P¨®lipo
Aproximadamente, Ronald Reagan tambi¨¦n es un ser humano, y aparte de eso, a m¨ª cualquier se?or que tiene un p¨®lipo me merece todos los respetos. En el intestino de todo mortal, aunque se trate del presidente de Estados Unidos, siempre hay un gusano haciendo un capullo en la clandestinidad. Uno puede vivir intensamente la propia apariencia mientras en el secreto de las v¨ªsceras el capullo en forma de cabeza de coliflor crece sin cesar y sus filamentos de oro, como bigotes de gamba, van tomando posiciones en la oscuridad hasta encontrar un punto fijo donde agarrarse. Un buen d¨ªa se levanta con la cara de melocot¨®n podrido y la familia, que no dice nada, comienza a dudar si tiene en el armario alguna corbata negra. Pero los p¨®lipos pueden ser benignos o malvados, de derechas o de izquierdas. Por regla general, los tumores de la gente de orden acostumbran a ser buenos, o al menos dudosos.Este vaquero valeroso ha sido Hevado a la piedra por los cirujanos. Antes de la anestesia le ha dado un beso a la se?ora Nancy. Luego le han rebanado por dentro. La operaci¨®n ha sido sencilla, y la recuperaci¨®n espectacular, seg¨²n la propaganda m¨¦dica, hasta tal punto que en este momento Reagan ya est¨¢ leyendo los comics de los peri¨®dicos y contando chistes malos a las enfermeras. Todo ha sido normal dentro de la frivolidad pol¨ªtica. Pero este presidente tiene otros p¨®lipos m¨¢s dif¨ªciles de extirpar. Cuba, Ir¨¢n, Libia, Nicaragua y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, que reparte la met¨¢stasis entre todos los pobres de la Tierra.
En realidad, Norteam¨¦rica es una naci¨®n muy d¨¦bil. Sus habitantes as¨¦pticos, en cuanto salen de la frontera, si beben agua del grifo o comen un pincho moruno cogen unas diarreas espantosas. Su pr¨ªncipe del Oeste amenaza con invadir peque?os pa¨ªses, hace gracietas con la bomba at¨®mica, besa a Nancy, monta a caballo, cree en el Dios del Sina¨ª y gasta bromas acerca del fin del mundo, pero cultiva demasiados p¨®lipos en el intestino. Sin duda, re¨ªrse del propio tumor es una ¨²ltima y saludable forma de vivir, recuperarse con tanta facilidad es una insolencia. Una altivez desesperada que se deriva de la impotencia mientras el capullo trabaja.
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