Una historia cargada de pol¨¦micas
Hace 40 a?os se firm¨® en el auditorio del Veteran's Memorial Hall de San Francisco, California, la Carta de las Naciones Unidas, que entr¨® en vigor el 24 de octubre del mismo a?o. La Carta fue el resultado de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Organizaci¨®n Internacional, que, a invitaci¨®n del Gobierno de Estados Unidos de Am¨¦rica, en nombre propio y en el de los del Reino Unido, la Uni¨®n Sovi¨¦tica y China, se hab¨ªa inaugurado en San Francisco el d¨ªa 25 de abril de 1945 y termin¨® el mencionado d¨ªa 26 de junio, a cuya reuni¨®n asisti¨® el presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman, quien pronunci¨® el discurso de clausura.Asistieron a la conferencia delegaciones de 50 pa¨ªses, que en su mayor parte formaban la alianza llamada de las Naciones Unidas, que ven¨ªan luchando en la II Guerra Mundial (1939-1945) contra las llamadas del Eje. Asistieron como observadores oficiales representantes de instituciones internacionales, y tambi¨¦n observadores oficiosos, entre los que cabe se?alar a los se?ores ?lvaro Albornoz, Indalecio Prieto, F¨¦lix Gordon Ord¨¢s; y Antonio M. Sbert, miembros de la Junta de Liberaci¨®n Espa?ola, con sede en M¨¦xico.
La Carta del Atl¨¢ntico
Uno de los primeros pasos que hab¨ªan de conducir al establecimiento de las Naciones Unidas fue la llamada Carta del Atl¨¢ntico, de 14 de agosto de 1941, declaraci¨®n del presidente Roosevelt y de Churchill, a la que sigui¨®, el 1 de enero de 1942, la Declaraci¨®n de las Naciones Unidas firmada en Washington por China, Estados Unidos de Am¨¦rica, el Reino Unido y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, a la que se sumaron al d¨ªa siguiente 22 pa¨ªses m¨¢s; todos ellos estaban ya combatiendo contra las potencias del Eje. En este documento se usa por primera vez la expresi¨®n Naciones Unidas. Churchill hab¨ªa propuesto el nombre de Gran Alianza, pero acept¨® la propuesta del presidente Roosevelt -inspirado, acaso, por United States- de United Nations. M¨¢s tarde se adhirieron a la Declaraci¨®n 21 pa¨ªses.
Durante la guerra se fueron perfilando las modalidades de la organizaci¨®n de la paz, y as¨ª, en una declaraci¨®n en Mosc¨², el 30 de octubre de 1943, China, Estados Unidos, el Reino Unido y la Uni¨®n Sovi¨¦tica reconoc¨ªan "la necesidad de establecer en la fecha viable m¨¢s pr¨®xima una organizaci¨®n general internacional basada en el principio de la igualdad soberana de todos los Estados amantes de la paz, y a la cual pudieran ingresar todos los Estados, grandes y peque?os, para mantener la paz y la seguridad internacionales".
El motor de todas estas iniciativas sobre organizaci¨®n de la paz era el secretario de Estado de Estados Unidos, Cordel Hull, hombre de gran experiencia tanto en la C¨¢mara de Representantes como en el Senado de Estados Unidos, y que antes de que Estados Unidos participara en la guerra ya hab¨ªa constituido comisiones de estudios sobre organizaci¨®n de la paz. Por su parte, el presidente Roosevelt hab¨ªa sido secretario adjunto de la Marina (1913-1921) durante el mandato del presidente Wilson y estaba imbuido de las ideas de ¨¦ste sobre una organizaci¨®n internacional, que llev¨® a la creaci¨®n de la Sociedad de las Naciones, a la que no se incorpor¨® Estados Unidos, que hab¨ªa sido su iniciador, porque el Senado, por razones internas, no ratific¨® el Tratado de Versalles de 1919, en cuyo t¨ªtulo I se inclu¨ªa el Pacto de la Sociedad de las Naciones.
Cordel Hull, conocedor como pocos de ese per¨ªodo de la historia de Estados Unidos, trat¨®, de acuerdo con el presidente Roosevelt, de evitar a toda costa que se repitiera en relaci¨®n con la proyectada Carta de las Naciones Unidas. De ah¨ª la regla de la unanimidad en las votaciones del Consejo de Seguridad, de la ONU conocida como veto, a la que nos referiremos m¨¢s adelante. Cordell Hull dimiti¨® en 1944 por razones de salud, y en 1945 se le otorg¨® el Premio Nobel de la Paz como padre de la nueva organizaci¨®n de las Naciones Unidas.
Las decisiones sobre la marcha de la guerra y la organizaci¨®n de la paz las tomaban el presidente Roosevelt, Churchill y Stalin. Dos an¨¦cdotas retratan vivamente esta situaci¨®n. Un humorista ingl¨¦s public¨® un dibujo en el que aparec¨ªan los tres gobernantes formando la Sant¨ªsima Trinidad. Por su parte, el diario The Times de Londres, en lo que se consider¨® un globo sonda, public¨® un editorial en marzo de 1943 en el que se indicaba que quiz¨¢ fuera conveniente que los destinos de Europa y del mundo, despu¨¦s de la guerra, fueran dirigidos por un triunvirato compuesto por el presidente Roosevelt, Churchill y Stalin. La noticia provoc¨® una reacci¨®n muy viva en los medios pol¨ªticos y universitarios del Reino Unido y de Estados Unidos, as¨ª como en ciertos pa¨ªses latinoamericanos, como M¨¦xico. No pas¨¦ de ah¨ª.
El primer paso concreto para la creaci¨®n de las Naciones Unidas fue la Conferencia de Dumbarton Oaks, Washington. All¨ª, entre el 21 de agosto y el 7 de octubre de 1944, Estados Unidos, el Reino Unido, la Uni¨®n Sovi¨¦tica y China llegaron a varios acuerdos sobre el establecimiento de una organizaci¨®n internacional. El ¨®rgano esencial de la organizaci¨®n ser¨ªa el Consejo de Seguridad, en el que tendr¨ªan representaci¨®n permanente los cinco grandes (los cuatro citados y Francia). No se logr¨® acuerdo en algunas cuestiones, como sobre la forma de votar.
Problemas terminol¨®gicos
Voy a referirme a continuaci¨®n a algunos de los problemas surgidos en el curso de la Conferencia de San Francisco:
Naciones Unidas.
En las propuestas de Dumbarton Oaks se propon¨ªa que a la nueva organizaci¨®n se le diera el nombre de Naciones Unidas, sugerida, como se ha dicho, por el presidente Roosevelt en 1942. Algunas delegaciones opinaron que este nombre no era prudente porque perpetuar¨ªa el recuerdo de una coalici¨®n militar formada en determinadas circunstancias hist¨®ricas contra ciertos Estados, los llamados del Eje.
Finalmente, el nombre fue aprobado por unanimidad en homenaje al presidente Roosevelt, que lo hab¨ªa inspirado y que hab¨ªa fallecido el 12 de abril de 1945, pocos d¨ªas antes de la inauguraci¨®n de la Conferencia.
Nosotros, los Pueblos... ?stas son las primeras palabras del pre¨¢mbulo de la Carta y fueron propuestas por la delegaci¨®n americana. Con ello se quer¨ªa subrayar que la Carta es la expresi¨®n de la voluntad de los pueblos del mundo. Quiz¨¢ la expresi¨®n propuesta por los americanos segu¨ªa las primeras palabras del pre¨¢mbulo de la Constituci¨®n de Estados Unidos, de 1787: "We the people of the United States, in order to..." ("Nosotros, los pueblos de los Estados Unidos, a fin de...").
La propuesta no fue recibida con entusiasmo, ya que se apartaba de la f¨®rmula usada en el Pacto de la Sociedad de Naciones y en otros tratados. Para resolver la cuesti¨®n, al final del pre¨¢mbulo, y en el art¨ªculo 11 de la Carta, se hace constar que son los Gobiernos los que toman el acuerdo. La verdad es que la expresi¨®n provoca confusiones.
El Consejo de Seguridad estaba compuesto al principio por 11 miembros; desde 1963, por 15: China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y la Uni¨®n Sovi¨¦tica son miembros permanentes; los otros 10 son elegidos por la Asamblea General por un per¨ªodo de dos a?os. En la Conferencia de Yalta, a propuesta de Estados Unidos, se adopt¨® la f¨®rmula que luego pas¨® al art¨ªculo 27 de la Carta. Es la regla de la unanimidad o derecho de veto de los miembros permamentes del Consejo. Es la facultad de vetar cualquiera de las propuestas que se presenten sobre asuntos de fondo. La expresi¨®n derecho de veto no figura en la Carta.
La propuesta provoc¨® uno de los debates m¨¢s vivos de la conferencia, ya que la mayor¨ªa de los 50 participantes se opon¨ªa a ella. Al fin tuvieron que inclinarse ante el argumento de o regla de la unanimidad (veto) o no hay organizaci¨®n.
"La facultad del veto est¨¢ en el documento a causa de Estados Unidos principalmente", hab¨ªa dicho Cordell Hull a un grupo de senadores americanos. Como hemos dicho, Cordel Hull temia que si no se obten¨ªa el previo acuerdo con el Senado respecto a la futura Carta podr¨ªa suceder que ¨¦ste no ratificara, como sucedi¨® en el Tratado de Versalles en 1919. Y la ¨²nica forma de que el Senado no pusiera trabas a la Carta era que ¨¦sta contuviera -entre otras- la regla de la unanimidad o derecho de veto de los miembros permamentes en las cuestiones de fondo tratadas por el Consejo de Seguridad.
Las Naciones Unidas, como la vieja Sociedad de Naciones, est¨¢ basada en principios morales elevados y, como aqu¨¦lla, contiene normas lo suficentemente generales en la forma y flexibles en el contenido para permitir a sus miembros hacer lo necesario para la aplicaci¨®n de sus principios. Las Naciones Unidas son imperfectas, como imperfectos son los Estados, grandes y peque?os, que la integran y como imperfecto es el hombre y las comunidades que crea. No es un supergobierno, sino una organizaci¨®n dentro de la cual los Estados miembros pueden debatir sus problemas y los del mundo. Quiz¨¢s sea ¨¦sta una de las m¨¢s grandes conquistas de la Sociedad de Naciones y de las Naciones Unidas, que allana el largo camino hacia una futura organizaci¨®n mundial. Despu¨¦s de 40 a?os, la organizaci¨®n ha conseguido, asimismo, una de las finalidades de la Carta m¨¢s apreciadas, la universalidad en su composici¨®n. Cincuenta y un Estados firmaron la Carta el 26 de junio de 1945, hoy son 159 Estados, o sea, casi la totalidad de los Estados del mundo; y la universalidad en la cooperaci¨®n internacional, ya que todas las cuestiones que interesan a sus miembros, a la humanidad..., pol¨ªticas, jur¨ªdicas, sociales y administrativas... se debaten en ella y, en m¨¢s ocasiones de lo que parece, se resuelven dentro de la organizaci¨®n.
En el 40 aniversario de la firma de la Carta de las Naciones Unidas recordamos algunas de las palabras del presidente Truman en el discurso de clausura de la Conferencia de San Francisco, el 26 de junio de 1945: "Se ha dicho que la Carta no es m¨¢s que el primer paso para obtener una paz duradera. Tal cosa es verdad. Lo importante es que todo nuestro pensamiento y todas nuestras acciones descansen sobre el convencimiento de que s¨®lo es un primer paso.... ( ... ) Esta Carta, como nuestra Constituci¨®n, ser¨¢ ampliada y perfeccionada a medida que transcurra el tiempo. Nadie pretende que sea un documento definitivo ni perfecto... Las condiciones del mundo, al transformarse, har¨¢n necesarios reajustes..., pero ser¨¢n reajustes de paz y no de guerra...".
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