La transici¨®n entre muros de la c¨¢rcel de Zamora
En 17 a?os de historia la prisi¨®n ha pasado de 'santuario' antifranquista a reducto de internos 'ultras'
ENVIADA ESPECIALS¨®lo desde la terraza de la enfermer¨ªa, la visi¨®n del Duero, imposible desde las celdas, puede mitigar la sensaci¨®n de encierro. Francisco Garc¨ªa-Salve recuerda, sin embargo, haber visto desde su celda, desde los ba?os, desde alg¨²n sitio, al menos la l¨ªnea de ¨¢rboles que bordea el r¨ªo, cuando la niebla, frecuente y espes¨ªsima en los inviernos de Zamora, no a¨ªsla la prisi¨®n de su entorno, hasta cegar incluso los reflectores de seguridad.
Han pasado m¨¢s de diez a?os desde que el 24 de noviembre de 1975 el que fuera jesuita y militante del PCE -"no ten¨ªa todav¨ªa el carn¨¦, pero ya estaba en el partido"- abandon¨® la c¨¢rcel de Zamora tras cumplir una condena por asociaci¨®n il¨ªcita que qued¨® interrumpida por el indulto concedido a la muerte del general Franco, con los estudios de derecho pr¨¢cticamente concluidos y la firme decisi¨®n de colgar los h¨¢bitos. "De la prisi¨®n recuerdo el fr¨ªo. Hab¨ªa un corredor abierto que daba al patio, que era algo terrible en los inviernos". El corredor, en el ala llamada provincial, donde se alberg¨®, desde 1968 en que llegaron los primeros, a los sacerdotes que deb¨ªan cumplir una condena penal, est¨¢ ya acristalado, aunque el fr¨ªo entra por todas partes, y llega incluso hasta la amplia sala donde los presos comunes que hoy cumplen aqu¨ª condena o esperan juicio, ven la televisi¨®n.
"Lo peor fueron los 227 d¨ªas seguidos que me pas¨¦ en celdas de castigo, donde no te permit¨ªan tener ninguna manta". -recuerda Garc¨ªa Salve- "Yo me envolv¨ªa los pies en papel higi¨¦nico, y gracias que alg¨²n funcionario caritativo te pon¨ªa una toalla en el suelo".
Hoy los 13 presos ultraderechistas encerrados en el primitivo ala celular de la prisi¨®n, a esta hora vacia, limpia y en perfecto orden, cuentan con las ventajas que ha impuesto el signo de los tiempos. "Ya son posibles tres comunicaciones semanales, vis-a-vis, con la esposa, o la compa?era, o la amiga, siempre que sea la misma todas las veces -se?ala Gerardo Prieto, director de la c¨¢rcel de Zamora desde el 6 de julio de 1983-, y por supuesto se les permite leer todo lo publicado legalmente". "Pero, aun as¨ª -comenta otro de los funcionarios m¨¢s veteranos de Zamora-, yo le digo que estos ultras est¨¢n muy abandonados. No han recibido m¨¢s visitas que las de sus familiares, y se les ve que no tienen mucho dinero. Cuando estaban los curas, por aqu¨ª pasaron cantidad de obispos: Seti¨¦n, Cirarda, much¨ªsimos. Luego, con los grapos, qu¨¦ le voy a decir. Adem¨¢s que se les ve¨ªa manejar dinero, vaya que el partido suyo les cuidaba".
Quiz¨¢ de todas las etapas conflictivas que ha vivido esta c¨¢rcel, la m¨¢s tormentosa, al menos para los periodistas locales, fue el a?o en que los grapos permanecieron encerrados en ella. "Eran terribles las broncas que organizaban sus familias. Recuerdo que todos ten¨ªamos cierta psicosis de p¨¢nico en Zamora", comenta un informador local. Pero en la calle la gente se encoge de hombros cuando se le pregunta por la c¨¢rcel. "?Que hay cu¨¢ntos ultras? Ah, pues ni idea. Yo, la verdad es que estoy m¨¢s preocupada por el paro. La c¨¢rcel me da igual", comenta la due?a de una tienda de lanas. Nadie parece saber nada de los internos actuales, aunque la mayor¨ªa recuerda vagamente a los curas o a los grapos. "S¨ª, algo recuerdo de una fuga muy grande -comenta el due?o de una antigua pa?er¨ªa de la plaza Mayor- porque hab¨ªa muchos controles en las carreteras". Y es que la prisi¨®n de Zamora ha sufrido tambi¨¦n un intenso historial de fugas o intentos fallidos de evasi¨®n.
Bajo el m¨®dulo del provincial est¨¢ el lugar, convenientemente tapado ya, en que los curas vascos excavaron en 1976 el primer t¨²nel en un intento de hu¨ªda que qued¨® tan s¨®lo en eso, al ser descubierto a tiempo por los funcionarios. Sin embargo, el suelo de arenilla sobre el que se asienta la prisi¨®n, la proximidad de la frontera portuguesa -poco m¨¢s de 60 kil¨®metros- y la densa niebla que circunda el recinto en invierno propiciaron una sonada fuga en diciembre de 1979. La fuga de los cinco cerebros de los GRAPO encerrados desde diciembre del a?o anterior en Zamora. Enrique Cerd¨¢n Calixto, Abelardo Collazo Araujo, Fernando Hierro Chom¨®n, Francisco Brotons Beneyto y Juan Mart¨ªn Luna consiguieron la libertad gracias a un nuevo t¨²nel que en aquella ocasi¨®n s¨ª lleg¨® al exterior.
"Qu¨¦ quiere que le diga de aquellos d¨ªas en que dirig¨ª la c¨¢rcel de Zamora". Pedro Romero, hoy inspector de Servicios de la Direcci¨®n General de Instituciones Penitenciarias, instalado en Madrid, prefiere no decir nada, casi nada, de aquel mes y medio escaso de 1979 en el que "pasamos de tener 42 a 83 grapos, adem¨¢s de los comunes que hab¨ªan llegado de la prisi¨®n de Segovia. Para los grapos ten¨ªamos s¨®lo 29 celdas, y claro, hubo que juntarles con los comunes. En el poco tiempo que estuve en Zamora tuve tres huelgas de hambre salvajes y luego la fuga". "Todav¨ªa est¨¢ sin resolver el recurso que interpuse contra mi sancion, asi es que prefiero no decir nada".
Guerra psicol¨®gica
Jes¨²s Domingo Guerra, hoy profesor de EGB en Toro, y en los a?os setenta funcionario de la c¨¢rcel de Zamora, tampoco quiere darle muchas vueltas a su memoria para rescatar aquel episodio. "Recuerdo aquella etapa como muy tensa, muy desagradable. Los internos, todos ellos muy politizados, manten¨ªan una aut¨¦ntica guerra psicol¨®gica contra nosotros los funcionarios". Domingo Guerra se acuerda muy vagamente del incendio de la capilla que provocaron los curas presos y de c¨®mo los funcionarios se sent¨ªan en medio de una guerra implacable.Hoy, 118 presos, la mayor¨ªa por delitos comunes, viven en Zamora una vida casi mineral. En la parte nueva, con calefacci¨®n central y televisor en color, los chicos se benefician de la programaci¨®n matinal, que cuenta con mayor afici¨®n que la pr¨¢ctica del deporte, el trabajo de los talleres o aquel ajedrez y front¨®n al que eran tan aficionados los curas. "Estudiar, la verdad es que los ultras estudian todos menos dos. Los de antes tambi¨¦n lo hac¨ªan" -recuerda otro funcionario- "Bueno, los vascos, cosas relacionadas con la historia de Euskadi y su idioma, pero carrera universitaria s¨®lo recuerdo que la estudiara Garc¨ªa-Salve".
Pese al fr¨ªo, dos o tres presos instalados en la enfermer¨ªa pasan la ma?ana en la terraza con vistas al Duero. Un sexagenario que cumple condena por homicidio saluda afectuoso al director del centro y a sus acompa?antes. "No se crea usted lo que le digan otros -dice a los periodistas-; aqu¨ª estamos estupendamente, bueno, dentro de lo que cabe. Claro, yo, adem¨¢s, tengo permiso de fin de semana, pero es que a las personas buenas", -sentencia- "se les trata bien en todas partes".
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