Noches de risa
Los humoristas emplean formas dispares para atraer a los noct¨¢mbulos
A partir de la una de la madrugada diversos locales de Madrid sirven como escenario a humoristas que intentan que, tras la, emoci¨®n y el contagio, el p¨²blico advierta una personalidad art¨ªstica. Moncho Borrajo improvisar¨¢ poemas para las se?oras; Miguel Gila, contar¨¢ que una tribu can¨ªbal tiene el siguiente refr¨¢n: "De la mar el mero y de la tierra el misionero"; uno de los dos miembros de Martes y Trece imitar¨¢ nerviosamente a Mar¨ªa Ostiz, y el cantante Luis Mariano ser¨¢ resucitado por ?ngel-Hito. Son algunos humoristas en busca de la risa espont¨¢nea de un p¨²blico en muchas ocasiones noct¨¢mbulo por una sola noche.
Noventa minutos antes de comenzar su espect¨¢culo, Moncho Borrajo aparece con un sombrero calado y una amplia gabardina que le dan un aspecto de detective en un pa¨ªs lluvioso. Entra en la sala, saluda a uno de los camareros diciendo: "Hola, pitufo", y le habla luego en gallego a la se?ora de los lavabos para ofrecerle unas pastillas muy buenas contra el catarro. Ya en el camerino se expresa de una forma fren¨¦tica, como es su espect¨¢culo, para destacar de inmediato la ambig¨¹edad general de su trabajo. Borrajo se?ala que en otra ¨¦poca le hubiese gustado ser un animador en un cabar¨¦ de la Alemania de los a?os veinte o un provocador norteamericano, y se muestra interesado por el nivel cultural de los que acuden a verlo.
Educar al p¨²blico
"Alguien que act¨²a sobre un escenario", dice, "puede juzgar a los asistentes porque seg¨²n reaccionen ante distintos chistes y chascarrillos se ve el nivel. Yo nunca pretendo quedar por encima de ellos, se les puede ir educando, y no me preocupa en ocasiones tener que bajar varios pelda?os si s¨¦ que los puedo volver a subir cuando yo quiera".Borrajo lleva casi dos a?os en Cleof¨¢s y se le nota el orgullo por llenar incluso los d¨ªas de diario y porque para asistir a su espect¨¢culo haya que hacer la reserva con muchos d¨ªas de antelaci¨®n. "Intento un espect¨¢culo unificado sin caer en el lodo y perder la categor¨ªa", dige. "Si empleo muchas veces la frase'puta niadre', por ejemplo, que es un recurso f¨¢cil, es para que el p¨²blico se desinhiba. Busco un equilibrio de alturas y he conseguido que la gente note que en un momento determinado puedo ser muy sutil".
Dos de los ejes de la ambig¨¹edad del espect¨¢culo giran en torno al sexo y a la pol¨ªtica. Borrajo se lamenta de que determinados sec tores lo consideren proclive a la derecha sin haberlo visto actuar. "Yo hago cr¨ªticas cari?osas para todos", afirma, "no odiosas, y cada uno coge lo que le interesa y lo de m¨¢s no lo quiere o¨ªr. Muestro un abanico de humor y la gente no sospecha que ri¨¦ndose de los de m¨¢s se est¨¢ riendo de s¨ª misma". Aunque las propuestas de Borrajo, por ese car¨¢cter ambiguo, nun ca son radicales, ¨¦l piensa que hace m¨¢s labor en la derecha con sus bromas y chanzas que atac¨¢ndola directamente. Cree aportar otra forma de humor, ni mejor ni peor, que quiz¨¢ ha coincidido con un proceso social en el que la gente necesita escuchar cosas que pien sa pero no se atreve a decir. "Creo que soy la boca de su cerebro, y eso es lo que les hace desinhibirse".
El espect¨¢culo de Borrajo dura casi tres horas, en las que el humorista es un vendaval sobre el escenario. Imita, vitupera, canta o improvisa poemas -"no es poes¨ªa, es algo menor, juglaresco"-, con una voluntad de provocaci¨®n. "En un teatro la gente se coh¨ªbe m¨¢s que en una boite, donde hay personas que se creen en el derecho de gritar cosas hacia el escenario. He o¨ªdo comentarios curiosos, como decir a un marido: 'Pero qu¨¦ maric¨®n es, y la respuesta de su mujer: 'Ya quisieras t¨² ser lo hombre que es ¨¦l".
Moncho Borrajo juega con el temurismo, quiere que el p¨²blico pase de la sonrisa a la meditaci¨®n y pretende no mostrarse en ning¨²n momento categ¨®rico. Es un gallego que ha vivido muchos a?os en Valencia y que no quiere meter cizafla entre algunas instituciones como el clero y los militares, "que tienen conceptos muy individuales". Considera que su humor es un revulsivo para ."un tipo de sociedad que poca gente se atreve a criticar".
Al final, cuando ha terminado y son las 3.30, muchas personas guardan cola a las puertas del camerino para que les firme alguna foto y dibuje una caricatura de s¨ª mismo. Todo est¨¢ en orden con "el t¨ªpico ni?o travieso que dice verdades como pu?os", tal como sedefine.
En un ¨¢ngulo distinto al de Borrajo se sit¨²a Miguel Gila. A punto de cumplir 66 a?os, lleva ya, 34 so bre los escenarios y ofrece al hablar una imagen sobria y reflexiva.
Ahora presenta en la sala Windsor una actuaci¨®n que sigue jugando con personajes, un soldado, un pa dre de familia corriente o un paleto razonador, que se asombran o se muestran ingenuos ante la reali dad cotidiana. Evita la groser¨ªa y la ¨²nica referencia pol¨ªtica -Ro nald Reagan- no es insultante.
"Yo de lo que trato", dice, "es de no crearme fronteras, porque el hacer un humor pol¨ªtico o grosero me limitar¨ªa mis fuentes de traba jo, considerando que yo act¨²o mu cho en Am¨¦rica Latina. Mi humor es no agresivo, es cr¨ªtico de lo cotidiano".
Miguel Gila confiesa que sus personajes.siempre son el mismo y que mientras gusten no va a tra tar de cambiarlos, y se?ala lo mu cho que le ha gratificado descu brir, a medida que van pasando los a?os, a una generaci¨®n joven que se divierte con ¨¦l. Actualmente procura no aparecer mucho en televisi¨®n, y hace a?os que no graba ning¨²n disco con el fin de que su imagen no se queme.
"De todas formas", asegura, "la respuesta sigue siendo la misma, y si alg¨²n d¨ªa notara que he des cendido un escal¨®n me retirar¨ªa. Es m¨¢s interesante que digan, por qu¨¦ se ha ido' a que digan por qu¨¦ no se va".
Gila trata de idealizar a la mujer como algo que est¨¢ por encima del hombre en cu¨¢nto a delicadeza y ternura, y por eso piensa que al parodiar algunas de sus torpezas su actitud no es machista. "La caricatura que pretendo", dice, "es de la ¨¦poca actual, de la agresividad y del mal humor". Del p¨²blico no le interesa el aplauso, sino la risa, a trav¨¦s de la cual conecta. Intenta huir de lo f¨¢cil, "no porque no se me ocurran cosas afirma, "sino por un desafio conmigo mismo y con mi trabajo. El recurso est¨¢ ah¨ª pero, no me interesa porque entonces har¨ªa de mi profesi¨®n, que creo art¨ªstica, la de un obrero del humor, cuando lo que pretendo es ser un artesano".
Este humorista se sirve ahora de mecanismos gestuales consecuencia de estudios de arte dram¨¢tico que le permiten manejar las pausas, los silencios, "todo eso que es importante y que al principio de mi carrera no sab¨ªa hacer". Gila piensa dejar la profesi¨®n el d¨ªa que se canse, para dedicarse a escribir o al cine y el teatro. Mientras espera salir a escena se dedica a anotar en una libreta ideas que se le ocurren y cuyo contenido tiene un moralismo positivo y transparente: "Muchos de los que se sienten desdichados", escribe, "tendr¨ªan que sentarse en una silla, mirar a su alrededor y contemplar lo que poseen; s¨®lo as¨ª podr¨ªan darse cuenta de la cantidad de cosas que no son necesarias para ser feliz". Luego sale a escena y mide las amplias carcajadas del p¨²blico.
El humor por el humor
La gente acude a ver a Gila y a Moncho Borrajo, los dos humoristas m¨¢s representativos y alabados por la cr¨ªtica de cuantos mantienen espect¨¢culos de madrugada actualmente en Madrid. La manera de actuar de ambos difiere mucho de la de Martes y Trece, cuyo trabajo en la boite Caribiana es definido as¨ª por Mill¨¢n, uno de los dos miembros: "Lo nuestro es el humor por el humor, imitamos a personajes de la vida p¨²blica y tendemos a la caricatura". Mar¨ªa Ostiz, Jes¨²s Hermida, Encarna S¨¢nchez, Enrique Tierno, Miguel Bos¨¦ o Julio Iglesias son algunos de los personajes recreados por la pareja. Mientras se cambian de ropa en una pantalla aparecen parodias protagonizadas por ellos de anuncios de televisi¨®n. Una especie de Gina Lollobrigida anuncia los ambientes ¨ªntimos y personales que crean determinados azulejos, y una ni?a le dice a su madre, con la cara ensangrentada, lo mucho que rascan las toallas.La entrada a estos locales, cuyo precio oscila entre las 1.500 y las 2.000 pesetas, incluye la posibilidad de bailar antes y despu¨¦s del espect¨¢culo. En Pasapoga una orquesta se anuncia junto al humorista Cassen; en Sambrasil Julio Sabala cuenta con un artista invitado, Tabar¨ªn Jr., y en Xenon ?ngel-Hito se mueve t¨ªmidamente entre amazonas semidesnudas. A sus 37 a?os, sigue conservando un aire de t¨ªpico chico de barrio que sabe contar chistes, imitar a los cantantes, tocar la guitarra y el piano. "Hago un humos popular", dice, "muy de calle, muy f¨¢cil y variado, con imitaciones y m¨²sica".
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