El car¨¢cter sagrado de la palabra
La poes¨ªa de Joan Vinyoli manifiesta una tenaz energ¨ªa interior de la que ser¨¢ muestra memorable su ¨²ltima d¨¦cada. A partir de Vent d'aram (1976), se suceden Llibre d'amic, El Griu, Cercles, una selecci¨®n de 40 poemas que selecciona y traslada al castellano J. A. Goytisolo (Barcelona, Lumen, 1980), A hores petites, otra antolog¨ªa -¨¦sta en catal¨¢n- de F. Formosa (Ossa Menor, 1981), y los dos textos po¨¦ticos recapituladores de un trayecto tan sensitivo como irreductible: Domini M¨¤gic y Passeig d'aniversari, escritos en el umbral de la enemiga que no atiende a razones.Una cosa es la fr¨ªa enumeraci¨®n de una carrera, y otra el recuerdo y el anhelo del comentario vivo que retorne la imagen del poeta. He dicho irreductible, refiri¨¦ndome a su personalidad, y s¨¦ que se ha debido a que es esa la memoria inmediata que retorna a m¨ª, al evocarle. Pocas pruebas, en efecto, podr¨ªan darse tan concluyentes de la inevitabilidad de la poes¨ªa gracias a algunos poetas como la que supone la producci¨®n del amigo ausente.
Admirador de Carles Riba, obligado a asumir la historia personal y colectiva como una solidaria madeja, Joan Vinyoli se recluy¨® (y se liber¨® tambi¨¦n) en una poes¨ªa interrogante, queda (uno de sus t¨ªtulos es El Callat, el callado), que sin embargo entra?a una de las reflexiones m¨¢s penetrantes del siglo sobre el papel y la realidad del escritor de versos en tiempos nada propicios. Perteneciente a una generaci¨®n particularmente "castigada" que supo mantener como pocos el car¨¢cter inviolable de la lengua, de un ca tal¨¢n tambi¨¦n doblemente interior y tanto m¨¢s intenso en ocasiones. Rossell, Porcel, Espriu, Palau Fabre, M¨¤rius Torres, Joan Teixidor, compondr¨ªan junto a Vinyoli una constelaci¨®n hecha de renuncias y dolores callados.
En Poesia catalana del siglo XX de Josep Maria Castellet y Joaquim Molas, se habla de Vinyoli como del poeta reclu¨ªdo que conserva una de las dimensiones imprescindibles del idioma: aquella que en su registro intimista y ensimismado sabe recapitular el car¨¢cter naturalmente sagrado de lo que es la palabra, la palabra, esta palabra: la de una Barcelona habl¨¢ndose en su ¨ªntima ra¨ªz de comunicaci¨®n serena y exigente como la de la historia y la de la libertad aprendidas en una Rep¨²blica que se las hab¨ªa en gran parte devuelto.
A su enlace con la mejor tradici¨®n idealista, que no simplemente rom¨¢ntica, se a?adir¨ªan con el tiempo fervores por poetas que claramente sit¨²an a Joan Vinyoli en el postsimbolismo europeo. Es el caso de sus retornos a Val¨¦ry, el inter¨¦s por Gonfried Benn y la constante proyecci¨®n mod¨¦lica de un ilustre anterior, Rainer M. Rilke. Sus versiones del autor de las Eleg¨ªas de Duino componen una de las averiguaciones imprescindibles para entender la mejor proyecci¨®n catalana europea en el vaiv¨¦n del esp¨ªritu reafirm¨¢ndose, cabalmente, en voz y en sentido universales.
Muy sumariamente, las etapas de Vinyoli, tras el ensayo inaugural de su primer libro, se ahondan con De vida i somni, Les hores retrobades (Las horas rencontradas, 1951), El callat y Realitats. A partir de 1970, los libros se suceden como entreverando una existencia en la condensaci¨®n creativa del poema. Es, imagino, la ¨¦poca en la que un mayor n¨²mero de amigos j¨®venes le trata y conversa con ¨¦l, y con sus figuraciones. Pues Vinyoli viv¨ªa en poes¨ªa; era un caso extremo, y amable, de indisoluble trato con una dimensi¨®n mental que amorosamente sensualizaba en sus versos. Si me parece ver una segunda etapa en la obra de Vinyoli -tan unitaria, por lo dem¨¢s- es porque la sucesi¨®n de t¨ªtulos nos da una imagen sucesiva del poeta; tanto, que sus dos ¨²ltimas entregas vienen a suponer para quienes le quer¨ªamos una promesa en vilo de que sigue con nosotros, o un pen¨²ltimo saludo demorado, antes de tenernos que abandonar definitivamente.
Babelia
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