Sala de fiestas
La noche del mi¨¦rcoles en esta semana madrile?a dedicada a la m¨²sica salsa se desarroll¨® sin altibajos. Caco Senante, de todos conocido, tom¨® posesi¨®n del escenario con alegr¨ªa, con introducciones a cada una de sus canciones, con recuerdos del anterior festival, con holgura. Durante m¨¢s de hora y media hizo temblar las tablas del escenario al son de su orquesta con un programa que recog¨ªa lo mejor de su repertorio. El p¨²blico sab¨ªa perfectamente a lo que iba y lo que ir¨ªa a escuchar, y desde un principio estuvo listo a bailar y pasar un buen rato. Sin deslumbramientos, sin s¨²bitas revelaciones de virtuosismo, la velada del mi¨¦rcoles fue la que se pasar¨ªa en una buena sala de fiestas en una noche de verano.Caco Senante dosific¨® bien el ritmo. Aparte de sus salsas gastron¨®micas (no resulta redundante, ya que hablamos de m¨²sica), asunto al que ha dedicado especial atenci¨®n en sus composiciones m¨¢s conocidas, como Mojo pic¨®n y Que le pongan salsa, interpret¨® un par de boleros y temas como Homenaje, de Pablo Milan¨¦s, y Bemba color¨¢, que dedic¨® a Celia Cruz. La audiencia parec¨ªa satisfecha, y Caco siempre lo parece.
La Orquesta Machito marc¨® con su sola presencia ciertas distancias. Sus 12 integrantes, vestidos con impecable traje y corbata, se situaron ordenadamente en el escenario y lo transformaron de pronto en una especie de gran sal¨®n de hotel en cualquier lugar del sur de Estados Unidos. Esta banda, creada en 1939 en Nueva York por Frank Macho Grillo, quien muri¨® el a?o pasado, es una de las m¨¢s s¨®lidas del g¨¦nero. Ahora la dirige su hijo Mario Machito Grillo. El mi¨¦rcoles, en Conde Duque, actuaron con ellos los cantantes Justo Bethancourt y Santos Col¨®n.
El primero, Bethancourt, cual aut¨¦ntico gal¨¢n de telenovela, abri¨® fuego con Pa bravo yo. La fiesta segu¨ªa adelante y el espacio delante del escenario resultaba estrecho para los danzantes. Tras el primer vocalista, vino el segundo. Santos Col¨®n, menudo, sentimental, un rom¨¢ntico de bigotito y camisa blanca, vino a cantar boleros en el mejor estilo. Intransigente, el p¨²blico empez¨® a silbar, pero fue calmado por su promesa: despu¨¦s sigue la salsa. La fiesta continu¨® poco tiempo m¨¢s, y como tal, qued¨® atr¨¢s.
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