A las ?rdenes de la Musa
Robert Graves, el poeta, novelista, mit¨®logo, cr¨ªtico y estudioso brit¨¢nico, acaba de morir a la edad de 90 a?os en la localidad mallorquina de Dei¨¤. Enamorado de Espa?a y mallorqu¨ªn de adopci¨®n, no fue muy conocido por su poes¨ªa fuera de los pa¨ªses de habla inglesa, pero sus novelas sobre los emperadores, especialmente en sus adaptaciones televisivas, han sido universalmente apreciadas. Es tambi¨¦n autor de muchos trabajos en prosa, incluyendo el relato m¨¢s vivaz que poseemos acerca de la vida de un oficial de artiller¨ªa durante la I Guerra Mundial, Adi¨®s a todo eso. Sin embargo, produjo sus prosas como codas a su poes¨ªa. Era genialmente autodespreciativo de su prosa, pero ten¨ªa una alta opini¨®n de s¨ª mismo como poeta y una elevada estimaci¨®n del lugar que esa poes¨ªa deb¨ªa ocupar en la vida de una civilizaci¨®n. Para ¨¦l, la Poes¨ªa no era un mero juego de palabras; la poes¨ªa era magia y al mismo tiempo un gran p¨®rtico hacia los mundos de la realidad humana.Graves cre¨ªa que hab¨ªa muy poca verdadera poes¨ªa en el mundo -dec¨ªa que "es tan rara como el radium"- y tend¨ªa a menospreciar a la mayor¨ªa de sus contempor¨¢neos, incluyendo a Elliot, Pound y Auden. Consideraba que ¨¦l mismo, virtualmente en solitario, ten¨ªa la responsabilidad de mostrar lo que era la poes¨ªa al mundo de habla inglesa, pero, en la opini¨®n de muchos, la calidad de su propia obra no justificaba esa pretensi¨®n. A un poeta se le juzga por su capacidad de modificar el pensamiento, el sentimiento o la palabra, pero Graves ha dejado muy pocos versos que penetren corno haces de l¨¢ser en el coraz¨®n de sus lectores. Lo admirable en ¨¦l fue su dedicaci¨®n al arte, que sostuvo hasta una edad extraordinariarnente avanzada. M¨¢s admirable a¨²n era su capacidad para producir poemas de amor de gran elocuencia y pasi¨®n, mientras otros poetas m¨¢s j¨®venes que ¨¦l eleg¨ªan el silencio o un mal asilo.
Robert Graves se convirti¨® en el centro de la vida de los extranjeros en Dei¨¤. Alrededor suyo pod¨ªa hallarse un culto formado por algunos admiradores genuinos y los muchos passeurs que los grandes artistas atraen. Era, pese a su baja opini¨®n de sus compa?eros poetas, amable con los escritores j¨®venes. Siempre viv¨ªa con la esperanza de que alg¨²n d¨ªa llegar¨ªa a Mallorca un hippie descalzo y de cabellos largos que llevara dentro de s¨ª la preciosa esencia de la poes¨ªa. Hab¨ªa en ¨¦l muchos rasgos del soldado estoico; f¨ªsicamente vigoroso, autodisciplinado y sumiso a las ¨®rdenes de la Musa. Es a¨²n pronto para evaluar su huella en los anales de la poes¨ªa en lengua inglesa, pero no hay dudas acerca de su dedicaci¨®n, su inteligencia y su oficio.
Aunque otras cosas no perduren, Graves vivir¨¢ por sus magistrales novelas sobre la Roma de Claudio y por su incre¨ªble reconstrucci¨®n de la vida de Cristo, Rey Jes¨²s, as¨ª como por la dudosa pero conmovedora antropolog¨ªa de La diosa blanca y por un buen n¨²mero de trabajos de cr¨ªtica literaria sensibles y agudos. Pero Graves hubiera deseado ser recordado -y constantemente le¨ªdo- como el m¨¢s grande poeta ingl¨¦s de su tiempo y ah¨ª ped¨ªa quiz¨¢s demasiado. Sin embargo, sus Poemas selectos sobrevivir¨¢n probablemente como la expresi¨®n de una personalidad vigorosa, un cerebro alerta y un generoso coraz¨®n.
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