Tecnolog¨ªas, Europa y soberan¨ªa
Las palabras tienen a veces en pol¨ªtica una virtud m¨¢gica. Al simbolizar ideas y proyectos, se colocan en ocasiones por encima de los contenidos, adquiriendo valor en s¨ª mismas. Son entonces susceptibles de ser manipuladas, vaciando su car¨¢cter de representaci¨®n de ilusiones colectivas. Eso ha ocurrido desde 1982 con la palabra cambio. Puede ahora ocurrir con otra: modernidad.En nombre de la modernidad se justifica tanto la pol¨ªtica econ¨®mica neo-liberal como la permanencia en la OTAN. Apelando, a la vez, en el momento hist¨®rico de la incorporaci¨®n a la CE, a dos hechos incontrovertibles: el atraso hist¨®rico espa?ol respecto de Europa y el reto tecnol¨®gico.
Vaya por delante que soy, mi partido es, partidario resuelto de la aceptaci¨®n del desaf¨ªo tecnol¨®gico. Las nuevas tecnolog¨ªas son instrumentos que pueden permitir erradicar enfermedades a¨²n hoy incurables, producir con menor esfuerzo, hacer innecesarios los trabajos m¨¢s penosos, consumir sin romper el equilibrio ecol¨®gico. En definitiva, aumentar la calidad de la vida. En absoluto tiene por qu¨¦ significar desempleo y sus secuelas de hambre y miseria, despidos masivos, reconversiones salvajes, deterioro de la naturaleza, y tampoco militarizaci¨®n en torno a los bloques militares. Este segundo plano de implicaciones es una resultante de que viejos privilegios de unos pocos prevalezcan, pese al imperativo democratizador del reto tecnol¨®gico. Constituyen el anacronismo que impide el progreso, y en absoluto son las inevitables contrapartidas de la modernidad.
Vaya tambi¨¦n por delante nuestra decidida apuesta por Europa. La crisis no puede resolverse en meros marcos nacionales. La internacionalizaci¨®n de los procesos productivos, cient¨ªficos y pol¨ªticos exige escenarios de intervenci¨®n definibles como regiones del mundo. Nuestra regi¨®n es Europa. Distinguiendo Europa de CE y pensando en una futura Europa independiente en toda su extensi¨®n, nuestra aportaci¨®n a una nueva Europa pasa por la incorporaci¨®n a la CEE. Hemos aprobado el Tratado de Adhesi¨®n por esa dimensi¨®n hist¨®rica y pol¨ªtica, y no precisamente porque no haya habido en ¨¦l graves errores y omisiones, que hemos hecho constar en la protecci¨®n de los intereses econ¨®micos concretos.
Pero la pregunta es: ?es posible afrontar ambos retos, tecnol¨®gico y europeo, con otra pol¨ªtica? ?Es evitable que ello comporte la atlantizaci¨®n y el militarismo, as¨ª como el empobrecimiento y el paro de los trabajadores?
Alternativas
Mi respuesta afirmativa parte de tres presupuestos: soberan¨ªa a la hora de establecer las soluciones, que no puede quedar subordinada al buscar las imprescindibles coordinaciones supranacionales; participaci¨®n, porque el necesario esfuerzo requiere de la movilizaci¨®n decidida de la sociedad, huyendo de secretismos y elitismos, y perspectiva de futuro fundada y real, sin lo cual no se pueden pedir sacrificios que, por otra parte, no se solicitan de todos, sino de quienes menos o nada poseen.
Desde ah¨ª desarrollar¨¦ la posible y necesaria alternativa en los tres aspectos principales de la cuesti¨®n: econ¨®mica, cient¨ªfica, internacional.
1. Me atrever¨ªa a afirmar que es ya indiscutible que la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno ha fracasado, tanto por insolidaria como por ineficaz. La dificultad de ocultar la insolidaridad ha conducido a justificarla en nombre del rigor. Se sostiene la necesidad de practicar una pol¨ªtica de saneamiento y promoci¨®n de empleo mediante el est¨ªmulo a la inversi¨®n y el consumo privado, y el ajuste duro que incluye el deterioro del poder adquisitivo por encima de la tasa anual del 10%.
Alternativa econ¨®mica
Pero la erosi¨®n sufrida por los salarios sigue su curso, mientras el empleo no se genera a pesar de los aumentos sustanciales de los beneficios empresariales y el escaso rigor con que trata la Hacienda p¨²blica a quienes adeudan m¨¢s de un bill¨®n y medio de pesetas.
El PCE ha presentado una alternativa econ¨®mica, que se?ala la posibilidad de caminar por derroteros muy diferentes. Sin poder aqu¨ª desarrollarla, se?alamos que es una propuesta abierta, que camina sobre la potenciaci¨®n de la dinamizaci¨®n social como elemento activo de una econom¨ªa mixta. Existe una alternativa econ¨®mica desde la izquierda. ?sta es posible.
Y necesaria. El fracaso de la pol¨ªtica econ¨®mica neoliberal no es s¨®lo cuesti¨®n evaluable por los objetivos declarados y no alcanzados (tales como la creaci¨®n de 800.000 puestos de trabajo), sino, ante todo, por errores de dise?o al seguir, desde un gabinete al margen de la realidad y al pie de la letra, las indicaciones de los expertos norteamericanos.
La lucha contra la inflaci¨®n, prioridad se?alada por el Gabinete Gonz¨¢lez, lleva mucho tiempo estancada en la cota del 10%. Ni siquiera los cambios de personas y criterios en el Instituto Nacional de Estad¨ªstica (como si las estad¨ªsticas fueran las culpables de los errores) han acercado la prometida orilla del 6%. Con la implantaci¨®n del IVA y la tentaci¨®n de recurrir al Banco de Espa?a, la tendencia es ya la contraria, a la vez que se contabiliza un aumento de un mill¨®n de parados.
Quiz¨¢ sea ¨¦sa la raz¨®n por la que Boyer tirase la toalla sin que por el momento se haya dado explicaci¨®n razonable a su marcha del Gobierno.
En cualquier caso, no hay ninguna modernizaci¨®n por esa v¨ªa, por el camino del monetarismo liberal.
2. El reto tecnol¨®gico tiene una clave de b¨®veda: la investigaci¨®n, dotar al pa¨ªs de recursos cient¨ªficos y tecnolog¨ªas propias. La pol¨ªtica del Gobierno en este ¨¢mbito puede resumirse en la expresi¨®n de Luis Solana: "Aqu¨ª no inventa nadie, as¨ª que ojal¨¢ nos traigan los inventos de fuera". Pero si aqu¨ª no se inventa es sencillamente por la falta de inversiones p¨²blicas y privadas en investigaci¨®n. El Gobierno deber¨ªa hacer un gigantesco esfuerzo por incorporarnos a los niveles de inversi¨®n p¨²blica en investigaci¨®n y desarrollo similares a los europeos. Incluso Grecia se ha fijado el objetivo de conseguir llegar al 1,5% del PIB dedicado a investigaci¨®n en 1990, desde su nivel actual, similar al nuestro.
Sin embargo, el Gobierno no adquiere compromiso presupuestario alguno en la ley de la Ciencia. Se ha lanzado a una pol¨ªtica de reconversi¨®n industrial y reindustrializaci¨®n sin garantizar las bases tecnol¨®gicas exigibles desde cualquier planteamiento riguroso en cuanto a la infraestructura tecnol¨®gica y cient¨ªfica imprescindible para que la reconversi¨®n tenga ¨¦xito. Lo grave es que. se tropieza dos veces en la misma piedra: esos errores ya se cometieron en el anterior proceso de industrializaci¨®n de los a?os sesenta.
No es de recibo que previsiones de los Presupuestos Generales del Estado para 1986 se?alen el mantenimiento del 0,4% del PIB en investigaci¨®n cient¨ªfica y desarrollo tecnol¨®gico. El programa electoral del PSOE propon¨ªa pasar del 0,4% al 0,8% en los cuatro a?os de legislatura.
?sa es una opini¨®n compartida por algunos empresarios, justamente los que presentan mayor capacidad de desarrollar tecnolog¨ªas de punta. Por el contrario, los empresarios mod¨¦licos del Gobierno son los que comparten la idea de que progresaremos instalando en nuestro territorio plantas de montaje de nuevas tecnolog¨ªas de patente extranjera, sobre las que no tendremos ni soberan¨ªa ni altos beneficios.
El planteamiento propagand¨ªstico del Gobierno se basa en un espejismo, ya que instalar plantas de montaje de alta tecnolog¨ªa no garantiza la adquisici¨®n de tecnolog¨ªa. Adem¨¢s, la dependencia tecnol¨®gica y la falta de esfuerzo para salir de ella tiene unas graves connotaciones, relativas tanto a la soberan¨ªa cuanto al ejercicio de las libertades p¨²blicas. Cuando Gonz¨¢lez presenta como amenaza que si salimos de la OTAN podemos obtener perjuicios tecnol¨®gicos, est¨¢ de hecho reconociendo que acepta el colonialismo.
El COCOM
La v¨ªa elegida (autorizar plantas de montaje de nuevas tecnolog¨ªas a toda multinacional que lo necesite) lleva aparejada la firma de acuerdos sobre limitaci¨®n de las reexportaciones (nuestra incorporaci¨®n al COCOM es un hito negativo en esta l¨ªnea) y la admisi¨®n de discriminaciones en la contrataci¨®n de trabajadores por cuestiones ideol¨®gicas. Recientemente ha sido denunciado por CC OO el formulario MS1-02, que en ocho p¨¢ginas violenta cuantos derechos constitucionales le salen al paso: 16 (libertad ideol¨®gica), 18 (vida privada), 22 (derecho de asociacion), 28 (derecho de sindicaci¨®n), etc¨¦tera, as¨ª como varios art¨ªculos de la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos, todo ello en nombre de unas materias clasificadas, que obedecen a intereses de Estados Unidos, pero en modo alguno de Espa?a, salvo que se acepte un estatuto de soberan¨ªa limitada.
3. En ese orden de cosas, ?qu¨¦ visi¨®n tenemos de Europa, qu¨¦ propuesta har¨ªamos en la CEE en relaci¨®n con una idea de una Europa neutral, soberana, pac¨ªfica y solidaria?
La CEE es una organizaci¨®n que tiene, para empezar, excedentes agrarios, una alta dependencia ene rg¨¦tica (importa el 50% del petr¨®leo que consume) y, sobre todo, una muy importante dependencia de la importaci¨®n de materias primas (importa el 75% de los minerales frente al 15% de EE UU).
Para la CEE es, en estos momentos, fundamental el desarrollo de investigaciones sobre tecnolog¨ªas de punta que permitan la producci¨®n industrial de productos con alto valor a?adido. Sin embargo, la CEE tiene, aproximadamente, la tercera parte de personal investigador que EE UU y sus inversiones en nuevas tecnolog¨ªas est¨¢n a gran distancia de norteamericanos y japoneses. Por ello la CEE ha dise?ado una estrategia t¨¦cnica y cient¨ªfica con un programa concreto para el per¨ªodo 1984-1987, en el que se piensa invertir 680 millones de ECU en nuevas tecnolog¨ªas.
No obstante, la CEE mantiene una servidumbre respecto de los gastos militares, que no mantiene Jap¨®n, ya que las inversiones p¨²blicas en investigaciones militares son del orden del 25% de las inversiones p¨²blias en I + D, frente al 2% de Jap¨®n y cerca de un 50% en EE UU (datos referidos al a?o 1982).
La aportaci¨®n de los pa¨ªses de la CEE a la defensa de Occidente es una imposici¨®n de la pol¨ªtica norteamericana, con la que EE UU pretende evitar la competencia tecnol¨®gica europea, ya que la CEE cuenta ya hoy con un potencial de recursos humanos, cient¨ªficos y econ¨®micos preocupantes para la Administraci¨®n del imperio, cuya IDS, por otra parte, es contestada desde vertientes cient¨ªficas y tecnol¨®gicas cada vez con mayor amplitud desde el propio EE UU.
Gastos militares
Es sabido, adem¨¢s, que los gastos militares generan menos empleos que los mismos gastos dedicados a actividades civiles. Seg¨²n estimaciones de Robert W. DeGrase, Jr., en un art¨ªculo aparecido en mayo de 1984 en el Bulletin of the Atomic Scientist, para una misma cantidad de d¨®lares invertidos en EE UU en el a?o 1981 la relaci¨®n en puestos de trabajo generados por inversiones en gastos militares e inversiones en transporte es de 28 a 32. Esa relaci¨®n aumenta hasta 28 a 71 si las inversiones se realizan en educaci¨®n. Por no referirse a los amplios trabajos de las Naciones Unidas y la Unesco en la misma direcci¨®n.
Sin embargo, no debe olvidarse que el control militar de EE UU sigue siendo la carcter¨ªstica central de los pa¨ªses que abastecen a la Europa comunitaria de materias primas.
Nuestra alternativa para la CEE parte de la consideraci¨®n de la redefinici¨®n de las relaciones de los intercambios de materias primas por productos industriales, redefinici¨®n que s¨®lo podr¨¢ hacerse mediante una pol¨ªtica que fomente al mismo tiempo la independencia y soberan¨ªa europeas y la emancipaci¨®n del Tercer Mundo.
De tal manera que a la CEE no le interesa la actual dependencia de los proyectos militares del imperio. Por ello surgen reticencias a la instalaci¨®n de los euromisiles o t¨ªmidos intentos de buscar su independencia tecnol¨®gica y militar, de la que, sin duda, Francia es la siempre oportuna valedora. Mas son justamente las contradicciones francesas y, en particular, su desesperado empe?o por seguir siendo una potencia mundial de primer orden la que hace de sus alternativas meras declaraciones para la galer¨ªa. ?C¨®mo mantener actualmente la legitimidad del desarrollo de pruebas nucleares en Mururoa y al tiempo ser portavoz de una alternativa al SDI?
La renuncia europea al militarismo como eje del desarrollo tecnol¨®gico le permitir¨ªa encabezar una relaci¨®n positiva con el Tercer Mundo, y en concreto en relaci¨®n al problema de la deuda externa. A nadie escapa el particular papel que Espa?a podr¨¢ jugar con Latinoam¨¦rica.
En efecto, Latinoam¨¦rica es un conjunto de naciones que mantiene una deuda de 360.000 millones de d¨®lares, resultado de la injusta relaci¨®n comercial: los productos latinoamericanos son m¨¢s baratos, y los que importa Latinoam¨¦rica, m¨¢s caros. Pagar la deuda podr¨ªa suponer en los pr¨®ximos a?os cantidades del orden de 30.000 a 40.000 millones de d¨®lares anuales, si no se producen nuevas subidas del d¨®lar, lo que impide el desarrollo de esos pa¨ªses. Les condena a la miseria.
Un futuro no decadente de Europa est¨¢ unido a la superaci¨®n del subdesarrollo, en una l¨®gica no militarista del mundo, que permita trasvasar los monstruosos gastos militares a las necesidades perentorias de la humanidad. Europa ha de abogar por la consideraci¨®n de un nuevo orden econ¨®mico mundial que sea capaz de erradicar el hambre y la miseria de amplias zonas de la Tierra mediante el replanteamiento solidario de que el planeta es una unidad de producci¨®n y consumo pac¨ªfica y solidaria.
Desde este punto de vista, Espa?a, en su ingreso en turopa, puede de una parte intentar su incorporaci¨®n a las alternativas neutralistas, al tiempo que preconizar avances en el replanteamiento de la dial¨¦ctica Norte-Sur. En ning¨²n caso parece justificado el pensar que la posici¨®n, tanto hist¨®rica como geogr¨¢fica y ling¨¹¨ªstica de Espa?a, no permite otra pol¨ªtica exterior que la practicada hace muchos a?os por nuestros gobernantes: la entrega, sin reservas, a la dependencia norteamericana.
As¨ª, pues, ni Europa ni la modernidad necesitan de nuestra presencia en la OTAN. Salir de la OTAN no ser¨¢ un gesto insolidario hacia Europa, sino la opci¨®n espa?ola por lo m¨¢s avanzado, democr¨¢tico y europe¨ªsta de nuestro continente.
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