Los jugadores extranjeros de baloncesto cambian m¨¢s de 400 millones en el mercado negro
El Cajamadrid es el ¨²nico club de baloncesto de Primera Divisi¨®n que declara a Hacienda los contratos de sus jugadores norteamericanos y su pago en d¨®lares. El resto de equipos lleva otro tipo de procedimientos, frecuentemente a espaldas de Hacienda y que provocan toda una modalidad de conductas propias de la picaresca, que van desde evasi¨®n de divisas al incumplimiento del contrato, pasando por operaciones fraudulentas de cambio. En Espa?a juegan 32 extranjeros en Primera Divisi¨®n y 13 en Primera B, que perciben en total cerca de 410 millones de pesetas, que se transforman en d¨®lares acudiendo al mercado negro, a puertos francos o por medios il¨ªcitos. Hacienda ha comenzado a fiscalizar la situaci¨®n de algunos clubes, pero no ha llegado a solucionar esta cuesti¨®n.
La contrataci¨®n de un jugador norteamericano suele estar rodeada de una confusa profusi¨®n de cifras en los medios de comunicaci¨®n. El mismo club declara diferentes cantidades, seg¨²n que le interese hacer constar que ha hecho un fichaje barato o que ha conseguido los servicios de un gran jugador, y por ello su precio es alto. Sin embargo, a ciencia cierta, s¨®lo el club sabe conscientemente lo que le va a costar y, en muchas ocasiones, act¨²a suponiendo que llegar¨¢ a pagarle menos. Lo curioso es que muy pocos clubes pagan en d¨®lares de una forma oficial. La mayor¨ªa paga en pesetas y recomienda a los jugadores qu¨¦ sistemas deben seguir para cambiar ese dinero y eludir cualquier tipo de control fiscal. Hasta hace dos a?os, los clubes de baloncesto escapaban de Hacienda, situaci¨®n de la que se beneficiaban los jugadores. El panorama ha variado ¨²ltimamente con respecto a los nacionales, pero no en lo referente a los extranjeros. En ese sentido, los clubes act¨²an como si se tratara de un aut¨¦ntico para¨ªso fiscal.
Tres modalidades
S¨®lo el Cajamadrid da de alta a sus jugadores, Dickema y Knego, y les paga en d¨®lares, cumpliendo todos los requisitos oficiales, por lo que la operaci¨®n se encarece en un 18%. El resto de los contratos sigue tres modalidades. Una primera, en la que el club da de alta al jugador como trabajador residente y le abona s¨®lo el 50% de su contrato en d¨®lares; el resto lo paga en pesetas. Para evitar declaraciones fiscales, el jugador guarda estas cantidades en su casa o en una caja de seguridad de una entidad bancaria, pero no lo ingresa en cuenta corriente. Un segundo contrato es aquel en el que el jugador no es dado de alta, pero cobra toda la cantidad pactada en d¨®lares; y un tercero es aquel en el que el pago se efect¨²a ¨ªntegramente en pesetas. En estos tres casos, la conversi¨®n de las pesetas a d¨®lares se hace sin acudir al procedimiento oficial: hay clubes que utilizan a directivos y amigos para cambiar dinero y otros que ense?an a los jugadores cu¨¢l es el cauce cl¨¢sico. Aquellos que viven cerca de una base americana tienen alguna facilidad a?adida. Los dem¨¢s han de buscar el mercado negro, que suele coincidir, en el caso de los clubes catalanes, con una vi, sita a entidades bancarias situadas en zona franca. Entidades grandes como Real Madrid o Barcelona pagan en pesetas. Entre las recomendaciones que recibe el jugador est¨¢n las de buscar en primera instancia cheques de viaje, que luego pueden ser convertidos con mayor facilidad en d¨®lares, o bien no ingresar el dinero en cuentas bancarias, por la dificultad que existir¨ªa luego para sacarlo de Espa?a en su totalidad. Algunos jugadores menos previsores llegan a guardar el dinero en su domicilio. Eso le ocurri¨® a Tom Simms, del Estudiantes, quien perdi¨® la mitad de su sueldo cuando le robaron en su vivienda
Picaresca
La picaresca en la firma de contratos es muy abundante, por lo que el jugador depende de la buena fe del club y de su agente. El contrato, una vez acordada una cifra, se redacta en ingl¨¦s. Hay clubes que lo mantienen as¨ª a sabiendas de que un contrato en idioma extranjero tiene problemas jur¨ªdicos en Espa?a; no tiene, en cualquier caso, el mismo efecto que uno redactado en castellano. Otras veces, el contrato en ingl¨¦s se traduce al castellano y se firma; lo malo sucede cuando en la traducci¨®n ni agente ni jugador tienen un dominio suficiente del idioma para conocer si ha existido alguna peque?a alteraci¨®n.El contrato suele fijar una cantidad de dinero en d¨®lares por una temporada y una serie de primas o bonus que motiven al jugador. En general se suelen detallar bonus por acceder a la A-1, por ser m¨¢ximo reboteador y por la consecuci¨®n de t¨ªtulos. Hay clubes que procuraban poner unas cantidades peque?as por el primer concepto y unas altas por el segundo, para que el jugador viese una suma apetecible, a sabiendas de que los t¨ªtulos eran poco menos que inalcanzables. Algo as¨ª le sucedi¨® al CAI Zaragoza, al que le cost¨® muy cara la contrataci¨®n de Kevin Magee en 1983. El CAI no pensaba, en el momento de la firma del contrato, que pudiera estar cerca de conseguir alg¨²n t¨ªtulo, .por lo que puso un bonus alt¨ªsimo. Pero el CAI gan¨® la Copa del Rey, y Magee, actualmente en el Maccabi, de Tel Aviv, recuerda en cada entrevista lo que tuvo que sufrir para poder cobrar. Barcelona y Real Madrid s¨®lo conceden primas por t¨ªtulos.
La figura del agente suele ser fundamental para proteger los derechos del jugador. Los hay que comercian con pocos escr¨²pulos y quienes llevan tras de s¨ª una reputaci¨®n de seriedad. Por ejemplo, Miguel ?ngel Paniagua es el ¨²nico que incluye una cl¨¢usula que prev¨¦ qui¨¦nes son los beneficiarios del contrato si el jugador fallece. Unos procuran ser lo menos rigurosos posible, a favor del club, a sabiendas de que, en caso de rompimiento con el jugador, les surgir¨¢ un nuevo negocio.
La Asociaci¨®n de Clubes conoce todas estas circunstancias, pero sus gestores argumentan que la d¨¦bil situaci¨®n econ¨®mica de muchos clubes impide la adopci¨®n de medidas. La Asociaci¨®n desconoce los contratos de los extranjeros, porque s¨®lo ha forzado a los clubes a presentar sus presupuestos. Si se aprueban pr¨®ximas medidas tendentes a establecer un techo salarial, los clubes estar¨ªan obligados a presentar a la Asociaci¨®n los contratos de todos sus jugadores.
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