Los comunistas portugueses, solos frente a Reagan
El presidente norteamericano, Ronald Reagan, lleg¨® ayer por la tarde a Lisboa, ¨²ltima etapa de su gira europea y, seg¨²n todos los indicios, la m¨¢s pac¨ªfica y agradable. Los partidos pol¨ªticos con representaci¨®n parlamentaria, con exclusi¨®n del comunista, est¨¢n firmemente comprometidos en lograrlo. Los democristianos han llegado incluso a anunciar su apoyo al embargo comercial contra Nicaragua decretado por la Casa Blanca. El programa oficial de la visita no ha sido modificado, pese a la muerte del ex primer ministro y ex presidente del Partido Socialdem¨®crata Carlos Mota Pinto.
El presidente de la Rep¨²blica, Antonio Ramalho Eanes, y el primer ministro, el socialista Mario Soares, asistieron a primera hora de la tarde en Coimbra al entierro de Mota Pinto, pero regresaron a Lisboa a tiempo para recibir al presidente norteamericano. El duelo nacional ha sido reducido a tan s¨®lo 24 horas para no perturbar el ambiente festivo de la recepci¨®n.Incluso la huelga indefinida del transporte a¨¦reo fue interrumpida por los sindicatos de t¨¦cnicos de mantenimiento para "evitar connotaciones pol¨ªticas". Reagan y su esposa, Nancy, fueron recibidos en el aeropuerto de Lisboa por Eanes y conducidos en helic¨®ptero hasta la plaza del Imperio de la capital portuguesa. En ese lugar se celebr¨® la bienvenida oficial, tras la cual los Reagan visitaron el cercano monasterio de los Jer¨®nimos, donde colocaron una corona de flores sobre la tumba del poeta Luis de Camoens. Posteriormente, les fue ofrecida una cena privada en la residencia del prqsidente Eanes, en el palacio de Belem. Ronald y Nancy Reagan pasaron la noche en el palacio real de Queluz, a unos 20 kil¨®metros al norte de Lisboa, destinado a los jefes de Estado en visita oficial a Portugal.
Un encuentro privado con Mario Soares en la residencia oficial del primer ministro portugu¨¦s, una recepci¨®n en el Parlamento, donde Reagan pronunciar¨¢ un discurso de 20 minutos, un almuerzo ofrecido por el Gobierno en el palacio de Sintra y la cena de gala en el palacio de Ajuda, en Lisboa, ser¨¢n los momen tos m¨¢s importantes del programa. Es pr¨¢cticamente id¨¦ntico hasta por la duraci¨®n, al de la visita a Madrid, pero rellenado de peque?os gestos y de atenciones cari?osas, con las cuales las autoridades portuguesas han querido manifestar su simpat¨ªa y amistad hacia Estados Unidos y la pareja presidencial.
Apoyo al embargo
El alcalde, democristiano, de Lisboa, Nuno Krus Abekasis, se traslad¨® al monasterio de los Jer¨®nimos para que Ronald Reagan pudiese firmar en el libro de la ciudad. Una exhibici¨®n de arte ecuestre ser¨¢ ofrecida ma?ana a Reagan en el palacio de Queluz. La primera dama norteamericana visitar¨¢, con Manuela Eanes, la esposa del presidente, un centro especializado en el tratamiento de j¨®venes drogadictos.
Los comunistas ser¨¢n los ¨²nicos en no aplaudir el discurso de Reagan en el Parlamento, donde los ¨²nicos ausentes ser¨¢n los tres diputados de la izquierda socialista de Lopes Cardoso. Todos los otros grupos han declarado su satisfacci¨®n por la visita del presidente norteamericano. Los democristianos llegaron al extremo de apoyar expresamente el embargo decretado contra Nicaragua.
Empleados municipales han borrado de las paredes de Lisboa algunas inscripciones desfavorables para el visitante. Reagan no tendr¨¢ la posibilidad de ver los carteles que algunos grupos de la extrema izquierda hab¨ªan colocado la noche anterior, llam¨¢ndole asesino. De las manifestaciones convocadas para protestar contra la visita, s¨®lo la de CGT, sindicato comunista, tuvo cierta importancia num¨¦rica.
Algunos miles de personas, se concentraron en la lisboeta plaza del Rossio en el momento de la llegada de Reagan, pero dirigieron sobre todo su hostilidad contra Mario Soares y el Gobierno. La octavilla, distribuida en la concentraci¨®n, dec¨ªa: "Reagan, go home, y ll¨¦vate a Soares". Una sola sombra: la explosi¨®n que afect¨®, en la noche del mi¨¦rcoles, a los poderosos repetidores de la norteamericana Radio Europa Libre en Gloria do Ribatejo, a 50 kil¨®metros de Lisboa. Hizo m¨¢s ruido que da?os: los oyentes de los pa¨ªses del Este no ser¨¢n privados hoy de sus programas diarios de propaganda anticomunista.
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