Espa?oles sin patria
MILES DE musulmanes residentes en Melilla realizaron ayer una manifestaci¨®n para protestar contra la aplicaci¨®n de la ley de extranjer¨ªa y en petici¨®n de que les sea concedida la nacionalidad espa?ola. La demostraci¨®n era la segunda convocada por el mismo motivo este mismo mes. De los 27.000 musulmanes que viven en dicha ciudad -una tecera parte de los habitantes de la misma-, s¨®lo unos 7.000 tienen nacionalidad espa?ola. Los 20.000 restantes, aunque muchos de ellos son nacidos en la propia Melilla, son ap¨¢tridas, y sus derechos como ciudadanos no alcanzan los niveles m¨ªnimos de dignidad en un pa¨ªs con un r¨¦gimen democr¨¢tico. Unos 6.500 miembros de ese colectivo han conseguido el privilegio de poseer la denominada tarjeta de estad¨ªstica, un cart¨®n cuya validez s¨®lo alcanza la simple identificaci¨®n de quien la porta y de los familiares a su cargo, pero que no da derecho a comprar o alquilar viviendas, ni al subsidio de desempleo, ni a viajar a la Pen¨ªnsula. Alrededor de 5.000 o 6.000 musulmanes m¨¢s pueden demostrar suficientemente que, como sus padres -muchos de los cuales formaron parte del Ej¨¦rcito del general Franco-, han nacido en Melilla. Ni ¨¦stos ni los otros 8.000 integrantes del colectivo disponen de documento alguno, y se encuentran a merced del arbitrio del vecino que quie ra denunciarles, del polic¨ªa que desee identificarles o de la decisi¨®n del gobernante de turno. En cualquier mo mento pueden ser expulsados de un pa¨ªs que es el suyo -con o sin DNI- a otro pa¨ªs -siempre Marruecos donde s¨®lo podr¨¢n esperar tambi¨¦n la expulsi¨®n. Muchos de ellos se hacinan en barrios especiales, donde las condiciones sanitarias son m¨ªnimas por el abandono a que han sido sometidos por los sucesivos ayuntamientos, fuera cual fuera su color pol¨ªtico. La ley org¨¢nica sobre Derechos y Libertades de los Extranjeros en Espa?a, de fecha 1 de julio pasado -conocida como ley de extranjer¨ªa-, ha sido la opor tunidad perdida para arreglar esta situaci¨®n. Sin em bargo, si la ley es de por s¨ª mala, resulta a¨²n peor cuan do se contempla a la luz de sus efectos sobre estos musulmanes, discriminados en comparaci¨®n, por ejemplo, con los latinoamericanos y con los ciudadanos origina rios de Gibraltar. El art¨ªculo 22 de la norma dice: "El extranjero que se presente en dependencias del Ministerio del Interior manifestando que, por carecer de na cionalidad o por cualquier otra causa insuperable, no pueda ser documentado, por las autoridades de ning¨²n pa¨ªs y que desea ser documentado en Espa?a, despu¨¦s de practicada la pertinente informaci¨®n, podr¨¢, excepcionalmente, obtener, en los t¨¦rminos que reglamenta riamente se determinen, un documento identificativo que acredite su inscripci¨®n en las referidas dependen cias y que le autorice a permanecer, por el tiempo que se se?ale, o salir del territorio espa?ol". Con este art¨ªculo, los ap¨¢tridas melillenses ven consagrada la provisionalidad de la tarjeta de estad¨ªstica, o como la quieran llamar en el futuro las autoridades. Y ser¨¢ en el me jor de los casos, porque la misma ley se?ala, en su ar t¨ªculo 26, que no se conceder¨¢ tan excepcional privilegio a los que, por ejemplo, no tengan permiso para tra bajar y lo hagan, o simplemente a los que no tengan medios l¨ªcitos de vida", concepto este, el de la licitud, que parece igualmente destinado a ser resuelto por los recovecos mentales de cada autoridad constituida. Al mismo tiempo, para completar el ciclo discriminatorio, se se?ala (art¨ªculo 23) que "los nacionales iberoamericanos, portugueses, filipinos, andorranos, ecuatoguineanos, sefard¨ªes (sic) y las personas originarias de la ciudad deGibraltar, cuando pretendan realizar una actividad lucrativa, laboral o profesional por cuenta ajena, tend¨¢n preferencia para trabajar en Espa?a sobre otros extranjeros". Pintadas de tinte racista, llamadas de la propia Delegaci¨®n del Gobierno para que los musulmanes no acudieran a la manifestaci¨®n, peticiones a trav¨¦s de algunos medios de comunicaci¨®n para que sean expulsados los moros fueron coacciones a las que tuvieron que hacer frente los musulmanes melillenses en los d¨ªas anteriores al s¨¢bado. La intervenci¨®n directa del delegado del Gobierno, Andr¨¦s Moreno, que, utilizando fondos p¨²blicos, ha plagado la ciudad de llamadas contra la demostraci¨®n, merece una explicaci¨®n parlamentaria a este pa¨ªs, que celebra ahora los 10 a?os de la transici¨®n democr¨¢tica. En su arrogante propaganda, la primera representaci¨®n del Gobierno de Madrid en la ciudad aseguraba, entre otras cosas, que "la asistencia a la manif¨¦staci¨®n convocada para el pr¨®ximo d¨ªa 23 en protesta contra esta ley, cuya aplicaci¨®n, como ya se ha expuesto, s¨®lo pretende beneficiar en todos los ¨®rdenes al colectivo musulm¨¢n, entiende esta Delegaci¨®n del Gobierno que s¨®lo puede obedecer a una mala informaci¨®n vertida por quienes desean desvirtuar las verdaderas intencio?es del Gobierno espa?ol, creando la duda y el terror en un colectivo que merece todo nuestro respeto y consideraci¨®n". Pero los m¨¦todos del terror est¨¢n en otr¨¢ parte: el ¨²nico musulm¨¢n melillense que tiene t¨ªtulo universitario, Aornar Mohameddi Duddu, fue expulsado del PSOE hace unos meses tras publicar en este peri¨®dico un art¨ªculo de denuncia sobre la situaci¨®n. Ahora, Aomar intenta formar un partido pol¨ªtico integrado casi en exclusiva por musulmanes, aunque apoyado tambi¨¦n por minor¨ªas de otras colectividades de valerosos ciudadanos de Melilla no dispuestos a transigir con una situaci¨®n que cubre de lodo la moral pol¨ªtica de este Gobierno y arroja sombras preocupantes sobre la estabilidad pol¨ªtica y el futuro real de aquella plaza de soberan¨ªa.
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