Europa lucha por estar presente en los mercados del futuro
Estar presente en los mercados del futuro es la principal obsesi¨®n y el principal reto pol¨ªtico y econ¨®mico a que hacen frente los pa¨ªses m¨¢s poderosos de Europa occidental. El esfuerzo, que ya era enorme antes de que EE UU anunciara el programa de investigaci¨®n de la Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI) (26.000 millones de d¨®lares en cinco a?os, unos cuatro billones y medio de pesetas), es ahora gigantesco. Los dirigentes europeos tienen que adoptar en los pr¨®ximos meses decisiones de las que depender¨¢ el crecimiento econ¨®mico de sus pa¨ªses en el a?o 2000. La cumbre de Bonn es el escenario de una primera toma de posiciones, pero las discusiones y enfrentamientos no han hecho m¨¢s que comenzar.
Participar en el reparto de los nuevos mercados significa estar presente en el campo de la electr¨®nica y de la informaci¨®n, tecnolog¨ªa sin la cual todos los otros cap¨ªtulos quedan fuera del alcance de su mano, pero tambi¨¦n, y de forma prioritaria, en el de las telecomunicaciones, lo que quiere decir hoy d¨ªa en el campo de los sat¨¦lites y de los estudios espaciales.Los europeos despertaron en ese cap¨ªtulo antes que en otros, y aunque sigue existiendo un desfase importante con respecto a EE UU, han desembarcado ya, s¨®lidamente, en un mercado que representa m¨¢s de tres billones de pesetas en los pr¨®ximos 10 a?os. En febrero, por primera vez, Europa puso en ¨®rbita, previo pago, dos sat¨¦lites para Arabia Saud¨ª y Brasil. La operaci¨®n fue un ¨¦xito. Pocos d¨ªas antes la Agencia Espacial Europea, a la que pertenecen 13 pa¨ªses (entre ellos, curiosamente, Canad¨¢) hab¨ªa decidido aumentar en un 70% su presupuesto, que pas¨®, para los pr¨®ximos cinco a?os, de 7.000 a 11.000 millones de francos (unos 220.000 millones de pesetas). La investigaci¨®n espacial podr¨ªa constituir un modelo para la cooperaci¨®n entre EE UU y Europa en la guerra de las galaxias al menos seg¨²n Francia, gran impulsor del despegue espacial. En efecto, la agencia no excluye la colaboraci¨®n con los proyectos norteamericanos, pero los enfoca de manera conjunta y de forma complementaria con sus pluses.
Los europeos, por ejemplo, no se han limitado a esperar que EE UU colocara en ¨®rbita los sat¨¦lites de comunicaciones que ellos mismos necesitaban. Por el contrario, han puesto a punto su propio cohete lanzador, el Ariadne, que puede situar en el espacio algunos de los sat¨¦lites que Europa precise y competir con la NASA para arrancarle clientes de otras partes del mundo. El lanzamiento del Arabsat y del Brasilsat supuso la irrupci¨®n de la agencia en el mercado mundial, porque adem¨¢s los dos sat¨¦lites hab¨ªan sido construidos por dos pa¨ªses miembros, Francia y ?Canad¨¢. Un buen ejemplo de la complementariedad de la cooperaci¨®n con EE UU: el proyecto Columbus. Washington piensa colocar en ¨®rbita hacia 1990 una estaci¨®n espacial permanente. La NASA ofreci¨® a los pa¨ªses europeos una participaci¨®n y ¨¦stos aceptaron. La estaci¨®n contar¨¢ con un m¨®dulo llamado Columbus para uso de la agencia europea. Y puesto que la explotaci¨®n racional del m¨®dulo exige llevar y traer material y hombres, Francia ha propuesto la fabricaci¨®n del Hermes, un avi¨®n espacial.
El Hermes tiene dos objetivos: primero no depender de EE UU para tener acceso al Columbus, es decir, no tener que pagar el billete o el precio del flete ni hacer cola. Segundo, el avi¨®n espacial permitir¨¢ a los europeos asegurar a sus clientes el mantenimiento y reparaci¨®n eventual de los sat¨¦lites de comunicaciones colocados en ¨®rbita por el Ariadne, mejor dicho, por una nueva generaci¨®n de Ariadne, la cinco, m¨¢s perfecciona da y potente.
El proyecto no cuenta a¨²n con financiaci¨®n com¨²n, pero Francia est¨¢ segura de que sus colegas europeos terminar¨¢n por subirse a su carro. Tanto es as¨ª que ha comenzado por su cuenta los trabajos de investigaci¨®n. En teor¨ªa el Hermes realizar¨¢ su primer vuelo en 1997
Proyecto prometedor
"El proyecto tiene una gran dificultad. Yo dir¨ªa que est¨¢ en el l¨ªmite de la capacidad tecnol¨®gica europea, pero precisamente por eso es prometedor", explica Henri Martre, presidente de la compa?¨ªa aeroespacial encargada de los estudios preliminares. El avi¨®n espacial europeo ser¨¢ m¨¢s peque?o que el norteamericano y no lanzar¨¢ sat¨¦lites, pero obligar¨¢ a los europeos a perfeccionar su tecnolog¨ªa de resistencia al calor, manipulaci¨®n espacial, alimentaci¨®n el¨¦ctrica..., campos que tienen una inmediata aplicaci¨®n industrial. Adem¨¢s, colocar un hombre en el espacio exige una cobertura impresionante en tierra y una precisi¨®n m¨¢xima. Seiscientos ingenieros franceses se han puesto ya a la tarea y pronto ser¨¢n otros muchos en toda Europa occidental.
"El programa Eureka, de cooperaci¨®n tecnol¨®gica, tiene la misma filosof¨ªa", dice un experto franc¨¦s, "en lugar de colaborar con EE UU en la guerra de las galaxias de forma individual, empresa por empresa, de manera que sean ellos quienes decidan qu¨¦ parte del pastel vas a probar, se les presentar¨ªa un frente unido en el que los europeos decidir¨ªan si les gusta la crema o el bizcocho".
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