La industria espa?ola, la CEE y el pesimismo
Aunque algunos estudios presentan un panorama pesimista sobre el porvenir de las empresas espa?olas, otros permiten contemplar el futuro con mayor optimismo. Este es el caso de los que ha realizado el Instituto de Econom¨ªa Mundial de Kiel, del que el autor de este art¨ªculo es vicepresidente. En su opini¨®n, la capacidad de aprendizaje e innovaci¨®n demostrada en momentos anteriores permiten a Espa?a contemplar con cauto optimismo su nueva etapa de socio comunitario.
Cuando Espa?a solicit¨® su adhesi¨®n a la Comunidad Econ¨®mica Europea muchos pensaban que la integraci¨®n podr¨ªa convertirse en la palanca del futuro progreso econ¨®mico y social del pa¨ªs. Sin embargo, a medida que se aproximaba la fecha del ingreso, el 1 de enero de 1986, empezaron a aparecer los temores en cuanto a las posibilidades de la industria espa?ola de pasar con ¨¦xito la prueba de fuego que indudablemente supondr¨¢ la adhesi¨®n.Un estudio realizado recientemente, por encargo de la Comisi¨®n Europea, en la universidad de Pau, y que ha recibido mucha publicidad en los medios informativos espa?oles, parece justificar este nuevo pesimismo. Los analistas franceses llegan a la conclusi¨®n categ¨®rica que la inmensa mayor¨ªa de las empresas espa?olas no est¨¢ en condiciones de hacer frente a la competencia extranjera y que el Gobierno espa?ol, para evitar un verdadero descalabro industrial, no tendr¨¢ otro remedio que buscar la renegociaci¨®n y tratar de aplazar m¨¢s all¨¢ de los siete a?os de transici¨®n la apertura completa del mercado nacional.
No cabe duda de que el tejido productivo espa?ol sufre debilidades importantes. En muchas empresas las dimensiones de capacidad productiva son demasiado peque?as para poder explotar econom¨ªas de escala. El exceso de plantillas es notorio, los niveles de capitalizaci¨®n son generalmente muy bajos y las empresas apenas asignan recursos a programas propios de investigaci¨®n y desarrollo tecnol¨®gico. La prolongada aton¨ªa de la inversi¨®n durante los ¨²ltimos a?os ha supuesto un freno a la modernizaci¨®n de la industria, ha atrasado la innovaci¨®n de productos y ha contribuido a que los costos tiendan a la alza, comprometiendo as¨ª la competitividad internacional del sector.
Todo esto ya se sabe desde hace tiempo. Si se toman estas (y otras) debilidades como datos ex¨ªgenos, inalterables, y si adem¨¢s se tiene una visi¨®n est¨¢tica de la estructura industrial, entonces inevitablemente obtenemos un escenario apocal¨ªptico, como el que ofrecen los investigadores franceses. Pero estos modelos, por elegantes que sean formalmente, son poco ¨²tiles para fines pr¨¢cticos.
Razones para el optimismo
En primer lugar, no tiene sentido petrificar el statu quo estructural; lo normal en una econom¨ªa que crezca es que las estructuras productivas cambien continuamente. En segundo lugar, no hay raz¨®n alguna para suponer que la capacidad de aprendizaje, de adaptaci¨®n, de flexibilidad y de innovaci¨®n de los empresarios y trabajadores espa?oles es nula o insuficiente; la experiencia demuestra todo lo contrario. Y, finalmente, tampoco es realista deducir de los altos costos, con los que todav¨ªa operan numerosas empresas espa?olas, que todas ¨¦stas son inherentemente ineficientes; pues, en muchos casos, la ineficiencia observada es inducida, es decir, ha sido fomentada por la protecci¨®n y las excesivas ayudas estatales y puede ser, por consiguiente, corregida, mediante esfuerzos empresariales, en cuanto la competencia incrementada as¨ª lo exija.
Los estudios que sobre la adhesi¨®n de Espa?a a la CEE hemos realizado en el Instituto de Econom¨ªa Mundial de Kiel (Alemania Occidental) no llegan a conclusiones tan sombr¨ªas como las que diseminan otros, precisamente porque parten del supuesto de que el futuro de la industria espa?ola no est¨¢ predeterminado, sino abierto, que quedar¨¢ forjado por sendos procesos de adaptaci¨®n. Entonces nos encontramos con que en numerosos sectores se registrar¨¢ una mayor importaci¨®n, pero tambi¨¦n habr¨¢ mayores posibilidades de exportaci¨®n. Aumentar¨¢n la
oportunidades de especializaci¨®n industrial, tanto en sentido horizontal como vertical, lo cual debe r¨ªa incidir favorablemente tambi¨¦n sobre el desarrollo de las peque?as y medianas empresas. Y las empresas extranjeras -que, por cierto, no han sido ahuyentadas por la crisis econ¨®mica espa?ola- seguir¨¢n aportando capital y tecnolog¨ªa, aparte de contribuir a una mejora de los niveles de capacitaci¨®n profesional de la poblaci¨®n activa.Adaptarse al nuevo entorno
Los problemas de adaptaci¨®n de la industria espa?ola al nuevo en torno comunitario, aun siendo de envergadura, no son insolubles Miedo s¨®lo tiene que tener quien se sienta d¨¦bil, no quien se sienta fuerte.
En otras palabras, el futuro pro mete importantes ganancias a la movilidad y a la flexibilidad y amenaza con duras sanciones a la inercia. Esto siempre ha sido as¨ª. La experiencia de Francia e Italia, en los a?os sesenta, y la de Irlanda actualmente, lo confirma. Las propias experiencias espa?olas tambi¨¦n son ilustrativas: no hay m¨¢s que recordar los resultados positivos que dio aquella primera gran apertura hacia el exterior iniciada con el Plan de Estabilizaci¨®n de 1959.
Posteriormente, las liberalizaciones econ¨®micas que los sucesivos Gobiernos espa?oles han efectuado cara al exterior han sentado bien a la industria espa?ola en t¨¦rminos generales. Curiosamente, en todas estas ocasiones primero hab¨ªan proliferado los vaticinios sombr¨ªos, como ahora. La adhesi¨®n no s¨®lo constituye un reto para la industria espa?ola, sino tambi¨¦n para la pol¨ªtica econ¨®mica. Su objetivo prioritario tiene que ser el de crear en el pa¨ªs un ambiente estimulante de la inversi¨®n productiva, la innovaci¨®n tecnol¨®gica y la creaci¨®n de nuevas empresas.
Esto incluye la reducci¨®n progresiva del d¨¦ficit p¨²blico (recortando el gasto consuntivo, no mediante nuevos aumentos de la presi¨®n fiscal), el control de la inflaci¨®n (que no debiera dispararse por el IVA), la liberalizaci¨®n del sistema financiero, la flexibilizaci¨®n del mercado de trabajo as¨ª como la supresi¨®n de monopolios estatales en sectores particularmente susceptibles a la penetraci¨®n con tecnolog¨ªas avanzadas (telecomunicaciones, por ejemplo). Todo esto hubiera sido necesario tambi¨¦n aunque Espa?a no hubiera ingresado en la CEE.
es vicepresidente del Instituto de Econom¨ªa Mundial de Kiel y asesor del Instituto de Estudios Econ¨®micos.
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