Dos ¨®peras barrocas espa?olas para un final solemne
Con la representaci¨®n en el teatro Isabel la Cat¨®lica de dos ¨®peras barrocas espa?olas, La guerra de los gigantes, de Dur¨®n, y Los elementos, de Literes, ha concluido en Granada el 34? Festival Internacional de M¨²sica y Danza y el 16? Curso Manuel de Falla. Aunque la clausura oficial se celebr¨® el s¨¢bado, en el Hospital Real, con un acto entre sencillo y solemne en el que fueron entregados 200 diplomas.
La m¨²sica se hace acontecimiento por dos v¨ªas: la excepcionalidad de los int¨¦rpretes o la de las obras. La b¨²squeda en el pasado de aquellos testimonios que definen la historia musical espa?ola se me antoja profundo acontecimiento que un festival verdaderamente internacional debe cuidar con tanto af¨¢n como la persecuci¨®n de los grandes divos o la presentaci¨®n de la m¨²sica de nuestro tiempo.Entonces, el redescubrimiento de las sinfon¨ªas del ovetense Garay y ?lvarez, del organista dieciochesco de la catedral granadina Esteban Redondo, del excelente repertorio vocal de Juan del Vado o de las cantadas humanas de Juan de Cerqueira suponen no s¨®lo la conversi¨®n de la musicolog¨ªa en m¨²sica viva, sino una aportaci¨®n cuya estela se prolongar¨¢ en el tiempo bastante m¨¢s que los brillantes agudos de las gargantas privilegiadas.
Por otra parte, el festival de Granada debe poseer perfiles propios y no conformarse con reproducir a cualquier escala el modelo de tanto festival de figuras como abunda en Europa. Ahondar en el pasado espa?ol, y m¨¢s concretamente en el de Andaluc¨ªa, no resta universalidad a los ciclos, sino todo lo contrario. Es una forma de redondear la explicaci¨®n de nuestro ser. Creo sinceramente que despu¨¦s de empe?os como el de ahora en Granada, abordado con extraordinario valor por Antonio Mart¨ªn Moreno, los estudios futuros sobre cultura espa?ola van a ser algo diferentes de lo que fueron hasta la fecha.
La culminaci¨®n del ciclo barroco ha sido, sin duda, el montaje de las ¨®peras de Sebasti¨¢n Dur¨®n y Antonio de L¨ªteres. La primera, La guerra de los gigantes, tuvo ya afortunada realizaci¨®n en uno de los festivales de polifon¨ªa de Cuenca, siempre sobre la base de la edici¨®n musicol¨®gica de Mart¨ªn Moreno y con la simple y eficaz visi¨®n esc¨¦nica de Emilio Sagi.
En La guerra de los gigantes, estrenada a comienzos del siglo XVIII, el compositor de Brihuega trata un asunto mitol¨®gico, la batalla de los gigantes que quieren desalojar a los dioses del Olimpo, y hace gala en la partitura de la teatralizaci¨®n del pensamiento polif¨®nico.
En Antonio de Literes y su pieza Los elementos todo es distinto. El compositor mallorqu¨ªn sigue de buen grado las corrientes italianas, lo que significa el triunfo de la melod¨ªa a trav¨¦s de una invenci¨®n muy personalizada, virtuosista y llena de garbo. Ese car¨¢cter esencial, antes que las alusiones a lo popular, inexistentes en este caso, debi¨® mover la pluma de Feijoo cuando elogiaba el hispanismo de Literes. Simplemente, se trata de una imaginaci¨®n m¨¢s moderna que la de Sebasti¨¢n Dur¨®n. Con Literes envejece en alguna medida no s¨®lo Dur¨®n, sino tambi¨¦n Hidalgo.
El conocimiento de Los elementos, casi un divertimento protagonizado por el aire, la tierra, el agua, el fuego, la aurora y el tiempo, es decir, una de las constantes en el teatro barroco, constituy¨® una aut¨¦ntica fiesta.
Que con los medios que el festival cuenta las bien orientadas versiones no alcanzaran los niveles deseables no impide la valoraci¨®n positiva del empe?o: modesto en las posibilidades, ambicioso en los fines. Hay que elogiar el trabajo de los j¨®venes cantantes Teresa Verdera, Ascensi¨®n Gonz¨¢lez, Mar¨ªa Jos¨¦ S¨¢nchez, Mar¨ªa Luisa Castellanos, Isabel Rey y Mar¨ªa Jos¨¦ Montiel, as¨ª como la feliz adaptaci¨®n a los medios esc¨¦nicos, tan escasos, de los escen¨®grafos Emilio Sagi y Llorens Corbella, o el entusiasmo desplegado por el director Pascual Ortega, con resultados desiguales, al frente de una formaci¨®n orquestal desigual.
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