Del desali?o al talento
Desde Dolores, un transparente y bello trabajo documental sobre Dolores Ibarruri, Garc¨ªa S¨¢nchez no hac¨ªa cine. No obstante se aguardaba una pel¨ªcula suya de ficci¨®n con la esperanza de que con ella ahondase en la l¨ªnea humor¨ªstica que este cineasta abri¨®, hace casi una d¨¦cada, con Las truchas, una pel¨ªcula de acusada originalidad e intensa fuerza ¨¢cida, que ped¨ªa a gritos continuidad.Ya la tiene. La corte de Fara¨®n sigue buceando en las mismas aguas estancadas que hace a?os Garc¨ªa S¨¢nchez removi¨® en busca de peces podridos. La feroz met¨¢fora gastron¨®mica con que all¨ª despach¨® las tripas de la dictadura franquista, se prolonga aqu¨ª en un filme no menos duro que aqu¨¦l con esta ¨¦poca de nuestra mala historia reciente.
La corte de Fara¨®n
Director: Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez. Gui¨®n: Rafael Azcona y Garc¨ªa S¨¢nchez. Fotograf¨ªa Jos¨¦ Luis Alcaine. Producci¨®n espa?ola, 1985. Int¨¦rpretes: Ana Bel¨¦n, Fernando Fern¨¢n G¨®mez, Agust¨ªn Gonz¨¢lez, Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez, Quique Camoiras, Jos¨¦ Mar¨ªa Yuste, Mary Carmen Ram¨ªrez, Antonio Gamero, Antonio Bandera, Mar¨ªa Luisa Ponte, Juan Diego. Estreno en Madrid: cines Capitol, Luchana, Carlton, Candilejas, Europa, La Vaguada M-1.
Los dos filmes, desde el punto de vista del estilo, son de caracter¨ªsticas similares: una especie de ca¨®tica farsa en la que un pu?ado de fantoches, que jam¨¢s alcanzan la condici¨®n de personajes y menos a¨²n de personas, sino que se quedan en informes sombras de sombras humanas, se mueven a ritmo de pesadilla y componen al mismo tiempo un divertido y de salmado desastre, un negro rosario de la aurora.
Met¨¢fora gastron¨®mica
Una met¨¢fora gastron¨®mica -la aparici¨®n de una enorme paella en un multitudinario interrogatorio nocturno a una compa?¨ªa de c¨®micos en una comisar¨ªa de la polic¨ªa franquista- sigue siendo aqu¨ª tambi¨¦n el difuso eje del barullo. ?ste se enreda a lo largo de un tiempo dram¨¢tico sin cimas, sin calidades, aplastado por una acci¨®n en las fronteras del ajetreo, en la que el espectador atrapa, pierde y recupera los hilos de la enrevesad¨ªsima y cada vez m¨¢s envilecida interrelaci¨®n de esas sombras de personajes comensales sobre los que la pel¨ªcula discurre.Garc¨ªa S¨¢nchez tarda en hacer nos entrar en lo que cuenta. Hay, como de costumbre en ¨¦l, desali?o en la exposici¨®n. Se dir¨ªa que no le gustan los instantes funcionales, y que tiene demasiada prisa en ir al grano, a lo que a ¨¦l personalmente le divierte. Por ello tiende a descuidar tales momentos, que tienen m¨¢s importancia de lo que. a primera vista parece. Es Garc¨ªa S¨¢nchez un cineasta que se entromete en lo que narra y lo narra mejor o peor en funci¨®n de si lo que rueda le gusta o por el contrario le trae sin cuidado. Obligado a rodar por fuerza las primeras escenas de La corte de Fara¨®n, que no le interesan demasiado, pasa sobre ellas fotografi¨¢ndolas desde fuera m¨¢s que elabor¨¢ndolas desde dentro.
Este desali?o perjudica inicialmente al filme, que arranca mal y mal se mantiene hasta que, ya en la antesala del caos, el director del tinglado comienza a pasarlo bien detr¨¢s de la c¨¢mara y da instrucciones a esta para que se esmere y atrape con oportunidad y orden los detalles que, como navajas barberas, van enriqueciendo el poder ofensivo del filme. A la media hora de proyecci¨®n, este, que hasta entonces discurr¨ªa en tono bajo, con torpeza y deficiencias en el acoplamiento del sonido directo y el pregrabado, salta hacia arriba.
En efecto, pasadas las medianas escenas iniciales, cuando el espectador comienza, m¨¢s por su esfuerzo que por el del narrador, a orientarse en el asunto, surgen una serie de secuencias con cine mayor dentro. Hay incluso dos o tres de ellas antol¨®gicas. El desali?o inicial se da la vuelta a s¨ª mismo y Garc¨ªa S¨¢nchez, cansado de llenar celuloide a la buena de Dios, decide que la pel¨ªcula se encabrite, los actores se suelten el pelo y aquello comience a escalar las rampas del talento. Y un filme que amenazaba con no superar la desgana del arranque, despega de pronto, comienza a vibrar y alcanza peque?as cumbres de gracia, de negrura, de violencia cr¨ªtica y de poder de demolici¨®n.
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