Dudas y ambig¨¹edades en nuestra situaci¨®n pol¨ªtica
Crecen las contradicciones en la gesti¨®n pol¨ªtica espa?ola, donde un Gobierno socialista -explica el autor de este trabajo- est¨¢ realizando una pol¨ªtica econ¨®mica claramente conservadora. Se aplazan las grandes decisiones, se toman medidas a medias, pero no se encuentra el camino hacia el verdadero cambio o hacia las verdaderas soluciones, en su opini¨®n.
Hay unas cuantas preguntas que cualquier ciudadano espa?ol puede hacerse hoy, a m¨¢s de dos a?os y medio del triunfo socialista: ?se han desperdiciado 10 millones de votos? ?Se ha perdido una oportunidad hist¨®rica para renovar el pa¨ªs? ?Se ha cambiado efectivamente en algo? Estas preguntas llevan al mismo tiempo aparejadas otras nuevas interrogantes: ?acaso se pod¨ªa hacer algo distinto, dada la aguda situaci¨®n de crisis econ¨®mico-social en que nos encontramos y la correlaci¨®n de fuerzas en que dicha crisis se est¨¢ desenvolviendo? Entonces, ?no son suficientes los 202 diputados, el Gobierno central, los auton¨®micos, las diputaciones, los ayuntamientos, para haber podido poner en marcha otra pol¨ªtica? ?En d¨®nde est¨¢ efectivamente el poder? Y, en consecuencia, queda la duda: ?no han podido, no han querido o es m¨¢s bien que no se han atrevido a realizar una pol¨ªtica m¨¢s din¨¢mica y transformadora?Responder a todas y cada una de estas interrogantes es algo que evidentemente escapa a nuestras posibilidades de an¨¢lisis pol¨ªtico. De cualquier modo, lo que s¨ª puede hoy decirse, despu¨¦s de dos a?os y medio de Gobierno PSOE, es que ¨¦ste se va viendo atrapado en un callej¨®n sin salida, v¨ªctima de sus propias contradicciones. Baste imaginar los graves problemas de conciencia que para muchos sinceros socialistas se deben de estar planteando cuando se ven forzados a realizar una pol¨ªtica que no tiene nada que ver con sus convicciones; cuando se den cuenta de que, como creo haber o¨ªdo decir a Aranguren, el poder no s¨®lo corrompe, sino que tambi¨¦n derechiza y envejece. Y cuando adem¨¢s, por si fuera poco, esta pol¨ªtica no da resultados pr¨¢cticos y el desempleo aumenta, la inversi¨®n productiva no se produce y nuestra condici¨®n dependiente o subalterna se va consolidando al amparo de los grandes n¨²cleos del poder capitalista.
No cabe duda de que el Gobierno se ha sentido obligado, dada la gravedad que tiene la situaci¨®n del sistema capitalista espa?ol y ante la puesta a prueba que significa nuestro ingreso en la CEE, a acentuar los mecanismos depredatorios del sistema. Es evidente que salir de una crisis como la que padecemos puede hacerse dentro del sistema o buscando una alternativa de recambio. Pero si se opta -y se ha optado- por buscar soluciones dentro del sistema, ello exige ineluctablemente reforzar los mecanismos para que el mismo se relance. Es decir, todo se ha confiado en estimular a la inversi¨®n privada, que es tanto como crear las condiciones para que el lucro, el beneficio, los intereses o la plusval¨ªa encuentren facilidades para expansionarse. Habr¨ªa entonces que endurecer el sistema. Habr¨ªa que reactivar los mecanismos de la explotaci¨®n.
S¨®lo as¨ª el sistema podr¨ªa volver a ponerse en marcha. Habr¨ªa que volver al capitalismo duro, liberal y conservador, de incentivos mucho m¨¢s f¨¢ciles, para que el empresario invierta su dinero. Habr¨ªa que abandonar toda ilusi¨®n socialdem¨®crata, toda idea del Estado benefactor, para dejar a la iniciativa privada que recobre todas sus posibilidades de obtener ping¨¹es beneficios. Se esperaba as¨ª que el mecanismo del sistema pudiera engrasarse y ponerse nuevamente en marcha. Y as¨ª se ha intentado.
Pol¨ªtica de derechas
La consecuencia inmediata es un aumento de la ambig¨¹edad y de las contradicciones. Porque bajo estos supuestos nadie puede negar que un Gobierno socialista est¨¢ realizando una pol¨ªtica econ¨®mica muy conservadora -que, sin duda, podemos calificar como claramente de derechas-, cada d¨ªa m¨¢s cerca de la l¨ªnea Reagan y Thatcher. Con lo cual nos encontramos con la ?uriosa paradoja de que la derecha pol¨ªtica se encuentra minada en sus propios fundamentos, incluso privada de su raz¨®n de ser. Y sin embargo, el empresariado, la burgues¨ªa, los potenciales inversores, aunque objetivamente debieran sentirse satisfechos, no acaban de fiarse del todo y, psicol¨®gicamente, subjetivamente, no alcanzan el suficiente clima de confianza como para lanzarse a unos proyectos de inversi¨®n. Nueva contradicci¨®n en una situaci¨®n ya plagada de ellas. Porque es indudable que esta misma pol¨ªtica, realizada por un partido que no se autotitule de izquierdas, al ser m¨¢s coherente con su ideolog¨ªa, ser¨ªa tambi¨¦n m¨¢s fiable. Aunque tambi¨¦n es cierto que despertar¨ªa mayores resistencias en otros sectores populares. Lo que un Gobierno llamado de derechas no hubiese podido realizar ante la segura intensa oposici¨®n de las clases trabajadoras y sus sindicatos, lo ha de encontrar m¨¢s f¨¢cil otro que afirma estar dirigido por un partido obrero y socialista. En definitiva, lo que objetivamente pod¨ªa calificarse como "sacarle las casta?as del fuego" a un capitalismo en grave crisis, se convierte as¨ª, por todo esto, en una operaci¨®n tremendamente contradictoria y llena de equilibrismos muy inestables.Nos encontramos, pues, en una situaci¨®n extraordinariamente anibigua, por no decir confusa. Los temas se acumulan, las contradicciones se agudizan, y ni unos ni otras consiguen unas superaciones satisfactorias. El Gobierno quiere jugar a equilibrista, y esto entra?a muy graves riesgos. La ambig¨¹edad calculada tiene un l¨ªmite de tiempo, pasado el cual act¨²a contra el que la practica. Nada se afronta abierta y claramente. Como ha dicho el profesor V¨ªctor P¨¦rez D¨ªaz, "todo ha ocurrido como si la clase pol¨ªtica, con la connivencia en buena parte de la sociedad civil, se hubiese instalado en lo que pudi¨¦ramos llamar una pauta de procrastinaci¨®n o h¨¢bito de demorar decisiones fundamentales, de dar largas al tiempo, pensando que se gana tiempo cuando, en rigor, se pierde".
El hecho es que las semidecisiones abundan en todos los campos: ley de Sanidad, reforma de la Seguridad Social, reforma de la Administraci¨®n, reforma de la Polic¨ªa Nacional, integraci¨®n en la OTAN, etc¨¦tera. Se quiere contentar a todos, y a nadie se satisface. Y mientras tanto, las decisiones quedan m¨¢s o menos aparcadas. El Gobierno s¨®lo ha hecho algunos gestos de cara a la galer¨ªa y de una pol¨ªtica, por otra parte, pseudoprogresista, como es la ley del aborto -un ejemplo tragic¨®mico- y la famosa LODE -todav¨ªa en el Tribunal Constitucional-, que en absoluto puede afirmarse que modernicen nuestra sociedad. S¨®lo se alcanza seguridad y firmeza en esa impresentable pol¨ªtica armamentista, que alcanza niveles de verdadera locura gubernamental.
El resultado es que toda esta pol¨ªtica de amagar y no dar, de semidecisiones, est¨¢ conduciendo a un extendido malestar y rechazo en amplios sectores de nuestra sociedad. ?Hay alguien que en cualquier nivel, sector o actividad del pa¨ªs se siente satisfecho de la gesti¨®n del Gobierno PSOE? Y no obstante, la gran baza en sus manos que generalizadamente se le reconoce es la carencia, tanto a su izquierda como a su derecha, de unas alternativas v¨¢lidas que pue.dan electoralmente en su d¨ªa sustituirle. Aqu¨ª radica su principal fuerza, la gran jugada en la que el PSOE todo lo confia: la persistencia de una situaci¨®n que carezca de alternativas pol¨ªticas. Pero esto tiene sus riesgos. Al carecer de recambio, se cae en el peligro de estabilizarse en las propias contradicciones y, sobre todo, pudrirse en una inevitable inercia. Aparte del perjuicio que para el futuro de la democracia ello supone.
Pese a todo, no se trata de hundirse en un catastrofismo derrotista. La pregunta siempre queda pendiente de respuesta: ?acaso no existen otras posibilidades? Indudablemente que para ello habr¨ªa que arriesgarse algo m¨¢s, incluso poner en juego las propias posibilidades de mantenerse en el poder. Pero aun as¨ª, es cierto tambi¨¦n que deben existir -y existen- otras f¨®rmulas distintas de relacionarse con el n¨²cleo central del sistema capitalista que no sean las de subordinaci¨®n, dependencia y entreguismo. Es posible -tiene que ser posible- que nos imaginemos otras pol¨ªticas para la creaci¨®n de puestos de trabajo, para la redistribuci¨®n de la renta, para el desenvolvimiento creativo de la tecnolog¨ªa y la ciencia, para un desarrollo econ¨®mico mucho m¨¢s autocentrado. En definitiva, para una pol¨ªtica m¨¢s din¨¢mica e innovadora. La contradicci¨®n entre lo nuevo, lo creativo, lo innovador y aquello otro que es inmovilista y retardatario constituye la gran dial¨¦ctica que es necesa.rio definir mucho m¨¢s n¨ªtidamente. Frente a la gesti¨®n acomodaticia, el proyecto creador. Por lo pronto, salir de dudas y ambig¨¹edades, amagos y rectificaciones ya ser¨ªa un paso adelante.
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