La escritura: una met¨¢fora del exilio
El cuadro pol¨ªtico, social y cultural que presenta Paraguay bajo la m¨¢s vieja dictadura en el continente latinoamericano revela dram¨¢ticamente los estragos que ella ha producido en las fuentes creativas de la sociedad en sus diversas manifestaciones. En esta sociedad atrasada que arrastra como en castigo la "alucinaci¨®n en marcha de su historia", coronaci¨®n de un siglo de dictaduras intermitentes y end¨¦micas semejantes a las fiebres tropicales, el fen¨®meno del exilio forma parte, por esta perversi¨®n de la historia, de su naturaleza y destino.Exilio, en primer lugar, del pa¨ªs mismo en su encierro mediterr¨¢neo marcado por segregaciones territoriales, por migraciones y emigraciones, por ¨¦xodos en masa: entre ellos, el de sus naturales ind¨ªgenas, el primero luego de la expulsi¨®n de los jesuitas (1767), que fue a su vez el primer destierro de extranjeros en el Paraguay colonial. Esto no impidi¨®, sin embargo, que, convertido en naci¨®n independiente, alcanzara el rango de naci¨®n m¨¢s adelantada, material y culturalmente, de la Am¨¦rica hispana. Bajo el gobierno del famoso doctor Francia, fundador de la Rep¨²blica y constructor del Estado-naci¨®n bajo los principios de la Ilustraci¨®n y la Revoluci¨®n Francesa, se produjo en Paraguay el primer experimento de efectiva autonom¨ªa e independencia que registra la historia de Am¨¦rica Latina. Algo que los propios libertadores no pudieron lograr tras las batallas de la emancipaci¨®n. Los intereses econ¨®micos, la penetraci¨®n y dominaci¨®n del imperio brit¨¢nico en aquella parte del mundo no pod¨ªan tolerar que la peligrosa utop¨ªa de la autodeterminaci¨®n cuajara como un mal ejemplo en el peque?o y aislado pa¨ªs mediterr¨¢neo. Con su instigaci¨®n y apoyo, los centros financieros del imperio de Brasil y las oligarqu¨ªas de R¨ªo de la Plata, dependientes de Inglaterra, tramaron la guerra llamada de la Triple Alianza. A lo largo de cinco a?os (1865-1970), esta guerra arras¨® Paraguay, extermin¨® las dos terceras partes de su poblaci¨®n y le despoj¨® de m¨¢s de la mitad de su territorio. En tales condiciones, Paraguay qued¨® reducido a escombros. No le qued¨® a esta infortunada naci¨®n m¨¢s que una "gran cat¨¢strofe de recuerdos" y en medio de ella una realidad que deliraba y echaba enormes r¨¢fagas de su historia al rostro de los sobrevivientes, como a comienzos de este siglo lo describi¨® el espa?ol Rafael Barret.
El vac¨ªo del pasado, su aislamiento, su incomunicaci¨®n, el acoso de los intereses de la neocolonia impidieron que llegaran a esta isla rodeada de tierra, cerrada sobre sus desgracias nacionales, tan siquiera los ecos de las corrientes culturales que estaban transformando las ideas, las artes, las literaturas latinoamericanas. Hay que agregar a todo esto el doble encierro de su cultura biling¨¹e: Paraguay es el ¨²nico pa¨ªs totalmente biling¨¹e de Am¨¦rica Latina; la lengua aut¨®ctona y oral, el guaran¨ª, es la verdadera lengua nacional y popular. He aqu¨ª el espacio de la cultura mestiza donde desde hace m¨¢s de cuatro siglos la oralidad ha convertido a la escritura en un texto ausente: la met¨¢fora raigal del exilio.
Este exilio cultural y ling¨¹¨ªstico agrava as¨ª, desde dentro, las dem¨¢s formas de alienaci¨®n que comporta el exilio interior, puesto que implica la aniquilaci¨®n de la libertad ¨²ltima devorada por el miedo: el miedo instalado como conciencia p¨²blica en un pa¨ªs aplastado por el sistema de represi¨®n totalitaria que lo escarnece.
La fragmentaci¨®n de la cultura paraguaya, el desequilibrio de las fuerzas productivas, ese miedo cerval que ha tomado las funciones de la conciencia a un tiempo p¨²blica y secreta, individual y colectiva, han afectado profundamente las potencias creativas de una sociedad que vive como en castigo a orillas de uno de los m¨¢s hermosos r¨ªos de la tierra, ese r¨ªo que dio su nombre m¨ªtico al pa¨ªs: Paragua'y, agua-empenachada o r¨ªo-de-las-coronas.
La brutalidad y el terror han cegado esas fuentes que nutren las obras de los escritores y artistas y que proyectan la originalidad de un pueblo. Es obvio que ello s¨®lo puede acontecer cuando tales obras se producen sobre el foco de la energ¨ªa social de la colectividad con la esencia de su vida, de su realidad, de su historia, de sus mitos culturales, sociales y nacionales que fecundan la subjetividad creativa de los poetas, novelistas y artistas. Su mayor enajenaci¨®n es vivir desgarrados entre la realidad que debiera ser y la realidad tal cual es: entre la plenitud de vida que le ha sido escamoteada y la monstruosidad de vida vegetativa que le han impuesto causas extra?as a su naturaleza hist¨®rica y social.
El escritor no puede comportarse como un etn¨®logo. La pasividad, el distanciamiento, no son su fuerte. Los escritores, narradores y poetas paraguayos pertenecen a una cultura cuya estructura interna contin¨²a siendo oral, reacia a los signos de la escritura culta, signo de la artificialidad y de la dominaci¨®n. La imaginaci¨®n queda as¨ª prisionera de esta doble alienaci¨®n: la del lenguaje, en la expresi¨®n de una realidad que lo desborda; de una realidad que es sonido polif¨®nico, de una realidad que s¨®lo se manifiesta a trav¨¦s de la oralidad, de las inflexiones y modulaciones de la expresi¨®n verbal. Y ya sabemos que una obra literaria vale no por sus buenas intenciones, sino por las significaciones de su estructura interna, por la fuerza instintiva que emana de ella; por la mediaci¨®n de "un arte que es por cierto conciencia, pero en busca de una forma no consciente de s¨ª"; que no es ideolog¨ªa, pero que no puede escapar de la ideolog¨ªa.
En el recuento de las formas de exilio del escritor paraguayo (exilio exterior, interior, despojamiento de la vida no vivida, enajenaci¨®n de la obra no realizada a¨²n, segregaci¨®n de su realidad, incomunicaci¨®n de su p¨²blico nacional de los arrojados a la di¨¢spora, incomunicaci¨®n con ¨¦stos de los que padecen relegamiento interno), el exilio ling¨¹¨ªstico es su paradigma, la verdadera met¨¢fora de la realidad transformada en irrealidad.
El problema de la polaridad biling¨¹e castellano-guaran¨ª acaso sea el signo de esta especie de esquizofrenia ling¨¹¨ªstica. ?En cu¨¢l de los dos idiomas ha de escribir el escritor paraguayo? Si la literatura es fundamentalmente un hecho de lengua y, por tanto, de comunicaci¨®n, la elecci¨®n deber¨ªa o parecer¨ªa ser forzosa: el castellano o espa?ol. Pero al escribir en castellano, el escritor, y especialmente el autor de ficciones, siente que est¨¢ sufriendo su alienaci¨®n m¨¢s ¨ªntima, la del exilio ling¨¹¨ªstico. ?Hasta qu¨¦ l¨ªmites puede llevar este alejamiento de la porci¨®n de la realidad y de vida colectiva que se expresa en guaran¨ª, de la cultura paraguaya marcada indeleblemente por el signo de la oralidad, del pensamiento m¨ªtico originario? En el momento de escribir en castellano siente que est¨¢ realizando una parcial traducci¨®n del escindido contexto ling¨¹¨ªstico. Al hacerlo, se escinde ¨¦l mismo. Le quedar¨¢ siempre algo sin expresar. Esto lleva al escritor paraguayo a la necesidad de hacer una literatura que no quede en literatura; de hablar contra la palabra, de escribir contra la escritura, de inventar historias que sean la transgresi¨®n de la historia oficial, de minar con la escritura subversiva, desmitificadora, el lenguaje cargado con la ideolog¨ªa de la dominaci¨®n. En este sentido, las nuevas generaciones de narradores y poetas se hallan empe?ados en la faena de adelantar esta literatura sin pasado que viene de un pasado sin literatura, de expresarla en su propio lenguaje.
La cosmogon¨ªa guaran¨ª conceb¨ªa el lenguaje humano como fundamento del cosmos y la pr¨ªstina naturaleza del hombre. N¨²cleo de este mito de origen es el esot¨¦rico e intraducible ayv¨² rapyt¨¢ o ?e'eng mbyte r? como m¨¦dula de la palabra-alma: el ayv¨² del comienzo de los tiempos. Ruido o sonido impregnado de la sabidur¨ªa de la naturaleza y del cosmos engendr¨¢ndose a trav¨¦s del austero y melodioso Padre del comienzo y del final; suscitador de la palabra fundadora. Palabra secreta que nunca es pronunciada ante extra?os, y la que con tataendy (llama-del-fuego-sagrado) y tatachin¨¢ (neblina-del-poder-creador) conforman los tres elementos primordiales de la cosmogon¨ªa de los antiguos guaran¨ªes. Sus divinidades primigenias no fulminaron las leyes del castigo contra el que aspiraba a la sabidur¨ªa. Concertaron la comuni¨®n entre el saber y el hacer, entre la unidad y la pluralidad, entre la vida y la muerte. Todo hombre era Dios en el camino de la purificaci¨®n, y el Dios -o los muchos dioses de aquella teogon¨ªa- era el primer hombre y tambi¨¦n el ¨²ltimo. No impusieron el exilio, sino la peregrinaci¨®n de la persona-muchedumbre hacia la tierra-sin-mal que cada uno llevaba dentro y entre todos.
En la sociedad paraguaya del presente, desequilibrada por el poder opresor, tambi¨¦n la voz ancestral ha sido confiscada: ese lenguaje ¨²ltimo en el que un pueblo amenazado y perseguido se refugia. Lenguaje sin escritura que encerr¨® en otro tiempo la m¨¦dula de la palabra-alma -semilla de lo humano y lo sagrado-, trata de encontrar ahora su espacio de palabra, la irradiaci¨®n de la realidad a trav¨¦s de la irrealidad de los signos.
Los escritores paraguayos contempor¨¢neos tienen conciencia de hallarse en un punto extremo de la sucesi¨®n hist¨®rica. Esto los hace anormalmente conscientes de los problemas de su sociedad, pero tambi¨¦n de su trabajo art¨ªstico. Para estos escritores sometidos al exilio interno, como para los que han sido forzados a la di¨¢spora, el trabajo literario vuelve a significar imperativamente la necesidad de encamar un destino, de reinsertarse en la realidad vital de una colectividad, la suya propia, para nutrirse de sus esencias y aspiraciones m¨¢s profundas y abarcar desde all¨ª la universalidad del hombre.
Estos narradores comprenden que tales logros, por su propia naturaleza, s¨®lo pueden realizarse en el plano est¨¦tico, en el plano de la palabra y de la escritura, en la concepci¨®n misma del arte de narrar, que no es solamente, como se suele pensar, el arte de describir la realidad en palabras, sino el arte de hacer que la palabra misma sea real.
Este empe?o tiende a penetrar lo m¨¢s hondamente posible bajo la piel del destino humano; a lograr, en suma, una imagen del individuo y de la sociedad la m¨¢s completa posible y la m¨¢s comprometida con la experiencia vital y espiritual del hombre de nuestro tiempo. Es aqu¨ª donde, aliando la subjetividad personal con la conciencia hist¨®rica y social, la imaginaci¨®n creativa con la pasi¨®n moral, los escritores paraguayos pueden superar su dram¨¢tica situaci¨®n de incomunicaci¨®n y aislamiento para incorporarse en plenitud al conjunto de la literatura de habla hispana.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.