Un programa monocrom¨¢tico
El Ballet Nacional presenta en sus dos funciones un programa que en nada se diferencia del ofrecido la temporada pasada en el teatro de la Z¨¢rzuela, comenzando con su pieza fuerte, Serenade, obra de dif¨ªcil ejecuci¨®n concebida por Balanchine en 1934, con la que asent¨® definitivamente su etapa americana, y que, aun sin estar en el apogeo de la renovaci¨®n neocl¨¢sica, ya muestra el car¨¢cter innovador del core¨®grafo.Serenade es una prueba de coordinaci¨®n para el cuerpo de baile, ya que las construcciones corporales se elaboran directamente de las musicales y hay complejas variaciones para los solistas. La versi¨®n del conjunto espa?ol ha mejorado mucho desde la representaci¨®n del 18 de enero de 1984; sin embargo, sigue faltando en los bailarines esa din¨¢mica que exige toda puesta en escena de Balanchine, algo que quiz¨¢ est¨¢ m¨¢s en la escuela que en el estilo escogido por el responsable del montaje y los int¨¦rpretes. Merece destacarse la ajustada musicalidad de Arantxa Arg¨¹elles, su salto y su trabajo de pies. Ricardo Franco y Hans Tino estuvieron muy dentro de sus discretos papeles acompa?antes.
Ballet Nacional de Espa?a (Cl¨¢sico)
Programa: Serenade, de Chaikovski; coreograf¨ªa de Balanchine. Pas de deux, de Chaikovski; coreograria de Balanchine. Pastoral, de Beethoven; coreograria de Milko Sparemblek.Cuartel del Conde Duque. 26 y 27 de agosto.
El Pas de deux, que completaba la primera parte, estuvo interpretado por Trinidad Sevillano y Antonio Castilla. Se trata de un Balanchine m¨¢s evolucionado hacia lo abstracto, vinculando el movin¨²ento al ritmo textual de la m¨²sica. Sevillano, demasiado preocupada por el nivel de sus extensiones, descuid¨® los brazos y ese toque de relajada interpretaci¨®n que a¨²n no posee y es el bordado final de esta pieza. Castilla estuvo digno y correcto.
Resultado grandilocuente
El programa se cerr¨® con Pastoral, obra densa concebida para la media punta que tiene en su contra aparecer despu¨¦s de Serenade. Las eficaces soluciones de pose y evoluci¨®n de conjunto de la primera hacen un contraste casi cruel con la ca¨®tica sucesi¨®n de grupos de la segunda, que, tratando de unirse al elevado esp¨ªritu de la m¨²sica, no consigue el efecto deseado, m¨¢xime con una iluminaci¨®ri desacertada y un vestuario espantoso.
La coreograf¨ªa de Sparemblek aborda un lenguaje ecl¨¦ctico, repleto de referencias formales que van desde los movimientos bejartianos en los hombres a los talones vueltos hacia arriba, uno de los sellos estil¨ªsticos de Graham, para conseguir un resultado final gran" dilocuente, fragmentario y muy lejos de alcanzar una relaci¨®n positiva con la m¨²sica de Beethoven.
El programa, tratando de ser coherente, se vuelve monocrom¨¢tico y s¨®lo se vio coloreado por un suceso ajeno a ¨¦l. Miembros de la compa?¨ªa repart¨ªan unos volantes en la larga cola de la entrada. En el improvisado libelo se protestaba contra la actual direcci¨®n del Ballet por varios temas de funcionamiento interno, entre otros la falta de un repertorio m¨¢s amplio.
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