Costa Rica, por la paz
COSTA RICA es un caso excepcional en la historia de Centroam¨¦rica. Con una estructura econ¨®mica y social relativamente equilibrada y una capa numerosa de propietarios agr¨ªcolas medios y peque?os, ha contado casi sin interrupci¨®n con un sistema democr¨¢tico basado en la soberan¨ªa popular y el ejercicio del sufragio universal. Despu¨¦s de una corta guerra civil en 1949, la Constituci¨®n estableci¨® la supresi¨®n del ej¨¦rcito y es hoy uno de los pocos pa¨ªses sin esta instituci¨®n. Hecho que merece ser destacado en una zona del mundo donde han abundado los conflictos armados y las dictaduras militares. Las elecciones que acaban de tener lugar en Costa Rica corresponden, pues, al precepto constitucional que establece una consulta cada cuatro a?os para elegir al presidente, al Parlamento y a otros numerosos cargos p¨²blicos.Los resultados conocidos hasta ahora aportan informaciones interesantes sobre la evoluci¨®n que se ha resgistrado en la opini¨®n p¨²blica costarricense. Contrariamente a lo ocurrido en 1982, en que un candidato, el socialdem¨®crata Luis Alberto Monge, aparec¨ªa en los sondeos con una ventaja aplastante, las previsiones situaban esta vez a los dos candidatos, Rafael Calder¨®n por la democracia cristiana y ?scar Arias por la socialdemocracia, en niveles muy cercanos. El triunfo muy neto que ha alcanzado ¨¦ste ha causado por ello cierta sorpresa. Al mismo tiempo, los factores de pol¨ªtica internacional, y en particular los que se refieren al conflicto regional de Centroam¨¦rica, han desempe?ado, a todas luces, un papel no secundario en las determinaciones de los electores.
Costa Rica ha participado de un modo activo en los esfuerzos por encontrar un camino pac¨ªfico para restablecer relaciones normales entre Nicaragua y sus vecinos, y para alejar los peligros de un conflicto que podr¨ªa alcanzar, una vez desatado, proporciones imprevisibles. Sin embargo, en mayo de 1985 surgi¨® un incidente serio entre Costa Rica y Nicaragua con motivo de una incursi¨®n fronteriza. Las relaciones entre los dos pa¨ªses se agriaron y el recelo o la enemistad hacia el sandinismo creci¨® en una parte de la poblaci¨®n. Es probable que estos antecedentes impulsaron a Rafael Calder¨®n, el candidato socialcristiano, a cargar su campa?a electoral de una fuerte cr¨ªtica contra Nicaragua, llegando a prometer que, en el caso de un conflicto entre este pa¨ªs y Honduras, Costa Rica enviar¨ªa su Guardia Nacional a combatir contra el sandinismo. Probablemente tal actitud, tan contraria a la tradici¨®n de Costa Rica, radicaliz¨® la respuesta de ?scar Arias. Y ¨¦ste reafirm¨® que Costa Rica era contraria a cualquier conflicto armado, insisti¨® en la renuncia constitucional a tener un ej¨¦rcito y declar¨® que la neutralidad ser¨ªa la base de su pol¨ªtica exterior, entendiendo esa neutralidad como contribuci¨®n a la soluci¨®n pac¨ªfica de los conflictos. Dejando claro que no sent¨ªa simpat¨ªa por el r¨¦gimen de Nicaragua, afirm¨®, en cambio, el derecho de cada pueblo a la autodeterminaci¨®n, rechazando las intervenciones exteriores en los asuntos internos. Mientras el candidato derrotado se pronunci¨® contra el plan de Contadora, Arias insisti¨® en que Costa Rica seguir¨¢ apoyando el proyecto pac¨ªfico de ese grupo.
Si se analizan las cuatro elecciones que se han desarrollado en los ¨²ltimos tiempos en Centroam¨¦rica (Salvador, Honduras, Guatemala, Costa Rica), es inevitable observar que han salido a la luz ciertos elementos de semejanza, a pesar de las diferencias obvias entre los partidos que han triunfado en ellas. En t¨¦rminos generales, las tendencias de extrema derecha, las que simpatizan abiertamente con los grupos rebeldes antisandinistas, los contra apoyados por EE UU, han sido derrotadas en las cuatro elecciones citadas. No se trata de que hayan avanzado posiciones de izquierda. Los nuevos presidentes tienen posiciones moderadas, de centro, con diversos matices. A la vez, esos cuatro pa¨ªses dependen en una medida apreciable de las ayudas econ¨®micas de Washington y sus gobiernos respaldan, en t¨¦rminos generales, las orientaciones de EE UU. En cambio, y por eso mismo conviene subrayarlo, los nuevos presidentes, como consecuencia de un pronunciamiento bastante claro de los electores, han propugnado las soluciones pac¨ªficas de Contadora y el principio de independencia y autodeterminaci¨®n de cada pa¨ªs. Esta tendencia acaba de ser reafirmada en las elecciones en Costa Rica.
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