La gran empresa, convertida en madre
Las multinacionales promueven una nueva estrategia para crear empleo
Dentro de la pol¨ªtica de creaci¨®n de empleo en el mundo occidental se est¨¢ dibujando, desde hace algunos a?os, un panorama nuevo. Si las grandes empresas, en su tendencia m¨¢s reciente, han sido las que han originado mayores cifras de despidos, bien por razones de su reconversi¨®n, bien por motivos de productividad con la automaci¨®n y la robotizaci¨®n, ahora son ellas mismas las que, a trav¨¦s de variados sistemas, parecen aplicarse a la necesidad social de crear trabajo. ?Por qu¨¦ este cambio? ?C¨®mo operan?
La primera pregunta parece encontrar una primera respuesta en una estrategia de imagen. Nada parece m¨¢s rentable pol¨ªticamente, frentea una sociedad angustiada por la escasez de puestos de trabajo y decepcionada sobre la capacidad estatal para hacer frente al problema, que inventar f¨®rmulas baratas y duraderas para suscitar nuevos empleos.Por lo general, ni los subsidios del Estado en forma de seguros, ni el apoyo al sostenimiento de empresas sin porvenir real, han sido tratamientos afortunados. Los subsidios no han cubierto suficientemente a los desempleados, y la salvaguarda artificial de puestos de trabajo no ha conducido finalmente a otra cosa que al incremento del d¨¦fict o al despilfarro.
Los grandes empresarios europeos, siguiendo iniciativas norteamericanas de hace 15 a?os, reaccionan ahora, a trav¨¦s de sus compa?¨ªas multinacionales, ofreciendo una aportaci¨®n para crear puestos de trabajo a trav¨¦s de diferentes modalidades rentables. Una de ellas, repetidamente experimentada en Francia, es la colaboraci¨®n con las iniciativas locales de empleo (ILE). Iniciativas que parten, bien de instituciones municipales o regionales, bien de grupos particulares que se comprometen en la creaci¨®n de empresas diagnosticadas como viables.
A estas iniciativas, las grandes corporaciones contribuyen, bien con capital, bien con terrenos y locales a bajo precio, bien con la prestaci¨®n de sus asistencias t¨¦cnicas. Igualmente, al estilo de los llamados capital venture (capital riesgo) en Estados Unidos, hay compa?¨ªas que comprometen una parte de sus fondos en empresas nuevas, con las que repartir¨¢n los resultados.
Este movimiento internacional, ahora extendi¨¦ndose en Europa y que ha sido debatido en una reciente reuni¨®n en, el seno de la OCDE, con presencia de su secretario general y la asistencia de expertos, profesores universitarios y empresarios, ha mostrado la din¨¢mica de una salida a la crisis, innovadora y pol¨¦mica.
Bien, los grandes empresarios se prestan a colaborar en la creaci¨®n de empleo, pero ?lo hacen por amor al bien com¨²n? ?Lo hacen por filantropismo y para mejorar as¨ª su imagen? ?Es eso todo? Ciertamente, no. Su acci¨®n de aparente auxilio social tiene una contrapartida pol¨ªtica y econ¨®mica. En la econ¨®mica son muy rotundos: a cambio de crear puestos, de trabajo y aliviar al Estado de un problema que es su cruz, piden al Estado que les alivie a ellos de las cargas estatales, sea v¨ªa impuestos o v¨ªa cotizaciones sociales.
Las empresas privadas pueden demostrar que han conseguido puestos de trabajo m¨¢s baratos y duraderos que los que el Estado es capaz de lograr. Si el Estado desea que estas iniciativas se extiendan y multipliquen, debe pagar una parte, al menos, de su precio. Un precio que, en todo caso, ser¨ªa menor que el correspondiente a tomar la responsabilidad pol¨ªtica a su cargo y, desde luego, menos engorroso funcional y econ¨®micamente hablando.
El Estado recibe y paga
El Estado acaso pudiera aliviar con ello el d¨¦ficit p¨²blico, gracias a la rebaja de las partidas dedicadas a atender parados, y se beneficiar¨ªa, adem¨¢s, del mejor ambiente social que se derivara de los menores efectos en los procesos de reconversi¨®n. ?Qu¨¦ entrega el Estado a cambio? Una parte de su contraprestaci¨®n ser¨ªa la disminuci¨®n del peso fiscal sobre las empresas. Pero otra parte, nada desde?able, es el reconocimiento impl¨ªcito de que el sector privado se revela superior al sector p¨²blico.La tesis del liberalismo econ¨®mico, con sus inseparables connotaciones pol¨ªticas, se encuentra, pues, adherido a este planteamiento que ha prendido entre las m¨¢s poderosas siglas internacionales. Desde IBM hasta Siemens, desde General Electric hasta Philips, est¨¢n poniendo en marcha programas para creaci¨®n de empleo, ya sea en tomo a sus mismas empresas, ya sea favoreciendo el desarrollo de otras.
?Puede ser ¨¦ste el camino para establecer una recuperaci¨®n de los puestos de trabajo? ?Puede ser, como consecuencia de la actitud estatal, el inicio de una nueva pol¨ªtica econ¨®mica de estilo liberal a escala de todo el Occidente? El planteamiento est¨¢ hecho y la discusi¨®n, seg¨²n pudo observarse en la reciente reuni¨®n de la OCDE, acalorada. No todos los empresarios -y esto puede ser una convicci¨®n tanto como una t¨¢ctica de negociaci¨®n- se mostraron de acuerdo en que la misi¨®n de una empresa fuera atender necesidades sociales, fuera cual fuera la extensi¨®n del desempleo.
El fin de la empresa
Una empresa, se dijo repetidamente, tiene como fin la obtenci¨®n del beneficio m¨¢ximo. Si de ello se deriva m¨¢s empleo o menos empleo, ser¨¢ siempre una cuesti¨®n menor. Por supuesto, declaran los empresarios, que a una empresa le satisface crear trabajo, pero nunca podr¨¢ entregarse a este menester como un fin. De ah¨ª la incredulidad que algunos asistentes mostraban ante la envergadura de los logros.De hecho, mientras la destrucci¨®n de puestos de trabajo se cuenta por centenas de miles, la nueva creaci¨®n de oportunidades, a partir de los experimentos realizados, debe medirse por unidades de mil. El contraste es, en verfad, decepcionante.
Pero, ?que suceder¨ªa si lo que ahora protagonizan en Europa tan s¨®lo unas, decenas de grandes corporaciones se extendiera a todas ellas? ?Que ocurrir¨ªa si, efectivamente, el Estado, disminuyendo la fiscalidad, flexibilizando sus estructuras burocr¨¢ticas, ampliando las libertades de acci¨®n, apostara por esta opci¨®n a la que le citan las grandes empresas? Y, de otra parte, ?c¨®mo habr¨ªa de ser la pol¨ªtica de accci¨®n sindical, la postura de las corporaciones regionales, de los partidos pol¨ªticos, etc¨¦tera, ante este nuevo salto en el protagonismo de las multinacionales?
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