La 'guerra de las galaxias'
( ... ) Cuando el presidente Reagan propuso en 1983 un sistema de defensa antimisiles, la primera reacci¨®n de casi todo el mundo fue descartar la idea con desprecio, en parte porque la idea proced¨ªa del viejo Reagan, pero tambi¨¦n porque generalmente la mayor¨ªa encuentra incre¨ªbles las nuevas ideas. Esa primera reacci¨®n ha cambiado ahora.En cierta medida este cambio se debe a un sentido de inexorabilidad. La Administraci¨®n Reagan est¨¢ presionando con fuerza para lograr poner en pr¨¢ctica su plan de investigaci¨®n antimisiles y el Congreso est¨¢ financiando la mayor parte del presupuesto necesario. Si es verdad que el mariscal Nicolai Ogarkov ha sido repuesto en Mosc¨², entonces es casi seguro que tambi¨¦n la Uni¨®n Sovi¨¦tica se ha convertido a la guerra de las gal¨¢xias. El mariscal Ogarkov es el hombre clave de la alta tecnolog¨ªa en el Ej¨¦rcito sovi¨¦tico; puesto que existe constancia de haber declarado que la Uni¨®n Sovi¨¦tica necesita de las nuevas tecnolog¨ªas para la batalla en tierra, no es probable que pase por alto su significado para el equilibrio del poder¨ªo nuclear en el aire. Todo esto ha contribuido a disipar el escepticismo primitivo en torno a la guerra de la galaxias. Pero la principal raz¨®n de que este escepticismo haya ido desapareciendo es que desde 1983 mucha gente ha empezado a considerar la idea como m¨¢s factible y menos inmoral de lo que hab¨ªa pensado en un principio.
( ... ) El ¨¦xito en la introducci¨®n de las defensas antimisiles no ha suprimido el problema de las armas nucleares. ?stas seguir¨¢n existiendo y seguir¨¢n siendo transportadas por medios distintos de los misiles, y la mayor¨ªa de los pa¨ªses no podr¨¢ permitirse de ninguna manera el coste de un sistema antimisiles. Pero el efecto ser¨¢ radical para aquellos que puedan costearlo, que probablemente ser¨¢n solamente Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, aunque quiz¨¢ tambi¨¦n Jap¨®n y Europa.
Esos pa¨ªses ya no tendr¨¢n que preocuparse demasiado de un ataque con misiles o gastar tanto dinero y esfuerzo intelectual en sus propios misiles. Ello podr¨ªa facilitarles la consecuci¨®n de un acuerdo para cortar sus reservas nucleales. De este modo, la funci¨®n desempe?ada por las armas nucleares en sus planes de defensa ser¨ªa a¨²n menor. En vez de ser una pieza central, el asunto se resolver¨ªa gradualmente en una pol¨ªtica de seguros contra un riesgo resi-dual de guerra nuclear. El cambio que ello implica en el pensamiento estrat¨¦gico podr¨ªa desembocar en un cambio psicol¨®gico de igual importancia. La creencia de que 1945 daba paso a una era en que la segu- ridad depend¨ªa de mantener permanentemente el dedo en el gatillo nuclear empezar¨ªa a desvanecerse lentamente Londres, 9 de agosto
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- ISD
- Espacio a¨¦reo
- Escudo antimisiles
- Guerra fr¨ªa
- Pol¨ªtica exterior
- Ej¨¦rcito aire
- Pol¨ªtica defensa
- Estados Unidos
- Seguridad a¨¦rea
- URSS
- Guerra
- Fuerzas armadas
- Bloques pol¨ªticos
- Conflictos pol¨ªticos
- Bloques internacionales
- Historia contempor¨¢nea
- Partidos pol¨ªticos
- Conflictos
- Transporte a¨¦reo
- Historia
- Relaciones exteriores
- Pol¨ªtica
- Transporte
- Defensa