El nuevo milagro del V¨ªstula
El portavoz del Gobierno, Jerzy Urban, afirma que yo estaba ansioso de este encarcelamiento, como instrumento de mis superiores del Pent¨¢gono, interesados en propagar una falsa imagen del equipo laruzelski. De las conclusiones de Urban se deduce irrevocablemente que en Polonia reina la tranquilidad absoluta, que el Gobierno goza de una enorme autoridad moral y disfruta de un amplio apoyo de la abrumadora mayor¨ªa de la poblaci¨®n. S¨®lo diminutos grup¨²sculos de terroristas, instruidos por Ronald Reagan, asedian las prisiones y suplican encarecidamente que se les encarcele. Lo cierto es que el sagaz portavoz del Gobierno es incapaz de comprender que haya gente que, a pesar de la perspectiva de ser encarcelada, no se arredre en hacer lo que considera correcto.No obstante, en mis soliloquios nocturnos en la c¨¢rcel me he preguntado una y otra vez por qu¨¦ se detuvo a Bogdan Lis, a Wladyslaw Frasyniuk y a m¨ª. Respuesta: por el miedo de los gobernantes a una escalada de las tensiones sociales ante la continua disminuci¨®n de la calidad de la vida. Adem¨¢s se trataba de apaciguar al aparato de seguridad del Estado, frustrado por el proceso de Torun contra los asesinos estatales de Jerzy Popieluszko. Nuestros encarcelamientos demuestran s¨®lo que la v¨ªa de la represi¨®n no conduce al poder del Estado a ninguna parte, al menos no en Polonia y no ahora.
Naturalmente, es posible gobernar de una forma represiva, y en una situaci¨®n geopol¨ªticamente favorable, incluso por bastante tiempo. Pero no es posible salir por este camino del status de provincia militar dominada por otro. La vieja opresi¨®n ya no convence a nadie.( ... ) Es una ilusi¨®n t¨ªpica de radicales y proscritos creer que las dictaduras s¨®lo ejercen su poder con ayuda de la fuerza. Esto no es verdad. Las dictaduras muy duraderas generan un tipo de persona que ya no est¨¢ acostumbrada a la libertad y a la verdad, a la dignidad del individuo.
El momento cr¨ªtico para toda dictadura llega cuando se manifiesta la soberan¨ªa del hombre y se forman v¨ªnculos sociales inoficiales al margen de los grupos previstos: por ejemplo, m¨¢s all¨¢ del partido. En las condiciones del socialismo real, considerado como el sistema m¨¢s avanzado, estos momentos de titubeo nunca han durado m¨¢s de unos meses. En cambio, en Polonia -un verdadero milagro en el V¨ªstula-, las estructuras de una sociedad independiente ya llevan funcionando unos cuantos a?os. Si esta sociedad permitiese la liquidaci¨®n de sus instituciones independientes, todo el pa¨ªs se convertir¨ªa en una c¨¢rcel.
Una resistencia pac¨ªfica
La realidad polaca es tal que en los 40 meses que han pasado desde la imposici¨®n de la ley marcial se ha mantenido un movimiento de resistencia contra la dictadura todav¨ªa amplio y un frente de rechazo a los generales a¨²n m¨¢s amplio. Al mismo tiempo, no hay actividades terroristas por parte de Solidaridad, ni atentados ni secuestros. De esos m¨¦todos s¨®lo se sirve el aparato de poder estatal. ?Qu¨¦ formula encontrar para esta situaci¨®n ins¨®lita en que las represalias y el des¨¢nimo humano -el aliado m¨¢s fiel de todas las dictaduras- no fueron capaces de liquidar a Solidaridad, la instituci¨®n m¨¢s importante de este movimiento de desobediencia civil, o de acorralarla en el terrorismo? ?C¨®mo ha superado este pueblo la disyuntiva com¨²n a todos los vencidos entre el servilismo y la desesperaci¨®n?
Yo creo que el pueblo polaco no se siente vencido. A la vieja usanza, el poder estatal ya no es capaz de gobernar, y a la nueva usanza no puede, siguiendo la f¨®rmula de Lenin, bien conocida por los comunistas. La gente ya no quiere seguir viviendo como viv¨ªa antes, y ya no les tiene miedo a nuevas formas de vida. Los polacos ya no est¨¢n dispuestos a conformarse con su falta de libertad. Gobernar de una manera nueva significa no ver como un mal pasajero la voluntad del pueblo de decidir su destino por s¨ª mismo, sino como una realidad social. Por aqu¨ª pasa el camino hacia el di¨¢logo y el compromiso.
?Pero puede haber un compromiso entre el carcelero y el preso? ?Tienen raz¨®n nuestros fundamentalistas, que consideran imposible un cambio democr¨¢tico mientras el sistema comunista internacional no se venga abajo, y que por eso se fijan el lejano objetivo de una independencia plena de Polonia respecto de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y de una completa privaci¨®n del poder de los comunistas? Nadie en la actual Polonia es capaz de apoyar la tesis de que los polacos son capaces de echar a las tropas sovi¨¦ticas de su pa¨ªs y a los comunistas del poder por la fuerza.( ... )
En el plan de una lucha por la libertad hay que incluir -creo yo- los conocimientos hist¨®ricos sobre las posibles consecuencias de la violencia revolucionaria. Las experiencias de la degeneraci¨®n terrorista deben estar programadas en la consciencia de los participantes en movimientos liberadores. De no ser as¨ª, la libertad -seg¨²n la conocida f¨®rmula de Simone Veil- volver¨ªa a ser un refugiado huido del campo de los vencedores. Se puede comprender la psique de una multitud linchadora en la Hungr¨ªa de 1956, pero ser¨ªa dif¨ªcil no reflexionar un momento sobre esta tortuosa callejuela en el camino hacia la libertad. Fue una lecci¨®n de derrota nacional, y no una lecci¨®n de estrategia democr¨¢tica de la libertad. La primavera de Praga de 1968 pudo evitar el terror revolucionario, pero se qued¨® anclada en un gran mito de unidad nacional. El proceso revolucionario no alcanz¨® el m¨¢ximo de polarizaci¨®n interna cuando la cuesti¨®n del poder comunista se convirti¨® en objeto de controversia.
La estrategia de Solidaridad
Fue Polonia la primera en entrar en el terreno de una lucha consciente por poner coto al poder de la nomenclatura comunista y a favor de un verdadero pluralismo hasta donde lo permit¨ªan los l¨ªmites de la doctrina Breznev. Por eso el terror revolucionario le era ajeno a Solidaridad. La estrategia elaborada por Solidaridad ha producido sus frutos m¨¢s importantes despu¨¦s de la imposici¨®n de la ley marcial, cuando el ataque concentrado del Ej¨¦rcito y la polic¨ªa tropez¨® con formas de oposici¨®n no convencionales, con el silencio del mar.( ... )
Lo esencial de las normalizaciones a lo Kadar o a lo Husak era la destrucci¨®n total de todas las instituciones de una sociedad independiente. Cuarenta meses despu¨¦s de la intervenci¨®n sovi¨¦tica, Hungr¨ªa se asemejaba a un cementerio pol¨ªtico. Al cabo de 40 meses de normalizaci¨®n, Checoslovaquia se hab¨ªa convertido -seg¨²n una acertada expresi¨®n de Aragon- en la Biafra cultural de Europa.
En cambio, en Polonia, despu¨¦s de una liquidaci¨®n oficialmente consumada de los sindicatos, las organizaciones juveniles y las redacciones de peri¨®dicos independientes; repito, despu¨¦s de 40 meses de represalias y provocaciones, la sociedad de ciudadanos independientes no est¨¢ ni aniquilada ni destrozada: un fen¨®meno sin precedentes. La situaci¨®n recuerda menos un pa¨ªs comunista despu¨¦s de su pacificaci¨®n victoriosa que una sociedad democr¨¢tica despu¨¦s de un golpe de Estado. ?Qu¨¦ gran distancia han recorrido los polacos en su camino del totalitarismo a la democracia!
El principal asesino del sacerdote Jerzy Popieluszko, capit¨¢n Piotrowski, se ha convertido en ¨ªdolo de sus colegas del servicio de seguridad del Estado. Se lo he o¨ªdo yo mismo en la c¨¢rcel y en el tribunal. Cuando, justo despu¨¦s de despedirme de Lech Walesa, sub¨ª con ellos al coche, dijeron: "Para Michnik a¨²n nos queda un sitio libre en el maletero". Estos chistosos ni siquiera se molestan por cubrir las apariencias.
No as¨ª los generales. ?stos conceden un gran valor a las apariencias. A pesar de los hechos, no quer¨ªan que se les hiciera responsables de este asesinato. Por eso tuvo que celebrarse el proceso de Torun, y por eso los acusados se aferraron a su afirmaci¨®n de que no hab¨ªa habido ¨®rdenes de arriba, que el secuestro y el asesinato del sacerdote hab¨ªan sido un acto guerrillero y una idea propia.
Tras la cortina de humo del proceso no se ha consumado ning¨²n cambio pol¨ªtico. Para destruir la soberan¨ªa propia de las estructuras conseguidas por la sociedad, ahora se encarcela a la vieja usanza a militantes de Solidaridad y se les hace juzgar por tribunales disciplinarios con acusaciones absurdas. Yo he sido promovido a miembro del Comit¨¦ Provisional de Coordinaci¨®n de Solidaridad, cosa que sin duda me hubiera honrado, si el nombramiento no hubiera tenido lugar en los despachos del servicio de seguridad del Estado de Gdansk.
La lista de prisioneros pol¨ªticos se alarga cada vez m¨¢s. Si el encarcelamiento de Lis, Frasyniuk y yo mismo pudiera al menos arrojar un rayo de luz sobre los dem¨¢s prisioneros, nuestra estancia en la c¨¢rcel no ser¨ªa in¨²til.
As¨ª pues, la m¨¢quina carcelaria vuelve a estar en alegre marcha. Tampoco pod¨ªa ser de otra manera. A la vista de sus fracasos econ¨®micos,( ... ) mientras atacan de nuevo el nivel de vida y los logros sociales (jornada de ocho horas, s¨¢bados Ubres), entre tensiones sociales que pueden conducir al estallido de la ira de los trabajadores, los generales siguen confiando s¨®lo en el miedo de los ciudadanos a su r¨¦gimen.
En vano. El estado organizativo de Solidaridad, las docenas de destacados peri¨®dicos y excelentes libros ilegalmente publicados, la seriedad de la discusi¨®n en Polonia, a la que acompa?a una disposici¨®n para el riesgo, esto es lo que yo llamo el milagro del V¨ªstula. Entre mis dos ¨²ltimas detenciones asist¨ª a seminarios para trabajadores y estudiantes, le¨ª nuevos peri¨®dicos. Vi libros, publicados burlando la censura, de Popper y Kundera, Besan?on y Aron, Orwell y Schestow, Solyenitsin y Havel, y no digamos de autores polacos. Vi una pintura Ubre y una fotograf¨ªa independiente, y tambi¨¦n las primeras pel¨ªculas no censuradas en videocasete. Vi iglesias como oasis de independencia espiritual.
La idea rectora de Solidaridad, su aspiraci¨®n a la Rep¨²blica autogestionaria -no al poder del Estado-, alberga una oportunidad de que en la meta de este movimiento no voy a encontrar una guillotina ni pelotones de ejecuci¨®n formados contra nuevos enemigos del pueblo. Los polacos no esperan ayuda de nadie. No apuestan por Reagan, no cuentan con los Pershing, no vinculan ninguna esperanza a las negociaciones de Ginebra. Aunque agradecen todo gesto de solidaridad que llegue del mundo, saben que est¨¢n a merced s¨®lo de s¨ª misinos.( ... )
No se ha suprimido ninguna de las causas de tensi¨®n, no se ha resuelto ninguno de los problemas del conflicto. Una normalizaci¨®n entendida como entendimiento se ha revelado ilusoria. Una normalizaci¨®n entendida como pacificaci¨®n ha fracasado. As¨ª pues, ?qu¨¦ puede pasar a¨²n? El conflicto actual puede conducir a una explosi¨®n o desembocar en el di¨¢logo que se esfuerzan por alcanzar el Comit¨¦ Provisional de Coordinaci¨®n de Solidaridad y Lech Walesa. Las oportunidades de su estrategia ser¨¢n tanto mayores cuanto mayor sea el grado de autoorganizaci¨®n de polacos independientes. Para la justicia linchadora basta una poblaci¨®n furiosa; para compromisos es necesaria una sociedad organizada.
El pasado julio, nuestros generales perdieron la batalla por la amnist¨ªa. Ya han perdido toda la guerra civil fr¨ªa, que no significa que hayan renunciado a su pretensi¨®n de hacernos la vida dif¨ªcil, que no se nos secuestre, apalee y mate, que no se nos arrastre tras las rejas y se nos condene como subversivos.( ... )
Se equivocan. Han adquirido ya demasiada seguridad en s¨ª mismos. Aqu¨ª se puede despertar una hermosa ma?ana de primavera en un pa¨ªs completamente cambiado.( ... ) En sus despachos blindados, a merced de denuncias de sus delatores, los generales no saben cu¨¢l es la sentencia del pueblo sencillo sobre ellos. Pero nosotros, aunque tras las rejas, lo sabemos muy bien. Y por eso, en posesi¨®n de mis conocimientos, no puedo sino desearles que el conflicto en Polonia se transforme en un di¨¢logo. Porque si se convierte en una explosi¨®n, a los generales s¨®lo les quedar¨ªa un recurso: ir en busca de Bogdan Lis o Wladyslaw Frasyniuk, para que ellos, sus actuales prisioneros, les arrebaten de los encendidos abrazos de la muerte.
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