Alegr¨ªa de verano, futuro incierto
Estados Unidos no sumir¨¢ al mundo en una nueva recesi¨®n econ¨®mica. Pese a los hor¨®scopos que los analistas hacen en to dos los sentidos -nueva recesi¨®n, mayor desarrollo-, la buena marcha de la inflaci¨®n norteamericana permite intuir que las apuestas m¨¢s cient¨ªficas ser¨¢n las que se hagan en contra del derrumbamiento econ¨®mico norteamericano. Ello no impide desarrollar la tesis de que EE UU, durante un a?o completo, ha vivido una recesi¨®n en su desarrollo, que ha motivado que los expertos gubernamentales tengan que rehacer las expectativas de crecimiento, que por otra parte no va a resolver el enorme d¨¦ficit presupuestario.
Esto es oficial. Estados Unidos ha, sufrido durante un a?o completo una recesi¨®n en su desarrollo, no una recesi¨®n entendida, de un modo que suponga verdaderamente una disminuci¨®n de producci¨®n real, sino entendida de un modo que significa un menor desarrollo incapaz de mantenerse al ritmo del crecimiento demogr¨¢fico y de la creciente capacidad de f¨¢bricas e instalaciones en Estados Unidos.As¨ª pues, ello representa mucho para las optimistas previsiones y adulaciones de todos los que apoyaban los planes originales de Reagan y que balbuceaban sobre una nueva era de crecimiento de la productividad, una vez que la industria se viera libre de impuestos y no tuviera ya sobre sus espaldas a los organismos y disposiciones reguladoras de Washington. Donald Regan, jefe honorario de la Casa Blanca y virtual presidente en funciones durante la estancia de Ronald Reagan en el hospital, ha necesitado volver al tablero de estudio ahora que se ha hecho evidente que el crecimiento no va a ser el que resuelva el problema del enorme d¨¦ficit de la naci¨®n.
La regresi¨®n americana se est¨¢ observando con inter¨¦s y preocupaci¨®n en Tokio y Se¨²l, Bruselas, Londres, Estocolmo y Roma as¨ª como en M¨¦xico capital, S?o Paulo y en Lima.
Fue la locomotora americana la que hizo resoplar fuertemente la econom¨ªa mundial en los a?os 1983 y 1984. Ahora que la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y Desarrollo Econ¨®mico (OCDE) est¨¢ afectando y golpeando el progreso de su expansi¨®n y que el deudor de LDC est¨¢ finalmente generando super¨¢vit comerciales positivos, ?podr¨¢ negar la inminente crisis econ¨®mica de Estados Unidos todos estos preciados logros del progreso?
Auxilio de la Reserva Federal
Todos coinciden en ver al presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, como el honrado caballero que acude en auxilio de la econom¨ªa americana contra las amenazas de una total recesi¨®n y contra la p¨¦rdida de trabajo en lo que a competencia en el comercio de importaci¨®n se refiere.
Volcker ha estado realizando una excelente labor desde mediados del a?o 1982, pero no es ning¨²n superman de 10 pies de altura. Es tan s¨®lo un economista mortal algo m¨¢s alto que la mayor¨ªa y con una reputaci¨®n ganada en el extranjero y en Wall Street por su inteligencia y honorabilidad dignas de todo elogio.
He aqu¨ª algunas de las cosas que sin duda alguna Paul Volcker no puede llevar a cabo:
- Persuadir al se?or Reagan a que acceda a implantar mayores impuestos con miras a reducir el d¨¦ficit fiscal, que es el origen y motivo de la supervaloraci¨®n de nuestro d¨®lar.
- Forzar a que baje el tipo de cambio del d¨®lar mediante la intervenci¨®n masiva experta en el mercado de divisas, consiguiendo hacer con ello que nuestros productos manufacturados sean m¨¢s competitivos con el torrente de art¨ªculos de importaci¨®n que proceden de la cuenca del Pac¨ªfico y de Europa.
- Reducir de modo significativo los tipos reales de inter¨¦s demasiado altos del desarrollo comercial americano mediante cr¨¦ditos de dinero proporcionando con ello algunos a?os m¨¢s de vida sostenida a los dos a?os y medio previstos para la recuperaci¨®n.
La Reserva Federal tiene sin lugar a dudas grandes poderes, y el equipo de Volcker los ha desplegado perfectamente. Ha sido la voz de la conciencia remordiendo a ambos partidos pol¨ªticos a comprometerse en un programa presupuestario que reduzca el d¨¦ficit fiscal y que deber¨ªa absorber cerca de la mitad de neustro ahorro nacional.
La Reserva Federal ha permitido el crecimiento de los cr¨¦ditos monetarios por encima de sus objetivos anteriores, haciendo frente a las iras de monetaristas friedmaniacos.
Volcker ha vuelto a precisar de forma inteligente para el a?o 1985 una amplia gama de objetivos de desarrollo para el pr¨¦stamo de dinero, fij¨¢ndolos a una base inicial ampliada. De esta forma se protege su libertad de acci¨®n y Wall Street ha sabido apreciar que en esta maniobra no se encuentre implicado ning¨²n tipo de capitulaci¨®n ante la futura inflaci¨®n.
La Reserva Federal ha estado haciendo bajar con pleno ¨¦xito durante la mayor parte de 1985 los tipos de inter¨¦s, en un intento consciente de apoyarse en contra de la corriente del d¨¦bil producto nacional bruto. La creaci¨®n de viviendas y de construcciones de otro tipo han repercutido favorablemente en esta maniobra.
Apoyos vitales
La firmeza concebida en el mercado de t¨ªtulos proporcion¨® un ¨¢nimo contenido a los inversionistas de la bolsa. Alentados por las ganancias del capital y por el aumento de su valor neto, los consumidores han seguido ahorrando poco, lo que ha representado un apoyo vital en el total de ventas de Estados Unidos.
La ca¨ªda de los tipos de inter¨¦s americanos a partir del mes de febrero ha hecho que por fin el d¨®lar flote en sentido descendente en los mercados de cambio. La cotizaci¨®n de la libra ha subido vertiginosamente: dado que el Reino Unido nos vende tan poco, no puede esperarse que ello represente nada bueno en la balanza de pagos de Estados Unidos. La apreciaci¨®n del yen es una evoluci¨®n m¨¢s esperanzadora; lo mismo puede decirse de la agradable ca¨ªda del d¨®lar en su cotizaci¨®n.
La din¨¢mica de la Reserva Federal ha estado de esta forma orientada en la direcci¨®n correcta. La econom¨ªa, no obstante, es una ciencia o arte cuantitativo.
?Ha quemado ya la Reserva Federal su cartucho en aras a contener la pasada debilidad econ¨®mica americana? ?Y qu¨¦ decir del futuro? ?Podremos conseguir la necesaria correcci¨®n de d¨®lar que apenas ha comenzado?
Esperanzas prometedoras
Los pronosticadores expertos, un reciente estudio lo confirma, se muestran extraordinariamente seguros. La mayor¨ªa cree que la recesi¨®n del desarrollo ha quedado ya detr¨¢s de nosotros.
Sus pron¨®sticos para el a?o 1986 son los de una renovada recuperaci¨®n y reactivaci¨®n de la econom¨ªa. El ¨²ltimo semestre del a?o 1985 se espera, con gran expectaci¨®n para, salir del insignificante ¨ªndice de crecimiento del 1% anual del primer semestre del a?o. Cuando los m¨¢s prestigiosos economistas banqueros pronosticaron en m¨¢s del 4% anual los ¨ªndices de crecimiento para el ¨²ltimo semestre de 1985, los tipos de inter¨¦s se estabilizaron en Wall Street y cayeron las cotizaciones de las acciones ordinarias de las empresas de servicio p¨²blico.
Alcanzar un porcentaje del 4% nuevamente en el ¨ªndice de crecimiento ser¨ªa una gran cosa. Una gran cosa para nosotros y para la econom¨ªa mundial.
- Los optimistas disponen de un razonable motivo, pues identifican la reciente debilidad econ¨®mica con la garant¨ªa de las existencias. Ellos suponen que las existencias de las compa?¨ªas son ahora tan escasas que las empresas intensificar¨¢n sus ¨®rdenes de pedidos. El cr¨¦dito ampliado de dinero que la Reserva Federal cre¨® desde mediados de 1984 hasta mediados de 1985, seg¨²n suponen muchos pronosticadores, resucitar¨¢ tras el acostumbrado per¨ªodo de letargo, proporcionando poder adquisitivo durante el continuo avance del oto?o.
La fe consiste en creer en las cosas hasta ahora no vistas. Estoy de acuerdo en que todo esto puede pronto suceder. Pero debo advertir que existe un considerable elemento de duda en todos los hor¨®scopos como ¨¦ste.
Existe un factor que yo juzgo como decisivamente favorable. A no ser por ¨¦l, tendr¨ªa que establecer la posibilidad de una recesi¨®n para 1986 en no menos de un tercio; la probabilidad de una continua recesi¨®n en el crecimiento de Estados Unidos en un tercio, y en no m¨¢s de un tercio la probabilidad de un apunte exigiendo un renovado vigor de la expansi¨®n.
Este factor, decisivamente favorable es la optimista perspectiva que se vislumbra para la inflaci¨®n. Tenemos ahora un mercado de futuros (en el mercado de cambios del caf¨¦, del az¨²car y del cacao en Nueva York), dado el porcentaje esperado para la inflaci¨®n en el ¨ªndice de precios al consumo. Los que juegan al alza y a la baja en la bolsa predicen un valor de tan s¨®lo un 4 a un 5,5 en los ¨ªndices de porcentaje de la inflaci¨®n dentro del panorama previsto para nuestro pr¨®ximo a?o. Tengo que repetir una y otra vez en conferencias y art¨ªculos que lo que origina las recesiones en Am¨¦rica es la aceleraci¨®n en la inflaci¨®n de precios. Eso fue justo lo que sucedi¨® en 1969, en 1974 y en 1980, as¨ª como en 1981, cuando las autoridades monetarias de Estados Unidos se encontraban luchando en su campa?a contra la inflaci¨®n.
Con tal que persista nuestra suerte en lo que ata?e a la perspectiva sobre la inflaci¨®n -d¨¦bil OPEC, buenas cosechas, competencia en las importaciones-, mi consejo es que hagan sus apuestas en contra del derrumbamiento econ¨®mico americano. La Reserva Federal tendr¨¢ la libertad de acci¨®n suficiente para obrar en contra de la desafortunada debilidad que se desarrollar¨ªa. Creo que la Reserva Federal posee tambi¨¦n la voluntad y motivaci¨®n pol¨ªtica para utilizar esos poderes.
Por consiguiente, incluso aquellos que son agn¨®sticos sobre las consecuencias del porvenir americano pueden apostar razonablemente a que Estados Unidos no sumir¨¢ al mundo en una nueva recesi¨®n econ¨®mica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.