El le¨®n en invierno
A¨²n tardaremos a?os en ver la figura de Robert Graves ocupar el sitio que de verdad le corresponde dentro del marco de la literatura inglesa moderna. Vivi¨® un momento de ebullici¨®n, de agitaci¨®n, de profundos cambios en el campo de las letras en lengua inglesa. Encontr¨® su voz y su propia manera de hacer muy pronto en su carrera y al ver que difer¨ªa de las modas y escuelas de su ¨¦poca, se automargin¨® para seguir el camino que ¨¦l mismo hab¨ªa trazado pagando un precio muy alto por este gesto.Acercarse a la figura literaria de Graves no es f¨¢cil, porque se expres¨® aisladamente en varios g¨¦neros. Si consultamos una bibliograf¨ªa de la obra de Graves, veremos que no se trata de un poeta que ocasionalmente incurriera en otros terrenos, sino que se trata de una personalidad seminal que se expresa, seg¨²n el mensaje, de una manera o de otra. As¨ª, Graves es poeta, narrador, autobi¨®grafo, prosista, cr¨ªtico y traductor a la vez, y cada Robert Graves lleva tras de s¨ª una nutrida bibliograf¨ªa de logros en el campo en cuesti¨®n. Los distintos Robert Graves se caracterizan por ser singularmente originales e iconoclastas. A lo largo de su vida, estuvo en contra del creciente intelectualismo y cientificismo literario, y en cada una de sus obras nos encontramos con una voz s¨®lidamente humana, que aboga por una literatura humanizada, al estilo del hombre de letras renacentista.
Como poeta, se dio a conocer en 1916 con una poes¨ªa directa de corte tradicional y nunca renunci¨® a esos dos principios: hablar directa y emotivamente al lector y mantener vivas las formas tradicionales de la poes¨ªa inglesa. En esto se parece a sus compa?eros de generacion: Edward Thomas, W. H. Davis, Siegfrid Sassoon y Robert Frost, entre otros. La aparicion de una poes¨ªa herm¨¦ticamente intelectualista como La Tierra bald¨ªa (1922) de Elliot, por un lado, y una poes¨ªa de signo marcadamente radical, por otro, signific¨® la marginaci¨®n de poetas como Graves, que tardar¨ªan m¨¢s de un cuarto de siglo en ser redescubiertos. Fueron los poetas de los a?os cincuenta, poetas como Philip Larkin, que, cansados del grado de complejidad que hab¨ªa alcanzado la poes¨ªa inglesa del siglo Y-X, decidieron reivindicar e imitar la poesia de un Graves o un Hardy, esa poes¨ªa libre de oscurantismos y radicalismos.
La obra cr¨ªtica de Graves ha sufrido una suerte similar. Se encontr¨® con cierto rechazo por parte del establishment literario ingl¨¦s, porque Graves siempre se neg¨® a adoptar el tono, estilo y contenido profesoral y seudocient¨ªfico que caracteriza gran parte de la cr¨ªtica inglesa de este siglo. La cr¨ªtica de Graves se parece a la de Luis Cernuda: es una cr¨ªtica de incitaci¨®n y provocaci¨®n. Los ensayos de Graves no pretenden llegar a una verdad objetiva de signo externo y fr¨ªo, sino que tienden a desentra?ar los elementos humanos y formativos de la obra literaria. Graves utiliz¨® las obras de los dem¨¢s como pretexto para ahondar en el significado de su vida y la vida. Su obra cr¨ªtica a¨²n est¨¢ por estudiar.
Reivindicaci¨®n
Graves mismo dificult¨® el conocimiento profundo de su obra narrativa al confesar que escrib¨ªa novelas y cuentos para ganarse la vida. Sus novelas tuvieron una gran aceptacion popular en el momento de la publicaci¨®n, pero la cr¨ªtica no se ha dedicado a ellas, por considerarlas obras menores de un poeta. Para tener una visi¨®n de conjunto de las veintitantas obras narrativas tendremos que esperar hasta que desaparezca esta actitud de reserva y menosprecio. En estos momentos, en Inglaterra y los EEUU, se est¨¢n dando los primeros pasos hacia la reivindicaci¨®n de Graves como narrador: se est¨¢n reditando una por una todas sus obras narrativas desde My head, my head!, de 1925, hasta las Collected Stories, de 1964.
En resumen, se trata de un autor mal conocido y poco estudiado, aunque su nombre nunca falta en los repertorios de conjunto de historia literaria inglesa. Quiz¨¢s ahora que ha desaparecido este Le¨®n en Invierno, este invitado molesto de la literatura inglesa, los cr¨ªticos se dedicar¨¢n seriamente y con af¨¢n a estudiar esta gran figura subvalorada, esta figura que en realidad est¨¢ a la altura de un Yates o un Auden, pero que, por ser fiel a s¨ª mismo pag¨® el precio de ser conocido s¨®lo fragmentariamente.
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