Siempre es momento de escuchar a Hank Jones
En un programa de televisi¨®n, cuando la transici¨®n comenzaba, Paco de Luc¨ªa describi¨® as¨ª la t¨¦cnica de la guitarra: "La izquierda piensa y la derecha, ejecuta". La frase, que ten¨ªa hasta implicaciones pol¨ªticas, ha quedado totalmente desfasada. Hoy, la derecha ejecuta, la izquierda tambi¨¦n ejecuta, y quien piensa es Stanley Jordan, un jovencito que ha inventado un m¨¦todo con el que multiplica bajos, melod¨ªas y acordes, como un Bobby McFerrin de pulso y p¨²a. Lo curioso de t¨¦cnica tan revolucionaria es que da unos resultados musicales de lo m¨¢s tradicional. La ¨²nica novedad es que el sonido resulta m¨¢s met¨¢lico y electrificado, como si a Joe Pass le cambiasen la guitarra por un infiernillo.Stanley Jordan era hasta hace poco m¨²sico callejero. A¨²n se nota, cuando se le ve solitario con su guitarra, su amplificador con ruedas y, sobre todo, ese repertorio socorrido donde lo mismo entra un oscar de Hollywood que un tema de Jimi Hendrix, el Sunny de Bobby Hebb o esa t¨ªpica batallita interminable con que los buskers dan la monserga por las esquinas cuando no se les ocurre otra cosa.
Stanley Jordan
Ellis Marsalis.Hank Jones. VI Festival de Jazz de Madrid. Teatro Pav¨®n. Madr¨ªd, 8 de noviembre.
Elegancia y brevedad
Despu¨¦s del sexto caf¨¦, volvimos a entrar para ver a Ellis Marsalis, de los Marsalis de Nueva Orleans. Es un pianista elegante en la exposici¨®n de los temas, y de primeras parece algo corto de vuelo en la improvisaci¨®n. Lo que pasa de verdad es que le gusta ser breve y no andarse por las ramas.Con Ellis Marsalis estamos todos de enhorabuena, porque es int¨¦rprete pac¨ªfico y poco amigo de extremosidades. Eso s¨ª, de vez en cuando le vienen como nostalgias de bopper irreductible, y pone entonces la quinta velocidad. Entre citas y juegos arm¨®nicos, desvela en esos momentos de d¨®nde sacan sus hijos, sus famosos hijos, ese sentido del humor algo retorcido que tantas ganancias musicales les est¨¢ dando.
Marsalis toc¨® unos n¨²meros a solas, y luego, otros m¨¢s con Niels Pedersen, contrabajo, y Billy Hart, bater¨ªa. Niels ten¨ªa la noche elocuente, y Hart, que en otras formaciones puede ser m¨¢s moderno, en tr¨ªo funciona perfectamente, porque no le quita ojo al pianista,
Total, que acompa?aron fenomenalmente, y Marsalis se fue encantado. A demanda del respetable, volvi¨® para regalar Sweet Georgia brown, y como los ¨¢nimos no se calmaban, regres¨® de nuevo a presentar a Hank Jones, de los Jones de Pontiac, Michigan.
Hank Jones hizo lo mismo que su precursor: unos temas solo y luego otros con Pedersen y Hart. Nada m¨¢s salir toc¨®, vaya por Dios, Round Midnight. El resto de las interpretaciones de piano s¨®lo fue una especie de sucesi¨®n de los grandes ¨¦xitos de Hank Jones, en la que no pod¨ªa faltar Oh, qu¨¦ hermosa ma?ana. La verdad es que casi lo era, porque, entre unas cosas y otras, el hombre sali¨® tard¨ªsimo. Y claro, siempre es momento de o¨ªr a Hank Jones, pero esta vez Hank se limit¨® a cubrir el expediente, de manera que en la hipot¨¦tica confrontaci¨®n entre pianistas sali¨® vencedor Ellis Marsalis.
De todas formas, tampoco es cuesti¨®n de quedarse con uno u otro, porque el programa entero estuvo bastante bien. Me refiero a la seg9nda parte, que conste, porque no se acaba de entender qu¨¦ hac¨ªa Stanley Jordan antes de aquello, o aquello despu¨¦s de Stanley Jordan.
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