Contra el exceso de obediencia
En su notable Discurso mantuano, el pensador venezolano Brice?o Guerrero se?ala que nuestro tiempo tiene tan claras las razones de la rebeld¨ªa que olvida o ignora las razones de la obediencia. En efecto, ni toda sublevaci¨®n o disconformidad son excelsas, ni toda adquiescencia a lo establecido es vil, y que esta obviedad haya sido incomprendida por cierta ret¨®rica izquierdista ha hecho poco favor al pensamiento pol¨ªtico inconformista. Sin embargo, la fase que atraviesa ahora este pa¨ªs alarma m¨¢s bien por lo contrario: predomina el exceso de obediencia. Cualquier cuestionamiento algo radical de lo dado, de lo com¨²nmente admitido y celebrado como irremediable, pasa por exhibici¨®n de delirio, o sinsentido, adolescente, o remordimiento tardogochista. Quien no asiente est¨¢ pagado o perturbado; cualquier timido non serviam! suena a un apocal¨ªptico "?Aqu¨ª perezca Sans¨®n con todos los filisteos!". Y lo malo de esta situaci¨®n no es tanto que la vieja causa de la rebeld¨ªa se vea arrinconada como que las aut¨¦nticas, las no serviles razones de la obediencia racional queden contagiadas por el obsequioso af¨¢n de reverenciar -y nunca mejor dicho- a diestra y siniestra.El resultado del refer¨¦ndum, por ejemplo. ?Qu¨¦ despliegue de genuflexiones, qu¨¦ org¨ªa de asentimientos, cu¨¢ntos retumbantes "?arrepent¨ªos!" y cu¨¢ntos golpe! de pecho perfectamente contritos! Menos mal que la efem¨¦ride ha ca¨ªdo en cuaresma: sin duda hemos ganado todos la bula de la Santa Cruzada... El Gobierno, d¨¦bil princesa acosada por dragones contrapuestos, ha encontrado tantos y tan voluntarios paladines como para fundar de nuevo los Tercios. Lo malo es que a Flandes ya no pueden ir, porque tropezar¨ªan con la sede central del Mercado Com¨²n y la broma puede salimos cara. Pero resulta que hoy las princesas desvalidas piden socorro m¨¢s por vicio que por aut¨¦ntico peligro: ?acaso no se nos quiere hacer creer que Estados Unidos est¨¢ cercado por Nicaragua? Del mismo modo, el ¨²nico verdadero riesgo que corr¨ªa el Gobierno a la vista est¨¢- era ganar otra vez, incluso contra sus propios postulados; de esta eventualidad no le han guarecido sus numerosos, presurosos y obsequiosos salvadores.
De ¨¦stos, los intelectuales son -por parentesco- los que m¨¢s me preocupan. Yo cre¨ªa pertenecer a una generaci¨®n de pr¨ªncipes y de pronto los he visto desplegar una prudencia de rentistas. ?Cu¨¢nta modestia, dar por sentado que la picaresca copichuela de madrugada en el lugar interesante es el m¨¢ximo logro social a que podemos aspirar! Y tampoco parece que las divisiones del Pacto de Varsovia vayan a ponerse en marcha pr¨®ximamente para quit¨¢rnosla. No vale masticar con alharaca las perlas lujosas de la vida y luego acoquinarse ante el ¨²nico lujo inequ¨ªvoco. El de un alma no timorata ni mendicante. ?Si Por lo menos hubieran practicado la obediencia ciega! Pero no, que la han explicado, es decir, han gui?ado un ojo. Los verdaderos pr¨ªncipes y los ni?os tienen algo en com¨²n: no les arredra, llegado su complea?os, romper las huchas. Las cuales, por cierto y no por casualidad, tienen forma de cerdito.
Demos un paso m¨¢s en el pesimismo y admitamos, que tambi¨¦n algunas concentraciones de noes destilan obediencia, salvando -como siempre- la impenetrable individualidad de cada cual. ?Qu¨¦ hermoso hubiera sido ver triunfar la negaci¨®n en Almer¨ªa y C¨¢ceres, por ejemplo! Pero no: ha ganado en el Pa¨ªs Vasco y Catalu?a, es decir, sitios donde los mandos naturales hab¨ªan pedido ambig¨¹a o inequ¨ªvocamente el voto negativo. Dejemos de lado el l¨®gico caso de Canarias: lo del Tratado del Atl¨¢ntico Norte all¨ª sonaba a guasa y, por lo dem¨¢s, ya los precavidos atenienses, al llevar una propuesta de guerra a la eclesia, exclu¨ªan de la votaci¨®n a los habitantes de la frontera con el enemigo, pues estaban demasiado directamente interesados en la cuesti¨®n como para ser imparciales. Volviendo al Pa¨ªs Vasco, propongo este "escenario" (como se dice ahora): si los socialistas hubieran mantenido su activa oposici¨®n a la OTAN y, solicitado el voto negativo, el PNV hubiese defendido con fervor la alianza militar como garant¨ªa de que Euskadi iba por fin a incorporarse a la Europa de los pueblos.
Y de los otros, para qu¨¦ hablar. Dos fotos recientes sirven de colof¨®n a cierta campa?a antiviolencia de quien yo me s¨¦: la primera, dos f¨¦retros gemelos, indiscemibles -en uno va el etarra, en otro el polic¨ªa- introducidos simult¨¢neamente en el mismo furg¨®n; la segunda, el entierro del m¨¢rtir, jaleado por las fuerzas vivas del pueblo, que rodean a un grupo de ni?os, muy atentos, en primer plano. Estos ni?os son lo que Stalin, siempre acertado, llamaba "el capital humano de la revoluci¨®n". No, no son tan diferentes como creen: la disciplina militar y su ret¨®rica son muy semejantes en todas partes.
El mejor logro del refer¨¦ndum sobre la OTAN ha sido revelar o
-Pasa a la p¨¢gina 12
Contra el exceso de obediencia
Viene de la p¨¢gina 11
subrayar este fervor obediente, pero tambi¨¦n ciertos estimulantes atisbos de desobediencia. En cierta forma, la zarabanda de estos d¨ªas ha supuesto una inyecci¨®n de vitalidad pol¨ªtica y no un simple monumento de confusi¨®n como dictaminan los pedantes de turno (a prop¨®sito, ?d¨®nde habr¨¢n visto un torneo pol¨ªtico medianamente libre que no sea confuso?) o la reedici¨®n en formato de bolsillo de la contienda de las dos Espa?as, como ulularon nuestros apocal¨ªpticos m¨¢s integrados. De lo que se trata ahora es de no perder el fruto de las desobediencias activas -no simplemente reactivas- que se hayan dado y ganar los obedientes por t¨ªmida resignaci¨®n, pero no desde?ar¨ªan en lo futuro la posibilidad de mejor-opci¨®n pol¨ªtica. Es significativo que aquellos que antes del fat¨ªdico d¨ªa 12 insinuaban que votar¨ªan s¨ª ahora dejan entender que a fin de cuentas votaron no: para reconvenci¨®n y pasmo de los estad¨ªsticos, el s¨ª va perdiendo look a pasos agigantados... y estamos empezando s¨®lo con la resaca. En un sucinto pero sabroso an¨¢lisis de la democracia pasada, presente y posible (La democracia liberal y su ¨¦poca, Alianza-Bolsillo), C. B Macpherson caracteriza as¨ª la situaci¨®n -actual del proyecto democr¨¢tico: "La democracia no es m¨¢s que un mecanismo para elegir y autorizar Gobiernos, no un tipo de sociedad ni un conjunto de objetivos morales ( ... ). La democracia es sencillamente un mecanismo de mercado: los votantes son los consumidores, los pol¨ªticos son los empresarios". Pues bien, esto es s¨®lo una variante o una etapa, no la ¨²nica democracia posible; ni es cierto que la ¨²nica alternativa a tal modelo presente sea una f¨®rmula totalitaria. Quiz¨¢ haya sido virtud del refer¨¦ndum despertar la urgencia de articular la opci¨®n de los desobedientes, cuya misi¨®n ser¨¢ proponerse que haya finalmente algo digno de ser racionalmente obedecido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.