Coalici¨®n Popular, un gigante con pies de barro en la 'Baviera espa?ola'
Aunque parte te¨®ricamente como favorita en las elecciones de? pr¨®ximo domingo, Coalici¨®n Popular semeja un gigante pol¨ªtico con pies de barro: nadie es capaz de predecir hasta d¨®nde aguantar¨¢n juntos los partidos que la integran, especialmente si no se consigue superar el dif¨ªcil list¨®n -impuesto por el propio Manuel Fraga- de la mayor¨ªa absoluta. Por lo pronto, la campa?a electoral en Galicia ha servido para que Fraga se proyecte hacia las elecciones legislativas de 1986, mostrando as¨ª hasta qu¨¦ punto la votaci¨®n del d¨ªa 24 ejercer¨¢ una sensible influencia sobre lo que ocurra en Coalici¨®n Popular en toda Espa?a.
Alianza Popular, partido mayoritario de la coalici¨®n en toda Espa?a, acent¨²a en Galicia a¨²n m¨¢s su diferencia con respecto a los otros partidos coligados: con alrededor de 20.000 militantes -seg¨²n datos oficiales-, decenas de sedes y controlando dos (Lugo y Pontevedra) de las cuatro diputaciones provinciales -organismos clave en la compleja topograf¨ªa pol¨ªtica gallega-, AP est¨¢ casi en situaci¨®n de declarar que Galicia es su "Baviera espa?ola". Poco antes de las anteriores elecciones auton¨®micas, en la primavera de 1981, cuando a¨²n no hab¨ªa iniciado su despegue nacional, Fraga lleg¨® incluso a discutir con los dirigentes de su partido la conveniencia de limitar sus aspiraciones pol¨ªticas y convertirse en el Strauss espa?ol, present¨¢ndose como candidato a la presidencia de la Xunta. Pero sus allegados -y probablemente ¨¦l mismo- pronto convencieron a Fraga de que Galicia se le quedaba peque?a. Entonces surgi¨® la, a la saz¨®n, casi desconocida figura de Gerardo Fern¨¢ndez Albor.Mientras AP cuenta, de media en Espa?a, con un 25,3% de los votos, en Galicia tiene el 37,07% -seg¨²n los resultados del 28-O-, lo que da idea de la implantaci¨®n de este partido en la tierra natal de Fraga. La tendencia mayoritaria mente conservadora del electorado gallego hace tambi¨¦n que los aliancistas conf¨ªen en agrandar un bloque de la derecha gracias al "alargamiento por el centro" que supone la Coalici¨®n Popular.
Adem¨¢s, como afirma constantemente Jos¨¦ Luis Barreiro, secretario general de AP de Galicia, vicepresidente de la Xunta e indiscutible hombre fuerte de la situaci¨®n, "AP en Galicia tiene poco que ver con la AP del resto de Espa?a". La personalidad templada de Fern¨¢ndez Albor, un hombre que tanto podr¨ªa haber ingresado en UCD como en el partido de Fraga o en la Coalici¨®n Galega de Eulogio G¨®mez Franqueira, y la del propio Barreiro, un pragm¨¢tico procedente de la izquierda semirradical, han contribuido a lo mentar una imagen m¨¢s tolerante. Una imagen que, en definitiva, el propio Fraga se ha visto forzado a adoptar en sus desplazamientos electorales por Galicia.
El mismo tono dialogante de Albor y el talante pr¨¢ctico y negociador de Barreiro marcan igualmente la pauta a la hora de mantener el equilibrio en las relaciones dentro de Coalici¨®n Popular, donde no todo son aguas remansadas: asi se puso de manifiesto en Lugo, donde las malas relaciones personales del poderoso presidente de la Diputaci¨®n, el aliancista Francisco Cacharro, con alg¨²n miembro de la candidatura perteneciente al Partido Liberal (casi inexistente en Galicia), estuvo a punto de provocar un serio incidente. O en Ver¨ªn (Orense), donde los aliancistas no toleran a los representantes del reci¨¦n creado partido Centristas de Galicia, liderado por el presidente de la Diputaci¨®n de Orense, Victorino N¨²?ez.
Negociaci¨®n sibilina
La incorporaci¨®n de N¨²?ez a Coalici¨®n Popular desde Coalici¨®n Galega fue producto de una sibilina negociaci¨®n, aprovechando la grave enfermedad del padre de Coalici¨®n Galega, Eulogio G¨®mez Franqueira: "Si Eulogio no hubiera ca¨ªdo enfermo, todo habr¨ªa sido diferente, y Coalici¨®n Galega, y no Coalici¨®n Popular, tendr¨ªa ahora las mayores posibilidades de ganar las elecciones", coment¨® N¨²?ez a EL PAIS. En la operaci¨®n Centristas de Galicia estuvieron mezclados dos de los pol¨ªticos m¨¢s activos que existen en Galicia: P¨ªo Cabanillas y Enrique Marfany.Marfany, presidente de la Diputaci¨®n de La Coru?a y cabeza de fila de los democristianos del Partido Dem¨®crata Popular en Galicia, pasa por ser, junto con Barreiro, uno de los pocos pol¨ªticos pura-sangre existentes en Coalici¨®n Popular. Ha sabido sacar partido como nadie de las escasas fuerzas con que cuenta el PDP en la zona -obtuvo para los democristianos ocho puestos seguros en las listas electorales- y ha propiciado la incorporaci¨®n de Victorino N¨²?ez, a quien los hombres de AP consideran, recelosamente, una especie de submarino de Marfany, hasta el punto de que casi todos est¨¢n seguros de que, no mucho despu¨¦s del 24 de noviembre, los Centristas de Galicia se pasar¨¢n con armas y bagajes al PDP. O a cualquier otra formaci¨®n que el inquieto Marfany pueda tener en la manga; nadie olvida, por ejemplo, que en el Registro de Asociaciones Pol¨ªticas figura un partido llamado Convergencia Galega, que a¨²n no ha salido a la luz p¨²blica y cuyo responsable es el imprevisible Marfany. Pero ¨¦ste asegura que su Convergencia Galega fue inscrita hace bastantes a?os y que su partido es, y seguir¨¢ siendo, el PDP.
Los recelos que AP parece haber sentido tradicionalmente hacia el hombre de Alzaga en Galicia se vieron incrementados el pasado mes de julio, cuando, a ¨²ltima hora y cuando ya se cerraban las candidaturas, Marfany renunci¨® a figurar como n¨²mero dos en la lista electoral de La Coru?a -y, de paso, a la futura vicepresidencia de la Xunta, que ya le hab¨ªan ofrecido -con antelaci¨®n-, para permanecer como presidente de la Diputaci¨®n coru?esa.
Los delicados mimbres con que est¨¢ hecha la cesta de Coalici¨®n Popular en Galicia hacen que la solidez de ¨¦sta dependa mucho de los resultados del domingo y del poder que exista para repartir.
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