Marqu¨¦s de Cubas
Prevalecieran en este centro de Madrid las catedrales laicas y los monumentos mitol¨®gicos, como los que en el cercano prado se alinean, en detrimento de las construcciones cristianas dignamente representadas por la iglesia de San Jos¨¦, que hace frente al minarete del C¨ªrculo de Bellas Artes, edificio dedicado a la advocaci¨®n de la diosa latina Minerva, representada en la escultura de Vasallo.El art¨ªfice m¨¢s representativo de estas catedrales del progreso fuera el arquitecto madrile?o Antonio Palacios, autor del edificio del C¨ªrculo, del neocl¨¢sico e imponente Banco Central y del Palacio de Correos, al que los madrile?os que comprendieron su estilo denominaron "nuestra se?ora de las comunicaciones".
El C¨ªrculo de Bellas Artes (1926) se halla situado en Alcal¨¢ y hace esquina con Marqu¨¦s de Casa Riera, cerca de Marqu¨¦s de Cubas, estrecho callej¨®n acomplejado por la vecindad de tan altos y nobles edificios. Hasta 1900 se denomin¨® esta v¨ªa Calle del Turco y en su desembocadura con la de Alcal¨¢ muri¨® asesinado el general Prim.
El turco al que hace menci¨®n el nombre de la calle fue cierto embajador otomano, que sin saberlo fue causa de una rabieta de Teresa de Jes¨²s, enfrentada con un tal fray Jos¨¦ de la Miseria que se opon¨ªa a que la santa edificara un convento junto a la vivienda del diplom¨¢tico infiel. Harta Teresa de ? tanto tiquismiquis y tanto escr¨²pulo solvent¨® la pugna con un decidido: "bien; turcos y monjas todos llevan la cabeza vestida de trapos". La calle, dedicada m¨¢s tarde al arquitecto don Francisco Cubas y Gonz¨¢lez, que fue alcalde de Madrid, se hab¨ªa llamado antes De los Jardines, por dar a ella los de numerosos palacios de la Villa. La vecindad del Prado y de las tapias palaciegas dotaron a esta humilde v¨ªa de aromas de leyenda, aromas que evoca el imaginativo Pedro de R¨¦pide: aqu¨ª muri¨® una joven y aristocr¨¢tica poetisa en la flor de la edad, m¨¢s all¨¢ estaba el palacio donde viviera el financiero Ouward, banquero de los cien mil hijos de San Luis o donde tejiera sus maquinaciones el siniestro Tatischeff, embajador de Rusia; en esta esquina ten¨ªa su mansi¨®n la marquesa de Ariza y en esta otra su palacio, deshabitado, y por lo tanto poblado de fantasmas en la imaginaci¨®n popular, el marqu¨¦s de Casa Riera.
Ahora todos los fantasmas de la calle se ocultan en los desvanes del C¨ªrculo de Bellas Artes y aspiran a pasar desapercibidos en los bailes de m¨¢scaras que la renovada asociaci¨®n vuelve a organizar de acuerdo con su tradicional costumbre.
Los madrile?os de ahora han redescubierto el C¨ªrculo de Bellas Artes, que durante los a?os del franquismo, cuando las artes viv¨ªan en libertad provisional y vigilada, se convirti¨® en apolillado garito para las artes de la cartomancia y los complicados arabescos de las bolas de marfil sobre el tapete verde. Recuperado para sus primitivos fines, el C¨ªrculo se ha convertido en una cita ineludible para los ciudadanos ¨¢vidos de cultura.
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