La carne
En los mataderos de algunos pa¨ªses industrializados ya se ha instalado el hilo musical y los grandes vocalistas del momento cantan all¨ª dulces nanas con voz de terciopelo para relajar a los animales que est¨¢n en capilla. La m¨²sica no s¨®lo amansa a las fieras. Tambi¨¦n hace m¨¢s digestiva su carne. Cuando un conejo, un ciervo o una perdiz son abatidos al final de la ciega huida con un escopetazo y el cazador recoge los respectivos cad¨¢veres descubre que los m¨²sculos de estas criaturas se hallan petrificados por el ¨¢cido, inundados de adrenalina que ha segregado el terror o el esfuerzo por una salvaci¨®n desesperada. Antes de servirlos en el plato previamente los cocineros deben orear, macerar y adobar estos despojos durante varios d¨ªas hasta que alcancen cierto grado de putrefacci¨®n comestible.La violencia no engendra buenos solomilos. Nada hay como un bolero para ayudar a bien morir, y eso lo saben los modernos matarifes. Hoy se puede asistir en los tecnificados mataderos de Chicago o de Par¨ªs al mejor espect¨¢culo musical: largas piaras de cerdos, reba?os de corderos, manadas de bueyes invaden los pabellones, ocupan sus puestos al pie de la puntilla mientras en los altavoces suena una me lod¨ªa de Julio Iglesias o la suave canci¨®n de Stevie Wonder. Bajo esa m¨²sica de alm¨ªbar, antes de He gar al pat¨ªbulo las bestias sue?an con prados h¨²medos, ponen los ojos en blanco recordando verdes sotos, ablandan rom¨¢nticamente las v¨ªsceras, aflojan la cerviz y de pronto la cuchilla autom¨¢tica pene tra en su nuca junto con la melod¨ªa del cantante de moda. A continua ci¨®n otras m¨¢quinas comienzan el trabajo. En el recinto se produce el descuartizamiento general. Las culatas de ternera, las cabezas cercenadas, las costillas trinchadas, los menudillos clasificados seg¨²n su rango discurren por cintas y poleas, por tuber¨ªas y ascensores. Durante el trayecto un tierno balido de Julio Iglesias cantando al amor les acompa?a hasta que los animales salen por la puerta trasera convertidos en filetes, morcillas, chuletas y longanizas. ?Por qu¨¦ se come tan buena carne en los pa¨ªses desarrollados? Tal vez porque las bestias han muerto so?ando y su carne est¨¢ llena de m¨²sica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.