Transfiguraci¨®n

De repente la Sinf¨®nica de RTVE pareci¨® transfigurada. Antoni Ros Marb¨¢, uno de sus primeros directores, hizo m¨²sica alta y serena, respirada y pronunciada, cuidada en su fraseo y mimada en su sonoridad. Parec¨ªan tocar a gusto los excelentes profesores de la RTVE y por un rato olvidaron sus problemas laborales, expedientes y dem¨¢s asuntos de gesti¨®n. Escuchamos as¨ª la m¨¢s alta y menos frecuentada sinfon¨ªa de Brahms, la tercera en fa mayor, esa suerte de introvertida pastoral en la l¨ªnea de los grandes maestros. Aplaudi¨® el p¨²blico del jueves con bastante usura, y aplaudi¨® la orquesta a su antiguo maestro.Antes, Ros Marb¨¢ expuso el Canticum in P. P. Johannes XXIII, delicia compuesta por Ernesto Halffter en Mil¨¢n, despu¨¦s de la larga aventura de Atl¨¢ntida. Tan bello como las buenas p¨¢ginas religiosas de Poulenc, es cierto, pero escasamente relacionable con ellas si se analizan las cosas con un poco de profundidad. Los tres momentos tuvieron como solistas a la soprano lucense Mar¨ªa Luisa Castellano (bella voz e interpretaci¨®n falta de impulso. No se advert¨ªa demasiado la intenci¨®n jubilosa del original arranque); al bajo guipuzcoano Alfonso Echevarr¨ªa, que dio m¨¢s nobleza que gravedad a su parte principal del Ad benedictionem, al coro que prepara Pascual Ortega, capaz de expresar con tierna intimidad el Lux aeterna. En esta ocasi¨®n todos los tiempos me parecieron un punto ca¨ªdo.

De nuevo luci¨® su rutilante y musical virtuosismo el parisiense Pierre Amoyal (1946), dominador y l¨ªrico en el primer concierto de Max Bruch, de un romanticismo rezagado tan efectivo como corto de imaginaci¨®n. Resumen: un buen ¨¦xito.