Pedro Delgado, un ciclista contra corriente
Un corredor en entredicho, ante su gran triunfo

Pedro Delgado dobla cuidadosamente cada jersei amarillo que consigue. Lo deja cerca de la maleta. Los colecciona porque se le han resistido hasta el punto de cuestionar lo que podr¨ªa ser una mete¨®rica carrera como ciclista. En esa maleta siempre lleva un libro, al menos. Algunos le llaman en Segovia el Chingoleta; otros, el sobrino de la Abuela. Su t¨ªo es la Abuela. Est¨¢ acostumbrado a sortear coches en las carreteras de la sierra madrile?a, a que no le conozcan vestido de ciclista, a que le insulten con frecuencia, a que se r¨ªan de ¨¦l. Por eso le asustaba la idea de llevar en el maillot la publicidad de una marca (le preservativos. "Era demasiado fuerte", dijo con alivio cuando conoci¨® que las negociaciones se desviaron hacia otra casa comercial. Corre para Orbea, como Orbea fue la primera bicicleta seria que: mont¨®. Pero es un ciclista cuya mejor cualidad es tener la cabeza en su sitio. Un corredor fr¨ªo, contra corriente. "Soy un zorrete del ciclismo", dice.Un martes, el 19 de julio de 1983, Pedro Delgado se encontr¨® en la cresta de la ola. Era el hombre del d¨ªa de la Prensa deportiva europea, recib¨ªa la visita de ex corredores como Jacques Anquetil y Eddy Merxkc y contestaba a sus preguntas. Una semana antes era un don Nadie del ciclismo espa?ol que se hab¨ªa llevado al Tour de Francia La Divina Comedia, de Dante, porque necesitaba una lectura larga para una prueba tan larga. Descansaba en una de las m¨¢s hist¨®ricas cumbres del ciclismo mundial, l'Alpe d'Huez, en un peque?o hotel, al borde de un sorprendente triunfo. Necesitaba 1.08 minutos para ser l¨ªder del Tour de Francia y sobrepasar a un tal Laurent Fignon por el que no daban un franco ni Anquetil ni Merckx. Fignon era el l¨ªder, pero los grandes monstruos sagrados del ciclismo hab¨ªan decidido entrevistar a Pedro Delgado.Un hombre fr¨ªo
Atendi¨® a todos, habl¨¦ con su novia por tel¨¦fono y se mostr¨® tranquilo. Hac¨ªa unos meses, hab¨ªa circulado por su cabeza abandonar el ciclismo. Le hab¨ªan-convencido de que reun¨ªa grandes posibilidades, pero ten¨ªa claro que, si no llegaba alg¨²n ¨¦xito de cierta relevancia, volver¨ªa a sus estudios. Estaba harto de recibir palmadas en la espalda. Estaba fr¨ªo: "Ahora todos compiten por recordarme que fueron los primeros en descubrirme. Les doy mi conformidad y se van tan contentos", manifestaba sin reparo. "Desde hace poco tiempo me salen muchos parientes. Le doy una patada a una piedra y crecen los parientes". Ahora, el 11 de mayo de dos a?os despu¨¦s, un s¨¢bado, le han renacido m¨¢s parientes en Segovia. Algunos hab¨ªan muerto de desconocida enfermedad. Pedro Delgado se empe?a en ir contracorriente y est¨¢ a punto de doblar, definitivamente, un jersei amarillo que pueda llevarse a su casa como un recuerdo imborrable.Ir contracorriente es hacer lo que hace. "Me gusta leer las p¨¢ginas deportivas de los peri¨®dicos de pol¨ªtica porque son mejores y m¨¢s imparciales. De los diarios deportivos me gusta aquello que dicen, que es poco, de pol¨ªtica". Delgado corr¨ªa en Segovia con unos amigos, ganaba algunas
pruebas locales y se agarraba algunas grandes p¨¢jaras de vez en cuando. Pero lleg¨® un se?or de Valladolid, Ram¨®n Chamorro Moliner, y se lo llev¨® a un equipo amateur con poco dinero de por medio. Terminaba el COU y probaba a ser ciclista hasta que Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri, buscador de talentos para aplicar su filosof¨ªa particular dirigiendo al Reynolds, le contrat¨® como profesional.
Ech¨¢varri, conocido como el monje en algunos c¨ªrculos y como Jomeini en otros, hizo una profec¨ªa: "Si no se tuerce, si tiene un poco de suerte, puede llegar a asombrar profesionalmente en Espa?a y fuera de Espa?a. Tiene clase, pero tiene la cabeza fr¨ªa dentro y fuera de la carretera". Delgado lleg¨®, as¨ª, con el servicio militar reci¨¦n cumplido, a su primer Tour de Francia: 23 a?os, inexperto y espa?ol. Un escalador m¨¢s, dec¨ªan los franceses, hasta que vieron que Pedro Delgado era el ciclista m¨¢s espectacular de los ¨²ltimos tiempos por su forma de bajar un puerto de alta monta?a. Iba contracorriente.
Ir contracorriente significa para Delgado hacer las cosas seg¨²n le dicta su inteligencia. Bajaba, ante la admirando de los franceses, en una posici¨®n extra?a, con los labios casi besando la rueda delantera. Parec¨ªa un suicida. Pero Delgado hab¨ªa averiguado que el centro de gravedad le permit¨ªa, en esa posici¨®n, correr a m¨¢s velocidad sin peligro. "Las matem¨¢ticas eran mi asignatura favorita", dec¨ªa.
Delgado, aparte sus cualidades f¨ªsicas, es un corredor que utiliza inteligentemente sus posibilidades. Ech¨¢varri, el director que mejor le ha llegado a conocer, ha reconocido que le deja correr a su aire: "Es un corredor que, sobre todo, sabe estar en la carrera; que analiza lo que pasa, a quien no hace falta decirle cu¨¢ndo tiene que atacar". Delgado lo corrobora "Detecto enseguida lo quee pasa en una etapa. Creo que s¨¦ lo que puede significar cada ataque. A veces hay una escapada y viene r¨¢pido Greciano a avisarme. ?Qu¨¦, tiramos?, me dice. Suelo recomendarle tranquilidad. No s¨¦... A lo mejor es que tengo suerte". Si a ello une conocimiento del terreno, resulta un corredor explosivo. En la etapa clave de los Pirineos, en el Tour de Francia del pasado a?o, conoc¨ªa el terreno. Atac¨® en una falsa subida: "Ten¨ªa dos kil¨®metros para atacar fuerte, luego un kil¨®metro de bajada para recuperar fuerzas y, finalmente, la subida al puerto para atacarlo con ventaja y repuesto del esfuerzo". Actuaba contracorriente porque atac¨® antes de que empezara el puerto, lo que nadie entend¨ªa. ?l sab¨ªa que la clave estaba en ese kil¨®metro de descenso. Le sali¨® bien.
Luego de sus ¨¦xitos, fich¨® por la casa Orbea con el contrato m¨¢s alto en la historia del ciclismo espa?ol. A sus 24 a?os, negociaba ese contrato, la formaci¨®n del nuevo equipo y el fichaje de algunos de sus compa?eros. Pocos corredores, a esa edad, han hecho algo as¨ª. Sus detractores, que los tiene a mansalva, se frotaban las manos suponiendo que la ca¨ªda iba a ser espectacular, pero 24 horas antes de que salieran las primeras cr¨ªticas dio el golpe en Segovia. Ahora est¨¢ a punto de ganar una Vuelta a Espa?a con 25 a?os reci¨¦n cumplidos, un hecho no muy frecuente para un corredor espa?ol. Le queda una etapa m¨¢s, hasta Salamanca.
Pedro Delgado tuvo hasta hoy un problema de credibilidad: muy pocos cre¨ªan en ¨¦l. Estaba destinado, porque se hab¨ªa escrito hasta en titulares, a ser un bluf. No ca¨ªa simp¨¢tico a cierta prensa porque era demasiado listo y respond¨®n y porque, como dec¨ªan algunos t¨¦cnicos, "hab¨ªa estudiado COU", hecho no siempre bien visto en el ciclismo espa?ol.'Un d¨ªa malo'
Era un corredor destinado a tener siempre un d¨ªa malo que rompiera todas sus esperanzas y dejara su curr¨ªculo semivac¨ªo de victorias. Hay gente que acude a las estad¨ªsticas cuando le convienen y ¨¦stas no eran, fr¨ªamente, muy favorables. Hasta ayer, Pedro Delgado ten¨ªa el escueto expediente siguiente: ganador de la Vuelta a Arag¨®n de 1983 y de la cl¨¢sica Zaragoza-Sabi?¨¢nigo de 1982. Sobre estos datos, una leyenda negra.
En la Vuelta a Espa?a hab¨ªa ocupado el puesto 292 en 1982, el 152 en 1983 y el cuarto en 1984. En el Tour de Francia, la cuna de sus mejores momentos, fue 15 2 en 1983 y se retir¨® por una ca¨ªda en la edici¨®n de 1984. Pedro Delgado era un corredor que no hab¨ªa ganado una etapa, a pesar de lo cual cobra casi 20 millones de pesetas como jefe de filas del equipo Orbea. Hab¨ªa dejado sus estudios de ATS porque se lo hab¨ªa pedido Ech¨¢varri, el director del Reynolds. "T¨² puedes ganar mucho dinero en esto", le dijo y no se arrepiente de ello. Pero esos 20 millones han pesado sobre sus piernas durante 20 d¨ªas. Se los han recordado jornada a jornada. Ahora, al menos, est¨¢ a punto de justificar 10 millones. S¨®lo Pedro Delgado conoce a Pedro Delgado.
Lleva dos a?os como profesional, dedicado exclusivamente al ciclismo, y ha saboreado lo que es estar entre los grandes. Pero su carrera tambi¨¦n va contracorriente porque, cuando lo f¨¢cil era apostar por Delgado, llegaba su d¨ªa malo y se frustraban los ¨¦xitos. Los ha tenido, y muy importantes, a las puertas de una s¨®la etapa y se le han ca¨ªdo de las manos. Pero no ha perdido la compostura. Porque Delgado espera. A lo peor no llega a ser un gran campe¨®n. Quiz¨¢ no gane nunca un Tour de Francia. Pero el d¨ªa que se retire lo har¨¢ r¨¢pido y con las espaldas bien guardadas. Habr¨¢ sacado jugo al ciclismo. Habr¨¢ ido contracorriente.
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