El umbral del fascismo
Cuando se estren¨®, en 1966, La jaur¨ªa humana obtuvo como ¨²nico saludo en los Estados Unidos la espalda airada de las grandes cadenas de exhibici¨®n y tuvo que refugiarse en los circuitos marginales, que all¨ª son basureros de lujo destinados a la inteligencia y el riesgo. Era La jaur¨ªa humana un filme muy radical, sincero y violento, cargado con demasiada energ¨ªa transgresora para las estrechas tragaderas de una cinematograf¨ªa que todav¨ªa sent¨ªa sobre su nuca el hielo del pistol¨®n del senador McCarthy y su gendarmer¨ªa fascista, aquella que se abri¨® paso entre la inteligencia del cine de Hollywood a hachazo limpio.Arthur Penn -que demostr¨® ser hombre d¨¦bil de car¨¢cter, pues acept¨® el anatema y reneg¨® del filme- fue tildado en su tierra de cineasta tortuoso y oportunista; Lillian Hellman, de escritora criptocomunista y MarIon Brando -que consideraba a este filme el mejor de cuantos hab¨ªa interpretado-, de furibundo anarquista.
La jaur¨ªa humana
Director: Arthur Penn. Gui¨®n: Lillian Hellman. Int¨¦rpretes: Marlon Brando, Angie Dickinson, Miriam Hopkins, Robert Redford, Jane Fonda, Robert Duvall.Cines Callao y Carlos III, Madrid.
M¨¢s tarde, en Europa, para rizar el rizo de la arbitrariedad, los cr¨ªticos de la izquierda dijeron que la pel¨ªcula era contemporizadora, y los de la derecha que exagerada. Solo unos pocos analistas vieron en La jaur¨ªa humana una obra de rara fuerza, tallada en roca, y pidieron para ella la prueba del tiempo. Dos d¨¦cadas han transcurrido y son suficientes, pues este noble, denso e indignado filme ha emergido casi intacto de la erosi¨®n del silencio y de la mordedura del vac¨ªo.
Los signos pol¨ªticos subterr¨¢neos, que en su origen coparon los alcances pol¨¦micos del filme, hoy se han templado, impregnan a la pantalla con un velo lejano, casi imperceptible, y esto beneficia a otros aspectos relevantes del relato, que en su tiempo pa saron inadvertidos y ahora se vienen de golpe a primer t¨¦rmi no. Por ejemplo, La jaur¨ªa humana es una inteligente respuesta de Penn a la inc¨®gnita que, cuan do el filme se hizo, comenzaba a oscurecer el destino del g¨¦nero de g¨¦neros del cine de Hollywood: el moribundo westem.
Supervivencia del 'western'
En efecto, con este filme y un a?o despu¨¦s con Bonnie y Clyde Penn puso de manifiesto que el western es m¨¢s que un g¨¦nero na rrativo argumentalmente cercado por un tiempo y un espacio hist¨®ricos cerrados sobre s¨ª mis mos. Es, por el contrario, un rito civil universal y, como tal, est¨¢ todo ¨¦l en La jaur¨ªa humana.S0in ser una pel¨ªcula del Oeste Lajaur¨ªa humana, como Bonnie y Clyde, es un western qu¨ªmicamente puro, lo que pone de manifiesto que el viejo g¨¦nero se ha convertido, tras medio siglo de apretada vida, en un lenguaje trasladable a otros ¨¢mbitos que los de origen. Fue ¨¦ste -como el de Peckinpah- un hallazgo vital para el cine norteamericano, pues provoc¨® el salto del Spielberg de Duel, del Coppola de Apocalypse Now y La ley de la calle, o del Hill de Southern Comfort, gente y filmes -todos ellos westerns fuera del Oeste- que son de los pocos capaces de decir algo en el desierto posterior a la muerte de Hollywood a manos de McCarthy.
Otro aspecto grave del filme es su tremenda y opresiva densidad ambiental, estrechamente ligada al tempo lento que impone la espectacular, y en algunos momentos majestuosa, interpretaci¨®n de Marlon Brando. Este actor, de excepcionales y magn¨¦ticas dotes, extraordinariamente capacitado para encarnar personajes en el l¨ªmite del aguante humano, en estado de alta concentraci¨®n f¨ªsica, como una bomba de relojer¨ªa rodeada por una campana de silencio, hace gravitar enteramente sobre su rostro la inteligibilidad del relato, que se vertebra as¨ª sobre la mutaci¨®n que experimenta el personaje. El filme es la expresi¨®n de un tr¨¢nsito an¨ªmico, de una evoluci¨®n interior. La audacia formal de Penn radica en que logra representar con apasionante exactitud esta interioridad valiendose tan solo de recursos exteriores, de actos tan escuetos como pu?etazos.
La ley de Lynch
Un nuevo aspecto relevante del filme es el tortuoso y abrumador ritmo del crecimiento dram¨¢tico, que convierte poco a poco al relato en una historia sofocante y elaustrof¨®bica, cuando toda ella se hilvana sobre esa exterioridad a que me he referido. Un tercer aspecto notable de La jaur¨ªa humana es el tratamiento que hace Penn de la violencia como escalada hacia la liberaci¨®n, como tensi¨®n misteriosamente graduada desde las sombras interiores hacia fuera.Se trata de la fluencia de una energ¨ªa agresora que conduce, por enrevesados meandros de flujo y reflujo, a un estallido seco, repentino, de brutal precisi¨®n: cine hecho de pura sustancia tr¨¢gica, como corresponde a ese aspecto negro del western sobre el que La jaur¨ªa humana discurre: la ley de Lynch, el rito de iniciaci¨®n en la interioridad del fascismo norteamericano, el umbral de su violencia espec¨ªfica.
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