Reflexiones en torno a la Rumasa Socialista
El pasado 23 de octubre, el Grupo Socialista rechaz¨®, una vez m¨¢s, la petici¨®n hecha por m¨ª en nombre del Grupo Popular, y avalada con el voto favorable de todos los dem¨¢s grupos de la C¨¢mara, de constituir una comisi¨®n especial en el Congreso de los Diputados para investigar la gesti¨®n p¨²blica del holding Rumasa, la reprivatizaci¨®n de sus empresas y las causas que han hecho posible que tan s¨®lo en dos a?os y medio de gesti¨®n socialista del grupo expropiado las p¨¦rdidas del mismo hayan alcanzado al menos la cifra de 555.000 millones de pesetas, seg¨²n la ¨²ltima confesi¨®n del se?or Del Moral en la Comisi¨®n de Presupuestos, o la pr¨®xima al bill¨®n de pesetas a que nosotros pensamos que se llegar¨¢. Y no se trata, como se est¨¢ intentando, de centrar la discusi¨®n pol¨ªtica en torno a la diferencia apuntada, pues tan irracional, impresentable y contraria al sentido com¨²n es una como otra cantidad.Los argumentos y elocuentes datos num¨¦ricos que ampararon nuestra posici¨®n ante el Pleno del Congreso nos llevaron a afirmar finalmente que en la gesti¨®n de la Rumasa socialista existen indicios racionales de corrupci¨®n p¨²blica. Mis afirmaciones no fueron contradichas en momento alguno por el portavoz socialista, ni tampoco por el Gobierno, ausente del debate.
Desde la celebraci¨®n del pleno hemos recibido muchas opiniones que dan la raz¨®n a nuestros planteamientos y nos animan a seguir en nuestra lucha, incluso por parte de destacados miembros del Grupo Socialista, que no entienden c¨®mo un partido pol¨ªtico, ante acusaciones tan graves y contrastadas, se niega a abrir las puertas de la Administraci¨®n p¨²blica de par en par para que la oposici¨®n pueda investigar con total transparencia, como corresponde a un pa¨ªs democr¨¢tico, en el que el comportamiento ¨¦tico debiera ser su primera regla.
Por nuestra parte hemos meditado profundamente sobre este asunto, que constituye una de las p¨¢ginas m¨¢s graves y bananeras de nuestra joven democracia. Nos gustar¨ªa que el partido socialista dejara investigar a fondo y que al final de dicha investigaci¨®n, y como conclusi¨®n de la misma, pudi¨¦ramos proclamar que el Gobierno socialista hab¨ªa hecho las cosas correctamente. Supondr¨ªa un paso adelante muy importante en la consolidaci¨®n de la democracia, que posturas como ¨¦stas del PSOE van haciendo cada vez m¨¢s dif¨ªcil.
Si contraponemos la elevaci¨®n a categor¨ªa de teor¨ªa del Estado, por parte del Gobierno socialista, del espionaje a los partidos pol¨ªticos legalizados -premiando el partido socialista con un puesto en el Consejo del Poder Judicial al magistrado del Tribunal Supremo que ha hecho posible esta original teor¨ªa-, con su negativa a que los ciudadanos, a trav¨¦s de los cauces constitucionales propios de una democracia de la Europa libre, podamos investigar una situaci¨®n que es an¨®mala publicamente, la conclusi¨®n clara es que vamos camino de una democracia formal pero no real. Y esto para muchos espa?oles es grav¨ªsimo.
Protecci¨®n del 'dinero negro'
Nos preocupa mucho qui¨¦n o qui¨¦nes deber¨ªan haber pagado los platos rotos en el estropicio de la expropiaci¨®n de Rumasa, como acertadamente dice EL PAIS en su editorial del pasado 7 de noviembre. Nosotros coincidimos en que nunca se debi¨® proteger por el Estado a aquellos tenedores de t¨ªtulos de Rumasa y depositantes en la misma, que cobrando tipos de inter¨¦s muy superiores a los de mercado, deb¨ªan ser ellos mismos quienes soportaran el riesgo como contrapartida a su mayor beneficio. Y as¨ª, en el debate celebrado el pasado 8 de mayo, tuvimos ocasi¨®n de afirmar: "Quiz¨¢ lo ¨²nico que se garantiz¨® de verdad por la expropiaci¨®n de Rumasa fue los intereses de los ahorradores o depositantes en bancos de dicho grupo -sus leg¨ªtimos intereses, tal como se dice en la exposici¨®n de motivos del decreto ley de expropiaci¨®n-, y ello sin haberse planteado como cuesti¨®n previa -esto lo decimos desde los bancos de la derecha- que el coste que se ha producido deb¨ªa ser soportado por todos los ciudadanos, cuando los beneficios que hubieran obtenido aquellos impositores proven¨ªan en muchos casos de dinero negro retribuido con extratipos, y de esos beneficios producidos s¨®lo disfrutar¨ªan los depositantes o ahorradores y no la comunidad; y cuando se cobra m¨¢s hay alg¨²n riesgo que es preciso soportar personalmente"
Ni el partido socialista ni el se?or Boyer contestaron nada en aquella ocasi¨®n. Este ¨²ltimo s¨ª lo hizo al responder a una interpelaci¨®n m¨ªa sobre Rumasa el pasado 16 de mayo, diciendo que el Gobierno socialista, en la disyuntiva entre que el coste lo paguen los depositantes, los accionistas ajenos al grupo Rumasa y sus trabajadores, o el conjunto de la sociedad espa?ola, opt¨® porque fuera esta ¨²ltima la que lo soportara.
Al final, en la pr¨¢ctica, la soluci¨®n socialista ha llevado a que el coste de Rumasa sea soportado por todos los ciudadanos espa?oles y que la contrapartida anunciada de conservar los puestos de trabajo del grupo o la de salvar el capital de los accionistas ajenos a Ruiz-Mateos se cumpla en una insignificante parte. Los socialistas, en definitiva, s¨®lo protegieron el dinero negro colocado a extratipo en las sociedades y bancos del grupo Rumasa. Caro precio ¨¦ste como contraprestaci¨®n a la alocada aventura socialista de Rumasa.
La soluci¨®n que en su d¨ªa propuso el Grupo Popular hubiera permitido hacer las cosas mucho mejor y sobre todo no socializar las p¨¦rdidas. Pero, como siempre, los socialistas no aceptaron m¨¢s soluci¨®n que la suya.
Hoy son de recordar las siguientes palabras del portavoz socialista en el Congreso al tramitarse la ley de expropiaci¨®n de Rumasa: "Con toda tranquilidad de creer que hemos hecho lo que deb¨ªamos, podemos terminar diciendo con Albert Camus que la paz en nuestros corazones llegar¨¢ el d¨ªa que podamos decir: hicimos lo que ten¨ªamos que hacer, hicimos lo que ten¨ªamos el deber de hacer".
Despu¨¦s de todo lo ocurrido en torno a la expropiaci¨®n de Rumasa, muchos espa?oles estamos seguros de que la paz no ha llegado a los corazones socialistas.
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