El cine argentino renace de sus cenizas
El 'oscar' a 'La historia oficial' devuelve la esperanza a una industria con problemas
Un viento de proyectos y esperanzas sopla hoy nuevamente las brasas cubiertas de ceniza del cine argentino. El oscar que obtuvo el pasado martes el filme La historia oficial como mejor pel¨ªcula extranjera, el primero que se le concede a una producci¨®n latinoamericana, renueva el esfuerzo y estimula el empe?o de directores, actores y equipos t¨¦cnicos que intentan el milagro cada vez. Pero ni la pol¨ªtica actual ni los premios modifican profundamente una realidad que tambi¨¦n est¨¢ sometida al peso brutal de la crisis econ¨®mica y a la deuda externa. Hollywood ha hecho posible la esperanza.
A su llegada a Buenos Aires, el director de La historia oficial, Luis Puenzo, insisti¨® sobre la necesidad de aprovechar este buen momento. Mientras cronistas y reporteros gr¨¢ficos le reclamaban por la estatuilla recibida en Hollywood que guardaba en un malet¨ªn de mano, Puenzo advert¨ªa: "Con esta buena predisposici¨®n que hoy existe en el mundo ser¨ªa imperdonable dejar escapar la oportunidad. Todo depende ahora de nosotros. No hay ning¨²n secreto, se trata de filmar bien, tener un producto serio y buscar una distribuci¨®n agresiva. El mundo mira con atenci¨®n nuestras obras".Es cierto que las puertas se abrieron, pero no para el cine argentino, s¨®lo para Puenzo. A partir de octubre comienza el rodaje de su nueva pel¨ªcula, con el tango como tema central, para la que cuenta con coproducci¨®n de Estados Unidos y el aporte del guionista Leonard Scharader, el mismo que adapt¨® El beso de la mujer ara?a, la novela de Manuel Puig, filme por el que el actor William Hurt obtuvo tambi¨¦n un Oscar. El equipo de Puenzo trabaja adem¨¢s en, el gui¨®n de otra pel¨ªcula. Un argumento basado en la guerra y posguerra de las islas Malvinas.
Detr¨¢s del cart¨®n-piedra, sosteniendo la escenograf¨ªa con las dos manos, rodando en cuatro semanas lo que debiera filmarse en 10 para ahorrar presupuesto, dependiendo de unos cr¨¦ditos del Instituto Nacional de Cinematograf¨ªa, que tienen un l¨ªmite y no alcanzan para todos, reescribiendo las historias para ir quitando cada vez m¨¢s secuencias en exteriores, autom¨®viles, recreaciones de ¨¦poca y todos los gastos que puedan eliminarse, detr¨¢s de Puenzo y al otro lado del abismo, el cine argentino. Al que se puede desnudar en dos an¨¦cdotas, una de 1974, cuando a poco de asumido otro Gobierno democr¨¢tico la gesti¨®n del Instituto logr¨® triplicar la producci¨®n de pel¨ªculas y se impuso la obligaci¨®n de distribuirlas y proyectarlas en una relaci¨®n de cierta equivalencia con las llegadas de Estados Unidos. El notable incremento en la cantidad de espectadores, el nivel de calidad de las pel¨ªculas y el consecuente fen¨®meno cultural atrajeron entonces a Buenos Aires a un grupo de altos funcionarios de las grandes corporaciones norteamericanas para determinar qu¨¦ estaba pasando aqu¨ª. Poco despu¨¦s, Octavio Getino, director del Instituto, fue obligado a renunciar a su cargo y m¨¢s tarde debi¨® partir al exilio. Con ¨¦l se fue Rodolfo Khun, que reside en Espa?a, y una generaci¨®n entera de directores que se perdi¨® tras sus pasos. Poco despu¨¦s suced¨ªa el golpe de Estado. Algo m¨¢s que una ficci¨®n.
Tras asumir en diciembre de 1983 otro Gobierno democr¨¢tico, Juan Jos¨¦ Jusid, director de Asesinato en el Senado de la naci¨®n, logr¨® la autorizaci¨®n para rodar en el edificio del Parlamento. El permiso era s¨®lo por un fin de semana. La actividad fue intensa en esos d¨ªas y con un enorme esfuerzo de producci¨®n. En la pel¨ªcula se recreaban los a?os treinta, cuando se produjo un hist¨®rico debate sobre un acuerdo de carnes con Gran Breta?a y que culmin¨® con el asesinato, en plena C¨¢mara, del senador Enzo Bordabhere. Semejante tarea result¨® esa vez in¨²til. Luego de revelada, se comprob¨® que las copias de lo rodado eran improyectables. Parec¨ªa haber fallado toda la t¨¦cnica de luces prevista. Cuando se investigaron las causas, el equipo de realizaci¨®n descubri¨® que la pel¨ªcula original, importada de Estados Unidos, era de segunda calidad. La Kodak considera a Argentina entre los clientes de los pa¨ªses subdesarrollados, a los que env¨ªa material de clase B.
El paquete del cine, como el de los medicamentos o las series de televisi¨®n, permanece atado y bien atado. El fluir de las pel¨ªculas norteamericanas sobre los circuitos de Buenos Aires y los alrededores de la gran ciudad, donde se concentra la mitad de la poblaci¨®n total del pa¨ªs, ha sido tan constante y persistente que ha lavado hasta casi borrar la indudable cultura cinematogr¨¢fica argentina, aquella que se reconoc¨ªa en otra an¨¦cdota: Buenos Aires fue la primera ciudad del mundo que comprendi¨® y elogi¨® el talento de Bergman. La cadena de los grandes cines se resiste a exhibir pel¨ªculas argentinas, latinoamericanas y aun europeas. Para convencer a los empresarios es necesario primero que la cr¨ªtica insista sobre las bondades del filme o, por lo menos, que cuelgue sobre s¨ª dos medallas importantes en festivales conocidos. Y en algunos casos ser¨¢ en vano intentar razones. Si no lleva el sello de la distribuidora norte americana, all¨ª no se pasa. Son condiciones que se inscriben dentro de la regla de juego general.
Pero aun as¨ª, con cada nuevo Gobierno democr¨¢tico que asume, se duplica la producci¨®n de pel¨ªculas, se redobla el esfuerzo, reaparecen los creadores y llegan los reconocimientos internacionales. No es casual que los grandes momentos del cine argentino coincidan con per¨ªodos de libertad de expresi¨®n. Un bell¨ªsimo filme como La tregua, dirigido por Sergio Renan y protagonizado por H¨¦ctor Alterio, en una actuaci¨®n memorable, alcanz¨® tambi¨¦n una nominaci¨®n para el Oscar a la mejor pel¨ªcula extranjera en 1975, cuando subsist¨ªa en el pa¨ªs el Gobierno peronista.
Entre 1973 y 1975, las pel¨ªculas argentinas Los siete locos, La Patagonia rebelde, Quebracho y Boquitas pintadas obtuvieron premios en Berl¨ªn, en Karlovy Vary y en San Sebasti¨¢n.
Entre 1983 y 1986, las pel¨ªculas No habr¨¢ m¨¢s penas ni olvidos, Los chicos de la guerra, Asesinato en el Senado de la naci¨®n, Darse cuenta, El rigor del destino, Evita, Los d¨ªas de junio y El exilio de Gardel lograron premios importantes, adem¨¢s de la nominaci¨®n para el Oscar que en 1985 obtuvo Camila, protagonizado por Sus¨² Pecoraro, Imanol Arias y H¨¦ctor Alterio. Sobre 48 cr¨¦ditos concedidos, por el Instituto, en 1985 se estrenaron 23 pel¨ªculas. Entre enero y marzo de 1986 se otorgaron 19 cr¨¦ditos y se estima que los estrenos de este a?o podr¨ªan ser m¨¢s de 40.
Babelia
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