez de la cabeza sobre la punta de un dedo. Adem¨¢s le desatlantizaron cuando le preguntaron por la contribuci¨®n de la Alianza a la democracia turca.
Y no comento lo que me parecieron las actuaciones de Mohedano y Tamames para que no se me vea una vez m¨¢s un plumero que no oculto, pero si he de dedicar las pocas palabras que me quedan a los dos general alemanes. El proatlantista dijo todas las tonter¨ªas que no le conven¨ªa decir. El antiatlantista no parec¨ªa un general alem¨¢n.
En cuanto al t¨¦cnico canadiense, yo no me explico c¨®mo el individuo en cuesti¨®n ha podido pasar de cuarto de Bachillerato. Y luego los espa?oles tiraremos piedras contra nuestro sistema de selectividad, mientras en el Canad¨¢ llega a profeta de vida y muerte un personaje que s¨®lo es capaz de saberse las estad¨ªsticas por orden alfab¨¦tico. Lo m¨¢s horroroso de esta profec¨ªa es la mediocridad de los profetas.
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