Las resurrecciones de un escritor
No resulta cierto decir que el Premio Cervantes ha sido concedido a Gonzalo Torrente Ballester gracias a su calidad tan s¨®lo; ser¨ªa mejor decir que a ella se a?adi¨® su tenacidad, su pertinacia, su especial tozudez de escritor por encima de todo, que ha pasado por encima de todos los desiertos que se le han enfrentado. En un principio fue un estudiante gallego enfrentado con los mitos y con la cultura, y especialmente dubitativo frente a los problemas de su ¨¦poca.Javier Mari?o, su primera novela, fue un ejemplo de esa duda, que le llev¨®, por una parte, a verificar la pol¨¦mica intelectual de su tiempo, y al final a enfrentarse con una censura que le cambi¨® el desenlace. Despu¨¦s se enfrent¨® al teatro, jugando con los mitos y la cultura de su tiempo; y all¨ª surgieron obras como El viaje del joven Tob¨ªas, El casamiento enga?oso, Rep¨²blica Barataria y El retorno de Ulises, para decirlo de una vez. All¨ª se jugaba con los mitos culturales, con su env¨¦s, con ¨¢ngeles y demonios, pero nadie parec¨ªa darse cuenta.
Era tambi¨¦n un joven profesor, catedr¨¢tico de instituto de ense?anza media -lo fue hasta el final- que hac¨ªa cr¨ªtica de teatro, y que de vez en vez publicaba novelas que nadie parec¨ªa entender, como El golpe de Estado de Guadalupe Lim¨®n -recientemente reeditada- o la m¨¢s secreta de Ifigenia.
Daba igual: nadie parec¨ªa enterarse. Un esp¨ªritu gallego, enormemente culto, embebido en la cultura cl¨¢sica, se despe?aba por los vericuetos de la Espa?a de Franco. Fue un anarquista inicial, falangista despu¨¦s -Jerarqu¨ªa lo testimonia- y profesor y cr¨ªtico desencantado y firmante de panfletos antifranquistas que lo llevaron a la emigraci¨®n. Antes le dieron el premio de la Fundaci¨®n March por el espl¨¦ndido primer volumen de Los gozos y las sombras, uno de sus mejores libros, El se?or llega. Fue una espl¨¦ndida concesi¨®n a la literatura social de la ¨¦poca, enriquecida por su contenido intelectual y religioso, que pocos vieron en la ¨¦poca. Pero el triunfo le esquiv¨® otra vez y los dos vol¨²menes siguientes de la trilog¨ªa -Donde da la vuelta el aire y La pascua triste- cayeron esta vez en el vac¨ªo. Don Juan, una extraordinaria recreaci¨®n del mito, contestado y persistente (y dedicado a Jos¨¦ Bergam¨ªn, que no est¨¢ de acuerdo), cay¨® en el panorama espa?ol como el p¨¦talo de una hoja sobre un lago aparentemente tranquilo. Era una obra maestra, pero ni lo roz¨®.
Pero Torrente estaba por entonces trabajando en Estados Unidos, recuperando el idioma, la cultura, lo espa?ol y el estructuralismo de la ¨¦poca, para terminar en una especie de epopeya gallega que se parodiaba a s¨ª misma y al mundo, y que culmin¨® en 1972 con la publicaci¨®n de La saga lfuga de JB. El juego estaba jugado. Todos los cr¨ªticos se pusieron de rodillas -pese al fracaso anterior de Off-side, inmerecido, como todos los suyos-, y bien venido era. Pero, pese a ese triunfo entre las elites, Torrente Ballester ten¨ªa que esperar todav¨ªa, tras un limitado regreso a Espada, la recuperaci¨®n de su c¨¢tedra de ense?anza media y la supervivencia de una familia doblemente prolongada para tener acceso al triunfo final.
800.000 ejemplares
Lleg¨® el triunfo, claro est¨¢, merced a la televisi¨®n por una vez. Los espa?oles de la ¨¦poca contemplamos estupefactos aquella serie televisiva, que luego result¨® que segu¨ªa dando la vuelta al mundo, basada en la trilog¨ªa de Los gozos y las sombras. Aqu¨ª nos enteramos todos de los enormes contenidos filos¨®ficos, er¨®ticos, pol¨ªticos, sociales y m¨ªticos de un escritor que funcionaba a duras penas a nuestro lado. Torrente Ballester pudo al final comprarse un piso y pagar los impuestos considerables de sus derechos de autor. Ya era hora. En aquel a?o vendi¨® 800.000 ejemplares de sus obras, cosa que nunca dijo ninguno de los hits parades habituales de los libros mejor vendidos. Peor para ellos. S¨®lo Hacienda lo supo.
Despu¨¦s lleg¨® el dorado descanso de la imaginaci¨®n y de la literatura, y las sucesivas explosiones finales. Fragmentos de apocalipsis no repiti¨® el triunfo anunciado, pero s¨ª La isla de los jacintos cortados -premio Nacional de Literatura-, donde Torrente segu¨ªa burl¨¢ndose a la vez de J¨²piter y de Napole¨®n, y as¨ª sucesivamente, la variante policial y de espionaje que fue Quiz¨¢ nos lleve el viento al infinito, y esa ¨®pera reconcentrada y humor¨ªstica de La rosa de los vientos, donde todo gira hasta el final. Pero, con perd¨®n, nadie sabr¨¢ nada de Torrente si no lee uno de sus ¨²ltimos libros m¨¢s ejemplares y misteriosos y que menos ¨¦xito ha obtenido entre el p¨²blico y las editoriales: por favor, hay que leer Dafne y ensue?os, as¨ª entender¨¢n de una vez a este escritor tan consciente como intelectual, tan seductor como elitista, tan espa?ol como cosmopolita, que es don Gonzalo Torrente Ballester, premio Cervantes 1985.
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