L¨¢grimas de impotencia al abandonar el 'tri¨¢ngulo de oro'

Una enorme excavadora demoli¨® ayer en poco menos de media hora otro de los edificios del denominado tri¨¢ngulo de oro, en la calle de Bravo Murillo, n¨²mero 376, que forma parte de un conjunto de solares e inmuebles antiguos situados en una parcela que hace semiesquina con la plaza de Castilla y las calles de Ulpiana Benito y de Capit¨¢n Haya, en Madrid. La zona del inmueble habitada por familias qued¨® lista para ser demolida hoy. Ayer, entre l¨¢grimas y protestas resignadas, los camiones de mudanzas se llevaron los enseres de las familias que vivieron all¨ª m¨¢s de 40 a?os.

Los tr¨¢mites de expropiaci¨®n de las 42 viviendas habitadas y algunos locales comerciales instalados en los edificios que forman la manzana conocida como el tri¨¢ngulo de oro comenzaron en 1959, y los vecinos afectados consiguieron paralizarlos de formas muy diversas durante todos estos a?os. Sin embargo, el pasado 21 de diciembre se firm¨® un convenio de permuta de bienes entre la Comunidad de Madrid el Ministerio del Interior y el Ayuntamiento de Madrid.Razones oficiales que no alivian en nada el drama persona de las familias que habitan los edificios n¨²meros 370, 372, 374 y 376 de la calle de Bravo Murillo personas ancianas en su mayor¨ªa y todos ellos habitantes de sus casas y del barrio desde hace m¨¢s de 40 a?os en algunos casos.

A las 8.30 de la ma?ana de ayer, hora oficial en que estaba previsto el derribo del inmueble de Bravo Murillo, 376, tres camiones de mudanzas se hallaban aparcados frente a su puerta.

En uno de ellos se cargaron los mil y un utensilios y productos diferentes del bar Ramos. Cervezas, decenas de cajas de bebidas, sillas, refrescos, cafetera, objetos de adorno... Sus propietarios, una pareja madura, serios y concentrados en la mudanza-expulsi¨®n, no ten¨ªan deseos de hacer declaraciones. Al mismo tiempo, L¨¢zaro Casas Vadillo, de 70 a?os, hoy jubilado, ayer contratista de obras y promotor de la planta superior de la vivienda que habitaba hasta ayer y de otras varias del tri¨¢ngulo, dirig¨ªa el desmantelamiento de su casa. Su nuevo destino es un piso de protecci¨®n oficial en el barrio Alto de Palomeras, en la calle de Luis Mar¨ªn, n¨²mero 6.

Su mujer, Carmen P¨¦rez Blasco, tambi¨¦n de 70 a?os, sollozaba en la cocina y ped¨ªa disculpas a los periodistas por el desorden que reinaba en la casa. Afuera, en el solar resultante de la demolici¨®n anterior de otros edificios, aguardaba una enorme pala excavadora a que se retiraran los vecinos para comenzar su labor destructiva,

Pablo P¨¦rez Arroyo y su hermana Paula, emparentados con la esposa de L¨¢zaro, ayudaban a la mudanza, cariacontecidos. Sab¨ªan que el drama de ayer es el preludio del que les espera a ellos mismos, vecinos del bloque contiguo. A la experiencia traum¨¢tica de su marcha del barrio se une la separaci¨®n de dos familias que han convivido juntos, casa con casa, durante a?os.

Para estas familias, el destierro al Alto de Palomeras, como ellos mismos lo calificaron, "es el disgusto m¨¢s grande de nuestra vida. ?Qu¨¦ hacemos nosotros en un barrio donde no conocemos a nadie, a nuestra edad?".