La verg¨¹enza de Europa

LA VIEJA Europa pod¨ªa creer que lo hab¨ªa visto todo en materia de desprop¨®sitos sangrientos hasta ayer, en Bruselas, con motivo de la celebraci¨®n de la final de la Copa de Europa de f¨²tbol entre el Liverpool ingl¨¦s y el Juventus italiano. Un enfrentamiento entre hinchas de los dos equipos caus¨® el desprendimiento de una zona del vallado interior del campo, con el espantoso balance de al menos 41 muertos y m¨¢s de 300 heridos. En esa situaci¨®n, la fiebre de la masa, la necesidad incontinente del panem et circenses, hizo que los espectadores que abarrotaban el estadio permanecieran en sus localidades una vez superados los minutos de caos exigiendo que se llevara a cabo la disputa del encuentro.El espect¨¢culo de los aficionados, tanto italianos como brit¨¢nicos y belgas, despu¨¦s de las escenas sobrecogedoras que ellos mismos hab¨ªan, en alguna medida, protagonizado es uno de los m¨¢s deplorables, deprimentes y entristecedores que haya sido posible contemplar en muchos a?os de esta vieja naci¨®n de naciones que algunos creen que es Europa. El hecho de que la UEFA, la organizaci¨®n que rige el f¨²tbol europeo, y los representantes de los clubes en liza permitieran, la celebraci¨®n del encuentro constituye un elocuente s¨ªmbolo de la sensibilidad colectiva.

Para nadie es una sorpresa que los aficionados brit¨¢nicos se caractericen por una violencia y agresividad incontenibles cuando toman asiento en las gradas de un campo de f¨²tbol. Pero, sin entrar en an¨¢lisis m¨¢s o menos sofisticados de psicolog¨ªa colectiva, cabe preguntarse si las autoridades belgas hab¨ªan tomado las medidas necesarias para hacer frente a una situaci¨®n de emergencia. En la capital de Europa, un triste espect¨¢culo de improvisaci¨®n, de arca¨ªsmo y de barbarie ha tenido lugar. Las primeras noticias indican que todo un rosario de improvisaciones sucedi¨® a los b¨¢rbaros hechos de las gradas.

?C¨®mo puede Europa, representada por dos antiguos pueblos de cultura centenaria, como el italiano y el ingl¨¦s, mirarse a la cara despu¨¦s de esa bochornosa falta de sensibilidad? El adjetivo tercermundista se ha acu?a do en los ¨²ltimos a?os para designar todo aquello que est¨¢ por debajo de unos est¨¢ndares de civilizaci¨®n, con una apenas soslayada intenci¨®n racista y la evidente autosatisfacci¨®n de quien vive en el primer mundo del desarrollo y las comodidades. Verdaderamente, semejante apelativo ser¨ªa aplicable al comportamiento de espectadores y organizadores en el estadio de la capital belga. Y con perd¨®n para el Tercer Mundo, que es una realidad m¨¢s rica y vital que la que Europa dio ayer en Bruselas.

Algo no funciona en Europa. Y puede que para nosotros, los europeos, los hechos de ayer, brutal y dram¨¢ticamente, nos hayan puesto frente a nuestras propias responsabilidades. Precisamente porque los pa¨ªses de este continente tienen su futuro en el entendimiento y en la convivencia. Y el f¨²tbol es un juego inventado en Europa.