La crisis de Bolivia
LA SITUACI?N en Bolivia ha dado un giro inesperado con la decisi¨®n del Gobierno presidido por V¨ªctor Paz Estenssoro de responder con la implantaci¨®n del estado de sitio al prolongado desaf¨ªo de la Central Obrera Boliviana (COB). Un mes despu¨¦s de su acceso al Palacio Quemado, el l¨ªder hist¨®rico del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) ha confinado, adem¨¢s, en una peque?a localidad de la regi¨®n selv¨¢tica fronteriza con Brasil, a m¨¢s de un millar de dirigentes sindicales, en la demostraci¨®n m¨¢s clara de que los tiempos de mano blanda de su antecesor, Hern¨¢n Siles Suazo, se han acabado.La medida no puede dejar de preocupar por cuanto supone la vuelta a una pol¨ªtica represiva despu¨¦s de tres a?os en los que Bolivia hab¨ªa sido ejemplo para Am¨¦rica Latina en cuanto al respeto de los derechos humanos. El Gobierno esgrime en su defensa el derecho a garantizar el abastecimiento de productos b¨¢sicos a la poblaci¨®n, que se encontraba seriamente amenazado despu¨¦s de 15 d¨ªas de huelga.
La detenci¨®n de cientos de sindicalistas, aunque aparentemente se haya realizado sin mediar torturas ni agresiones de otro tipo, es una muestra alarmante de la incapacidad del Gobierno para presentar un proyecto pol¨ªtico y econ¨®mico nacional e integrador, incluso en un pa¨ªs como Bolivia, para el que siempre se utilizan par¨¢metros m¨¢s generosos al enjuiciar a sus l¨ªderes pol¨ªticos. Es necesario, no obstante, recordar que fueron las presiones sindicales -justificadas, sin duda, por el hambre del pueblo, pero condicionadas tambi¨¦n por los intereses personales y las guerras de clanes- las que dieron al traste con todos los intentos del Gobierno centroizquierdista de Siles Zuazo de salvar la econom¨ªa de su pa¨ªs.
Paz Estenssoro, que no se quiere parecer a su viejo rival y antecesor en nada, tampoco ha querido tropezar en la misma piedra, y ha decidido actuar radicalmente. El actual presidente ha preferido enfrentarse a la COB con una pol¨ªtica de dureza que elegir el camino de las componendas. Pero ello puede conllevar el peligro, ya insinuado, de una escalada acci¨®n-represi¨®n y amenazar no s¨®lo a un Gobierno no muy consolidado, sino al mismo sistema democr¨¢tico.
El fondo de la dif¨ªcil situaci¨®n boliviana sigue siendo la dram¨¢tica crisis econ¨®mica, de la que su mejor exponente es una inflaci¨®n del 14.000%. El desencadenante del actual conflicto entre los sindicatos y el Gobierno de centro derecha es la aplicaci¨®n de un programa econ¨®mico que, de acuerdo con las instrucciones del Fondo Monetario Internacional, bloquea los salarios y deja libres los precios, incluso los de productos b¨¢sicos. Al mismo tiempo, el Gobierno ha anunciado su intenci¨®n de pagar una deuda externa de cerca de 4.000 millones de d¨®lares, que, aun siendo rid¨ªcula en comparaci¨®n con las de otros pa¨ªses del continente, exige un esfuerzo descomunal a los bolivianos.
No es necesaria una gran sagacidad para afirmar que la democracia boliviana est¨¢ viviendo d¨ªas cruciales. El futuro del pa¨ªs est¨¢ ahora en manos de diversos factores desestabilizadores tales como la previsible radicalizaci¨®n de las bases sindicales y el silencio preocupante de unas fuerzas armadas que nunca simpatizaron con el l¨ªder del MNR. Con todo, la larga historia pol¨ªtica de Paz Estenssoro demuestra que nunca ha tomado decisiones de trascendencia sin tener los cabos bien atados. En esta ocasi¨®n, quiz¨¢ el presidente se haya asegurado ya el respaldo de aquellos que simpatizan con su pol¨ªtica econ¨®mica y desean a la vez que los pa¨ªses que se comprometen p¨²blicamente a pagar su deuda externa gocen de sistemas pol¨ªticos democr¨¢ticos.
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