Un hombre libre
Cuatro semanas antes de morir, -vi¨¦ndose a s¨ª mismo con la radicalidad y la lucidez que concede el p¨¢lpito de la muerte pr¨®xima, Dioinisio Ridruejo defini¨® as¨ª el nervio de su vocaci¨®n m¨¢s personal: "Me interesa morir con la conciencia a punto. Con la evidencia de haber obrado con sinceridad, honradez y solidaridad. Y si me dieran a elegir entre el destino de un poeta cuyos versos ser¨¢n repetidos dentro de cinco siglos y el de un ciudadano que ha ayudado a que sus vecinos vivan un poco mejor, elijo, aunque parezca mentira, esta ¨²ltima aspiraci¨®n".A los 10 a?os de su muerte, cuando ya podemos ver con entera nitidez el contorno y el sentido de su vida, es de justicia decir que, seg¨²n esas dos l¨ªneas principales de su biograf¨ªa, pudo morir ¨¦l con la conciencia a punto. Quiso ser y fue poeta, para ser poeta vivi¨®, y a punto ten¨ªa su conciencia de poeta cuando su enemiga la muerte, vio lentamente, le separ¨® de nosotros; porque sus poemas nunca fueron m¨¢rmol tallado, aunque en alguna ocasi¨®n parecieran serlo, sino pasos de un inacabable caminar hacia la expresi¨®n esencial de s¨ª mismo. Quiso ser y fue pol¨ªtico, para ser pol¨ªtico vivi¨®, y en la constante inmolaci¨®n por la mejora de nuestra convivencia civil tuvieron una de sus m¨¢s centrales claves 40 a?os de su vida; por lo cual, tambi¨¦n como pol¨ªtico ten¨ªa su conciencia a punto cuando su coraz¨®n le dijo sin palabras: "No puedo m¨¢s".
Dice nuestro diccionario oficial que pol¨ªtico es "quien interviene en las cosas del Gobierno y negocios del Estado". Nada tengo que objetar a la letra de esa definici¨®n. Pero por debajo de la intervenci¨®n en las cosas del Gobierno y negocios del Estado -y por encima de ella, si nuestro punto de vista no es el funcional, sino el ¨¦tico- se halla, para decirlo con la f¨®rmula testamentaria de Dionisio Ridruejo, la voluntad de ayuda a los conciudadanos, con el designio de que vivan un poco mejor. Y en este sentido fue pol¨ªtico, ejemplar pol¨ªtico, el hombre cuya vida y cuya muerte recordamos hoy.
No tuvo que elegir Dionisio Ridruejo entre esos dos excluyentes destinos. Quiso hacer buenos versos, y los hizo, dando caminante y cada vez m¨¢s profunda expresi¨®n a "la noble melancol¨ªa de dioses desterrados" que late en el coraz¨®n de todos los hombres, cuando de veras se deciden a serlo. Quiso ayudar a que sus conciudadanos viviesen un poco mejor, y en el empe?o de conseguirlo quem¨® su vida.
Libertad y convivencia
Aquellos para quienes la existencia en la tierra no pasa de ser, como los anglohablantes dicen, matter of fact tal vez se pregunten qu¨¦ es lo que para ayudar a sus conciudadanos hizo Dionisio Ridruejo. En efecto. ?l, que s¨®lo fugaz y precozmente fue pol¨ªtico de gesti¨®n, no consigui¨® con ¨¦sta que mejorase la renta per c¨¢pita de los espa?oles. Pero quienes piensen que la dignidad -dignidad ¨¦tica, intelectual, est¨¦tica- debe ser, antes que el bienestar, el nervio de una vida plenamente humana pronto advertir¨¢n, si con lealtad quieren mirar la obra y la conducta de este hombre, que con una y con otra -palabras, destierros, exilios, penurias, c¨¢rceles- ense?¨® a sus conciudadanos dos de los m¨¢s esenciales modos de ser dignos: el ejercicio de la libertad y a pr¨¢ctica de la convivencia.
Vocaci¨®n pol¨ªtica
No es cosa f¨¢cil ser verdaderamente libre, y menos de modo ejemplar, aunque en nuestro fuero ¨ªntimo constante y efectivamente lo seamos. Es dif¨ªcil el ejercicio de la libertad cuando tal ejercicio exige el enfrentamiento personal con un poder pol¨ªtico que s¨®lo aquiescencia y obediencia pide o impone a sus s¨²bditos; y m¨¢s que dif¨ªcil, hasta heroico puede ser cuando el hombre libre siente que no puede serlo ¨ªntegramente si no ense?a a sus hermanos, a sus vecinos, dice nuestro poeta, como para quitar toda sombra de ¨¦nfasis a su expresi¨®n, que sin libertad efectiva no puede haber aut¨¦ntica dignidad.
En un primer momento, el espa?ol Dionisio Ridruejo conquist¨® la libertad para s¨ª: "Volv¨ª de Rusia" escribir¨¢, "libre para disponer de m¨ª mismo seg¨²n mi conciencia".
Pronto, sin embargo, un profundo sentimiento de la vocaci¨®n pol¨ªtica como voluntad de ayuda a los dem¨¢s, a la entera dignidad de los dem¨¢s, le har¨¢ sentir que esa libertad para s¨ª, tan resuelta y valientemente conquistada con su carta al general Franco (julio de 1942), no le basta, no puede bastarle, si no consagra su vida a la empresa de hacer de Espa?a un pa¨ªs libre y democr¨¢tico. Esta alternativa se le present¨®: "Volver a la democracia, cantando humildemente el mea culpa, o decidirse por la revoluci¨®n genuina, sin miramientos... Demasiado liberal, por temperamento y reflexi¨®n, para lo segundo, yo, honradamente, no pod¨ªa estar sino en lo primero". Y en lo primero estuvo hasta su muerte, afrontando con animoso estoicismo todo lo que entonces esa decisi¨®n exig¨ªa: esos destierros y exilios, esas penurias y c¨¢rceles de que antes habl¨¦.
Con el ejercicio y la procura de la libertad -"mientras haya hombres que liberar, ser¨¢ necesario el liberalismo", sol¨ªa decir-, la pr¨¢ctica de la convivencia. Solitario cuando necesitaba la soledad, convivencial como pocos fue Dionisio Ridruejo. Para m¨ª, como nadie, porque no he conocido a un hombre que lo fuese tanto. ?Qui¨¦n tan generoso de su alma y de su tiempo, qui¨¦n tan disponible para el que con sinceridad o con menester le requiriese? Mirado a distancia, tres notas principales veo yo en su modo de entender la convivencia: la lealtad, la justicia y la amistad. La lealtad: el h¨¢bito intelectual y moral de ver y reconocer la real integridad del otro, aunque no sea amigo, aunque en su alma predominen la torpeza y la suciedad.
Poeta hondo y esencial
Maestro fue Dionisio en el nada f¨¢cil arte, lo dir¨¦ con sus propias palabras, de "ver la flor en el estercolero y el marfil en la carro?a". Al fondo, cualquiera lo advierte, el ideal cervantino de la convivencia. La justicia: la permanente orientaci¨®n del ejercicio de la libertad hacia la m¨¢s plenaria y universal satisfacci¨®n de los derechos del hombre como tal hombre, de todos los derechos humanos.
Como en el de los grandes liberales de nuestro siglo, una esencial vena del mejor socialismo hab¨ªa en el liberalismo de Dionisio Ridruejo. La amistad, en el m¨¢s gen¨¦rico sentido de esta palabra: un modo benevolente y cordial de la relaci¨®n con cual quiera Como suelo social en el que arraiga la relaci¨®n con los verdaderos amigos, con las pocas personas a las que nos vincula un ¨ªntimo t¨² y yo. Quienes de veras conocieron a Dionisio Ridruejo, digan si no fue ¨¦ste su modo de entender y practicar la convivencia.
Poeta cada vez m¨¢s hondo y esencial, liberal liberador, generoso y practicante y ap¨®stol de una convivencia en la justicia, la verdad y la benevolencia. As¨ª fue el magn¨ªfico espa?ol que hace 10 a?os perdimos. Quiera Dios que, como su conterr¨¢neo el Cid, gane batallas despu¨¦s de muerto.
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