Goyer¨ªas 'versus' goller¨ªas
A la puerta de la plaza de toros de Las Ventas, el fumigador ha derramado: "?Muerte a la afici¨®n!", letrero que luce la raz¨®n que su escribidor ignora.?Morir¨¢ la afici¨®n a esta fiesta de gentiles, donde los hombres mueren como bestias y las bestias mueren como maridos?*.
La afici¨®n ha muerto: ?Dios salve al aficionado!El morucho Olivier Guiachard, hijo de la Gran Francia, nos gira en avispado disco la letra de aquel toro que seg¨® la vida de Paquirri. ?Cu¨¢nto gabacho, y alg¨²n que otro franc¨¦s, medran la espa?olada!
La corrida de toros es una salvajada. Todo lo dem¨¢s... ser¨¢ civilizaci¨®n.
Don Fernando el Insurgente y una voz de Almer¨ªa llamada Carlos gritan que jam¨¢s y am¨¦n de los enjamases volver¨¢n a otra corrida de toros si la suerte echa a rodar la quiniela t¨¢urica. ?Ser¨ªa tan flaca su afici¨®n? ?O era, como la boba quiniela, cuesti¨®n de azar?
Apostrofa J. -M. Yukel a quienes no gustaron esencias zubirianas en los ruedos isidriles, hasta meter en el mismo pellejo a los lanzadores de almohadillas y a quienes respetaron los caireles del arte como si del ante de un toro se hubieran puesto. Son como cabestros, afirm¨®.
Pues anda de raz¨®n. Lo importante no es el qu¨¦, sino el c¨®mo. O sea, la met¨¢fora. Hasta arrojar las astas y ensartarlas en las almohadillas, como a almohades.Hay que cuidar la fiesta: ?Siente un antitaurino en su barrera! Eugenio Noel no fue ¨¦l antes que el gallo de Rafael le picoteara con la oreja de Amargoso. Sobran cuidadores, cuidemos los antis, sal de nuestros ruedos. Ilustra el ventero Joaqu¨ªn a la comunidad con eso de que los toros son un servicio p¨²blico, de tal modo que suena a ser vicio p¨²blico. Con el trabajo que le cost¨® a nuestro profesor de Derecho Administrativo metemos entre las astas la distinci¨®n sutil entre servicio p¨²blico y servicio id p¨²blico. La burocracia sue?a ser aristocracia de la taurocracia. Si los bureles de la fiesta no les derrotan en ventanilla, supongo, con la paliza de sus p¨®lizas. Criticar la situaci¨®n del Museo del Prado y hacer cr¨®nica de lo taurino fuera desdoro en aquellos tiempos de intemperie cultural.
El seso de Mariano eligi¨® un apodo que era, al tiempo, dedicatoria para quienes le obligaban a esconder el hombre tras el nombre: Sobaquillo. ?C¨®mo incendiar¨ªa hoy Cavia el Prado? ?A la reinanguill¨¦, de sobaquillo, o simplemente guardando, en la solana, su soledad de sombra?
El nieto de don Guido -Guid¨ªn donde los haya- ha encontrado su compa?ero de abono: el pureta, reserva intelectual de la movida, ese que va, f¨¦rreamente, en carroza a una batalla sin flores y, off course, disfrazado en pop-pompier. Desde su cuadro, don Guido sonr¨ªe como un Giocondo.
Los comunitarios, que no comuneros, har¨¢n, si les dejamos, de Atocha una plaza de toros, y de Las Ventas, un despacho de billetes de ferrocarril. Echaremos de menos el odiado escalextric y la inc¨®moda sombra de la chopera. Todo sea por la comunidad, que no comuni¨®n.
Unos vienen a doctoramos desde Sevilla; algo as¨ª como intentar madrile?zar la Giralda. Otros, a aprender, deber¨ªan volver a Salamanca. Pero Las Ventas nunca tarrito de Serva La Bar¨ª ni Salamanca dat quod natura non praestat. Madrid sigue, cabalmente, en sus madriles.
La fiesta ha terminado. V¨¢monos, que hoy hay toros. La sola cosa puntual en estos pagos. Puntual de llegar en punto, no tic ni latiguillo de pol¨ªtico analfabeto. Perd¨®n, quer¨ªa decir zurupeto.
(*) Una de Quevedos...maturalmente...
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.