Los charlatanes conquistaron al p¨²blico en la plaza Mayor
MAITE NIETOLa plaza Mayor, en el coraz¨®n geogr¨¢fico de Madrid, se convirti¨® ayer por la ma?ana en escenario principal de las fiestas. M¨¢s de una decena de charlatanes conquistaron al p¨²blico, que casi llenaba la plaza, con sus originales maneras de vender los m¨¢s variopintos productos, desde mantas hasta cruces magn¨¦ticas, "para eliminar los problemas nerviosos". La noche fue para los que asistieron a la velada de humor celebrada en el Palacio de Deportes y a las verbenas y conciertos celebrados en los jardines de las Vistillas y del paseo de Camoens.
Las calles de acceso a la plaza Mayor se convirtieron ayer en un enorme escenario en el que ten¨ªan cabida desde una banda de m¨²sica hasta un grupo de titiriteros que atra¨ªa las miradas de los transe¨²ntes con un mono que no paraba de dar saltos mortales y una cabra capaz de mantenerse en pie sobre un diminuto vaso de cristal.La atenci¨®n del p¨²blico, que casi llenaba la plaza Mayor desde el mediod¨ªa, se concentr¨® en el tablado instalado bajo la Casa de la Panader¨ªa cuando se anunci¨® el inicio de la exhibici¨®n que realizaron 11 charlatanes procedentes de diferentes regiones espa?olas.
Uno a uno, los vendedores provocaron las risas del p¨²blico con los argumentos utilizados para enaltecer todo tipo de mercanc¨ªas. Cruces para solucionar los problemas nerviosos, colgantes que resisten los efectos del m¨¢s fuerte de los corrosivos y un corte de tela para hacer un traje que, por el m¨®dico precio de 8.000 pesetas, llevaba como regalo una manteler¨ªa, un juego de toallas, un juego de cama, una colcha, una manta de mil usos y un juego de tocador de 32 piezas, que no era otra cosa que un peine con 32 p¨²as.
Por la noche la diversi¨®n continu¨® en el Palacio de los Deportes donde cientos de personas, en su mayor¨ªa de mediana edad, rieron con las ocurrencias de Tip y Coll, Mary Sampere, Gila y Gran Wyoming. El n¨²mero de asistentes -media entrada- no fue tan numeroso como se esperaba teniendo en cuenta los artistas que actuaron y el precio popular de la entradas, que oscilaba entre 300 y 500 pesetas.
En las verbenas de los jardines de las Vistillas y en el paseo de Camoens, decenas de miles de j¨®venes se congregaron, a pesar de la lluvia que hizo su aparici¨®n alrededor de medianoche, para marcarse unas rumbas, un zapateado un rock o cualquier baile que se le pusiera por medio.
El inconveniente es que la marcha nocturna de las verbenas multitudinarias deja huella sobre lo jardines, que, al amanecer, parecen el escenario de una incruenta batalla de botes de cerveza, pape les, colillas y residuos de todo tipo.
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